Volviendo a las callejas de nuestra comunidad extremeña, hoy nos volvíamos a poner en ruta y la localidad elegida para realizar la actividad senderista era el pueblo de Villanueva de la Vera, el cual dista de nuestro pueblo en unos ciento diez kilómetros de distancia.En plena comarca de la Vera este pueblo tiene algo mas de dos mil habitantes y su entorno limita en un costado con la provincia de Ávila y en otro con la de Toledo.
Dentro de este pueblo existen un par de gargantas importantes como son la de "Gualtaminos" y otra llamada "Minchones". Esta era la ruta elegida para hacer hoy. Creyendo que la caminata sería cerca de dichas gargantas, íbamos ilusionados con las vistas que nos encontraríamos hoy.
Así a las siete de esta mañana nos dábamos cita seis senderistas con ganas de conquistar un nuevo pueblo extremeño, esa sensación de conocer algo nuevo nos ayuda a madrugar y vivir el domingo a tope.
El día amenazaba ser caluroso. La primavera se ha instalado definitivamente entre nosotros y solo la falta de agua caída, nos priva de disfrutar a tope de ella.
Las primeras flores empiezan a aparecer en muchos arboles y otros aguardan a ello, con la paciencia necesaria.
Esta ruta se sucede entre una gran variedad de arboles. Así podemos ver desde castaños, robles, encinas, alcornoques, pasando por enebros, olivos, madroños y alguna especie mas que se me escapa, como pueden ser los grandes pinos que nos daban la sombra necesaria que hoy buscábamos a ratos.
El muerdino ha tocado comerle hoy en una gran piscifactoría, la cual tiene pinta de llevar abandonada bastantes años. A eso de las diez apetecía meterse en el cuerpo las ya habituales viandas de la tierra, las cuales saben mejor en mitad de cualquier campo.
Una vez levantado el campamento hemos seguido caminando por grandes senderos, los cuales tenían pinta de llevar arreglados poco tiempo. Alguna que otra cuesta nos hacía sudar por culpa del calor que a medida que avanzaba el día, iba subiendo de manera moderada y el agua de las mochilas, nos ayudaba a apagar nuestra sed.
El peque del grupo comenzaba a decir que la ruta se le hacía larga y nos ha tocado ir convenciendo le poco a poco para que no decayera en su afán de terminar la ruta.
Entre pinos y robles hemos vuelto de nuevo al pueblo de Villanueva, donde nos quedaba que visitar la cascada del diablo, sin duda lo mas bonito que nos ha deparado dicha ruta, la cual hay que decir que nos ha defraudado un poco.
Refrescando nuestros pies en dicha garganta, hemos descansado un poco en el lugar disfrutando del ruido ensordecedor del agua de la sierra de Gredos, la cual bajaba de forma salvaje.
Con algo mas de dieciséis kilómetros en nuestras piernas, hemos vuelto a los coches para poner la vuelta al pueblo.
En definitiva, otro pueblo que hemos conocido y otra ruta en nuestras piernas.
Nos vemos por las callejas.
La ruta
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