lunes, 8 de septiembre de 2014
Capitulo 599: Homenaje a nuestros paisanos.(Guerra Civil, 1936-1939)
Ahora que el presidente del gobierno de Extremadura ha vuelto a abrir el debate sobre la memoria histórica y la guerra civil, diciendo que a todas las mujeres mayores de setenta y cinco años, las cuales sufrieron la guerra y lo que es peor, la post guerra, las va a conceder una ayuda de unos trescientos euros al año. No puedo dejar pasar por alto a todos nuestros paisanos que se dejaron la vida por dejarnos un país mejor y que sin duda consiguieron a pesar de que ellos, no pudieron disfrutarlo.
Es muy triste que muchos de aquellos héroes no sean ni siquiera recordados por sus familiares, los cuales seguramente no conozcan ni su pasado.
Mi misión dentro de mi blog, es seguir sacando a la luz historias que me voy encontrando por aquí y por allá. Unas del gusto de unos y otras, a lo mejor, no muy simpáticas de leer.
Esta historia me toca de lleno, puesto que uno de los que contó muchas de estas cosas, era el abuelo de mi mujer, el cual perdió a su padre en tan desgraciada guerra. Dicho escrito salió a la luz gracias al cronista oficial de Trujillo: José Antonio Ramos Rubio.
GUERRA CIVIL EN LA COMARCA DE TRUJILLO ( 1936-1939)
El radio de acción de la zona trujillana es de los más amplios de la provincia cacereña, presentando sus diversos pueblos comportamientos diferentes en cuanto al tipo de actos represivos que estamos analizando.
Así, nos encontramos localidades como Trujillo donde hubo media docena de víctimas en cambio, un arrabal dependiente del mismo, Huertas de Animas, superó las dos docenas. De igual forma puede afirmar que, pese a no poder generalizar debido a excepciones como Deleitosa o Jaraicejo, lo cierto es que fueron las poblaciones situados mas al Sur las que sufrieron con mayor dureza estas acciones represivas.
En Huertas de Animas, un arrabal de Trujillo donde la militancia en organizaciones izquierdistas era numerosa, el dos de agosto al tenerse noticias de la incursión de las milicias republicanas por el sur de la provincia cacereña y su ocupación en algunos pueblos, socialistas como Ana Bravo Palacios informaron de lo que había sucedido al vecindario, animándolo para que dejase a un lado el temor de las represalias y que saliese a esperar a los suyos que pronto entrarían en Trujillo. Ello creó entre la población, durante unas horas, un ambiente de crispación que solo se apaciguó al conocerse el desastre de las fuerzas republicanas en Villamesías.
A partir de esas fechas, tal vez utilizando como justificación la supuesta predisposición de la población a apoyar esa incursión de efectivos gubernamentales, los falangistas comenzaron a practicar labores de “limpieza” entre “desafectos” que cursaron verdaderos estragos entre la población. Tomas Fernández Cruz, conocido popularmente con el apodo de “El Cojo” debido a un defecto que tenía en un pie, fueron detenidas el 20 de julio, siendo trasladado a la prisión provincial donde fue liberado horas después. En Trujillo volvieron a detenerle, sufriendo, según el testimonio recogido al vecino Adolfo Moreno Gutiérrez, todo tipo de desmanes hasta que lo ejecutaron el 8 de agosto:
“ A Tomás “El Cojo” se lo llevaron detenido a Trujillo, metiéndolo en una jaula que colocaron en una calle, en un sitio próximo al garaje de un falangista. Allí lo tuvieron, como de un animal cualquiera se tratase, de exposición al público durante tres o cuatro días, soportando los pinchazos, escupitajos, etc., de unos represores que se jactaban de verlo en esa situación.”
La familia Curiel Vizcaíno se convirtió en una de las más castigadas en los actos represivos que se llevaron a cavo en Huertas. Ya en los enfrentamientos registrados en la localidad en la noche de 18 de julio falleció uno de sus miembros, José, y ahora perdió a tres más: Manuel Curiel, Juan y Manuel Curiel Vizcaíno, padre e hijos, respectivamente. A los tres, junto al también vecino que fue presidente de las Juventudes Socialistas, Moisés Hueso Mateos, tras ser detenidos se lo llevaron una noche montados en las célebres camionetas, conocidas en la jerga falangista como “basura” por trasladarse en las mismas a personas de izquierda, en dirección al puente del “Cardenal” sobre el Tajo, en la carretera de Trujillo a Plasencia.
Allí sólo llegaron tres ya que uno de los acompañantes, Moisés Hueso, consiguió tirarse del camión y huir aprovechando la oscuridad de la noche, alcanzando, días después, zona republicana. Al resto de la expedición, es decir, a los miembros de la familia Curiel, los fusilaron en dicho puente, aunque uno de ellos, según el testimonio facilitado por el vecino Adolfo Moreno, solo resultó herido, refugiándose en la finca “Tierra del Conde”, donde tras localizarle le dieron muerte.
Otro caso de miembros de una misma familia ejecutados fue el de Pedro y Crispín Corrales Bravo, tio y sobrino respectivamente. A los dos los fusilaron también en la finca “Tierra del Conde”.
En los términos de los pueblos de Jaraicejo y Madroñera también se registraron casos de muertes de vecinos de Huertas de Animas. En el primero de ellos pasaron por las armas, junto a quince personas más entre las que destacaban nueve de Monroy, según se ha analizado con anterioridad, a cinco en el conocido sitio por “Arrollo de la Vid”, siendo sus nombres los siguientes: Benito Rebollo Sánchez, Juan Jiménez Martín, Ramón Muñoz Bravo y Juan Moreno Mateos.
En las proximidades de Madroñera, por su parte resultaron ejecutados otros tres. Sucedió a finales de septiembre de 1936, siendo afectados: Emilio Jiménez Hueso, Agapito Corrales Diadosa y Rafael Bermejo Bravo, a quienes inscribieron en el Registro Civil de dicha localidad, constando como causa de muerte: “Heridas sufridas en choque con las fuerzas públicas”. Una vez más se eludía en el Acta citar la verdadera causa de la defunción.
Francisco Moreno Pablos, conocido popularmente por “gachura”, acudió a Trujillo a despedir a su hijo mayor que iba a incorporarse a filas nacionales tras haber sido avisada su quinta.
Junto con él –afirma su hijo Adolfo Moreno- estuvieron una docena de padres de familia en igual situación, encontrándose con la sorpresa de que un grupo de soldados marroquíes, al verlos juntos, sin mediar palabra alguna los detuvieron, encarcelándolos. A algunos los dejaron, poco después en libertad, mientras que a otros, como a Francisco, lejos de liberarlos, a la semana aproximadamente de permanecer allí, concretamente el ocho de septiembre, lo sacaron, ejecutándolo en las proximidades de Zorita.
Otros casos de muerte por la práctica de los paseos en Huertas de Animas fueron los de Agustín Margallo, Manuel Melo “tarama”, Manuel Rojo Ruiz “tropezones”, Manuel Rosa, Elías Pablos Avís “remolino”, Antonio Corrales y un tal Francisco “romero” a quienes, al parecer, fusilaron en el sitio conocido por “Cerro Blanco”.
Sin duda, debido al protagonismo público del óbito, la muerte más conocida fue la del político Rafael Bermudo Ardura, socialista, que ocupó el cargo de presidente de la Diputación Cacereña en la República y salió elegido diputado a Cortes por Cáceres durante la etapa del Frente Popular. Hombre bastante conocido en todo el ámbito provincial, aunque muy especialmente, en la zona de Trujillo, fue el fundador de la Casa del Pueblo de Huertas, población donde además de tener su domicilio contaba con un gran número de seguidores.
Le sorpredió la sublevación en Madrid, donde recibió, junto al resto de políticos socialistas que ocupaban escaño en las Cortes, órdenes de: “Salir a sus provincias o a otras en que puedad hacer falta”. Rafael viajó a Cáceres, aunque en lugar de hacerlo por la carretera Madrid-Badajoz, donde podia ser descubierto con facilidad, dio un rodeo, pasando primero por la provincia de Avila y de allí a Plasencia. Una vez alcanzada la localidad placentina, el siguiente objetivo fue Trujillo, utilizando el autobús que recorria esa línea para efectuar el desplazamiento.
Sin embargo, pese a la discreción que mantuvo en todos sus movimientos, ese recorrido final no llegó a completarlo. Al parecer, el Plasencia alguien descubrió su verdadera identidad e informó de ello a las fuerzas de orden público que desde ese momento, conociendo en el coche de línea en que iba, movilizaron a sus agentes para proceder a su detención. Esta se consumó en Torrejón el Rubio, llevándola a cabo la Guardia Civil tras detener el autobús. Rafael fue montado en un automóvil, desconocemos si en compañía de miembros de la Benemérita o falangistas de Huertas de Animas y Trujillo, que tomó dirección de la capital cacereña.
Poco después era fusilado. El doce de agosto de 1936 fue inscrita su muerte en el Registro Civil de Cáceres, constando en el Acta que falleció a: “Causa de lesiones en la cabeza en el puente Nuevo sobre el río Guadiloba”. Al igual que otros muchos republicanos que tuvieron el mismo final, la familia de Rafael Bermudo, por si fuera poco el sufrimiento inherente de la pérdida de uno de sus miembros, se vio sumida en un estado de absoluta precariedad económica al instruirse expediente de incautación y subastarse los inmuebles y propiedades rústicas y su pertenencia.
Autor:J.A. Ramos Rubio
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Se han lucido con lo de los 300 euros. Yo sólo tengo una duda al respecto:
ResponderEliminar¿No vendrá casualmente motivada por el hecho de que estamos en año pre-electoral y alguien quiere "comprar votos"?, o, ¿quizás pretenden borrar de las memorias de esas personas que sufrieron la pérdida de padres y hermanos, las tropelías y asesinatos cometidos por sus antepasados ideológicos, echándoles ahora un puñado de billetes?.
Si lamentable es ver en manos de quienes estamos, más lamentable aún es no darse cuenta de ello.