Al pasar junto a él me llamó, yo no me había percatado de su
existencia, le había ignorado como a tantas otras cosas que ignoro cuando voy
paseando. Me gustaría percatarme de todo lo que veo, pero es imposible por
mucho que uno se esfuerce.
_¿No me conoces?
_No, le contesté secamente.
_ Pues más de un día te has tumbado encima de mí.
_Pues ahora mismo no caigo.
_Llegabas, los días que tenias miedo de la oscuridad y te metías
en el medio, entre tu madre y tu padre, aunque es verdad que a quien abrazabas
mas fuerte era a tu madre, quizás porque tu padre te regañaba al escucharte
llegar, yo, la verdad que temía cuando llegabas, no estaba yo para soportar más
kilos a mis espaldas, eran muchos años ya allí plantado aguantando una noche
tras otra el peso de tus padres y el tuyo también, más de una vez.
_Pues sinceramente no me acuerdo de usted, debe de hacer
muchos años que no le veo, porque si no, es imposible que me olvidara tan fácilmente
de su cara.
_La verdad que ya llevo unos añitos en este portillo, a
pesar de soportar más de tres mudanzas, conocer cuatro dormitorios distintos y más
de una furgoneta durante mis traslados, al final tus padres se cansaron de mi, decían
que ya me sonaban mucho los muelles y que era insoportable el darse la vuelta
encima mía, por lo visto decían que producía un ruido excesivo y a la mas mínima
que tu padre consiguió reunir unos cuantos duros, me cambio por un compañero mío,
que venían de no sé dónde y que sonaban menos, aunque a la larga he de decir
que ninguno llegó a batir mi record de duración, encima ellos solo tuvieron un
trabajo, cuando se les fracturo alguna lamina, los dieron de baja para siempre
y ni siquiera fueron validos para tapar un simple portillo o hacer de puerta de
alguna cerca, trabajo que nosotros, mi hijo y yo hacemos estupendamente, a pesar
de la lluvia, del frio, del calor, aquí estamos, nos cambiaron la postura y
poco más. Las únicas compañeras que tenemos ahora son las avispas en verano,
que se quedan a vivir entre nuestros muelles, la temperatura que llegamos a
coger les viene a ellas que ni pintado, así que aquí seguimos trabajando.
Muchos compañeros de mi quinta, están siendo retirados de sus trabajos y
llevados a un almacén de chatarra o no sé que, como pesamos tanto nos quieren
bastante en todos los sitios, no sé lo que harán con ellos en esos almacenes
enormes, ninguno ha vuelto a venir a su portillo o puerta, debe ser que allí se
está mejor y más calentito.
Bueno hijo, cuando veas a tus padres les das recuerdo y les
dices que sigo bien, que ya no me suenan los muelles apenas nada y que sigo en
el mismo portillo que tu padre me coloco aquel día gris, en el que en una vaca
de su Renault 6 rojo, llegue a mi nueva casa y aquí sigo, no sé el tiempo que
me quedara aquí, pero que sepas que echo de menos aquellos cuerpos tumbados
encima mía y aquel orinal de porcelana, que siempre me ponían debajo….
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