A pesar de
la mañana que se puso un poco lluviosa (que ganas de ver llover), esta mañana a
las nueve de la mañana diez valientes senderistas nos dábamos cita para
comenzar el camino a “Torregua”.
Debido al
charpazo que nos cayó a las nueve en punto, hemos tenido que salir un poco más
tarde, pero creo que ha merecido la pena.
Salimos
camino de la fuentecilla, se veían algunas nubes un poco negras, pero no tenía
pinta de seguir cayendo agua, a pesar de la falta que hace. Pasamos por el caño
y como dice la tradición, hay que echar un trago de agua y el que fume, pues un
“cigarrito”, eso hicimos para después continuar rumbo calleja de la cerca de la
charca, dirección pozo de San Antón, el cual le había limpiado con anterioridad
nuestro Ángel de la guarda “José Fernando”, que nos prepara el recorrido días antes
para que podamos disfrutar de todo el paisaje, pozos, fuentes naturales, etc.
En el pozo
de San Antón nos ha caído un buen charpazo encima, con paraguas, chubasqueros y
bolsas de plástico hemos podido esquivar un poco el temporal, a pesar de que parecía
que se iba a quedar toda la mañana lloviendo, no hemos vuelto a ver el agua,
una pena, puesto que el campo la está pidiendo a gritos.
Hemos
continuado andando buscando el puente sobre el rio “Merlinejo”, es bastante
antiguo y está en muy malas condiciones, pronto será otra de las reliquias que
nos dejaremos perder por el camino de la vida, por no hacerlas el caso que se
merecen; en ese lugar teníamos pensado comernos
el bocata, pero como aún continuaba lloviendo un poco, hemos seguido caminando
hasta “Torregua”.
Uno de los
descubrimientos de hoy, por lo menos para mí, ha sido la fuente que se
encuentra en lo que era la huerta del “barranco”, tenía el agua muy limpia y
dado que hace un buen rato de eso, no tiene que ser mala agua. Hemos
aprovechado para comernos allí el bocadillo y reponer fuerzas, ya de paso hemos
probado dicha agua que estaba muy rica.
Después de
reponer fuerzas hemos continuado hasta el palacio, otra joya que se está
cayendo a pedazos, salvo algunas partes del mismo, las que interesan a los
dueños que no se caigan. Hemos estado viendo la piscina, una especie de velador
donde antiguamente los señoritos comían y cenaban seguramente y contemplando lo
que era la huerta del palacio con sus tres pozos, allí el agua no se tenía que
acabar nunca.
Estando allí
hemos recibido la visita del pastor de la finca, el cual nos ha instado a que
no le dejáramos abierta las “angarillas” de la finca, yo que sabía a cual se refería
me he hecho el sordo. Este señor es uno de los muchos arrendatarios de fincas,
que se han adueñado de callejas publicas sin andar especulando ni un momento,
por eso, nosotros seguiremos en nuestras rutas, quitando cancillas y abriendo
callejas por las cuales tenemos todo el derecho del mundo a pasar, quizás lo más
sensato sea comunicárselo al “Seprona”.
Continuamos dirección
el cancho de la gaita, fuente de los borrachos, donde hemos podido contemplar a
buitres y milanos y después hemos emprendido la marcha rumbo charco de tía
Rentera, calleja de la mora y hemos llegado a casa.
Cuatro horas
de buena compañía y de buen ejercicio, hemos visto llover, hemos pasado calor,
hemos disfrutado del paisaje, ¿Qué más podemos pedir?
La siguiente
la haremos el viernes santo.
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