Cuatrocientos setenta y cinco después, nos volvíamos a poner en ruta para realizar las excursiones de fines de semana que tantos años llevamos haciendo y disfrutando.
No ha sido fácil organizar esta después de tantos días sin salir a ningún lugar por culpa de lo que todos sabemos y que tantas vidas se ha llevado. Unas veces se ponía fecha y las malas cifras y restricciones hacían volver a suspender todo de nuevo y nuestra querida Paqui se desesperaba por intentar volver a poner fecha. Sin duda que todo nos ha cambiado a todos pero las ganas de volver a salir a conocer nuevos lugares estaban intactas.
Cuando la fecha definitiva tiró para adelante la gente habitual se apuntó pronto, aunque bien es cierto que había viajeros que el miedo y respeto a la pandemia los han hecho reservarse para la siguiente.
Con el autobús prácticamente lleno volvimos a esperar en los lugares de siempre para que pasaran a recogernos y allí esperando, la alegría de volver a ver a los amigos habituales de viaje iba en aumento y la emoción por volver a vivir algo que tanto nos gusta se ponía de nuevo en marcha.
A pesar de tantos días sin viajar a uno no se le olvidan todas las noches que tenemos pasadas juntos dentro de los autobuses y las ganas de cachondeo que siempre tenemos para que los viajes se hagan mas amenos. Menos dormir, música, cantes, chistes y hablar de nuestra historias que normalmente siempre todo se queda allí, dentro del bús. Este viaje era especial y las mascarillas las llevábamos todos puestas y aunque al principio eran u poco agobiantes, unos se acostumbra a todo rápidamente.
Nuestro destino era Ronda donde nos esperaba una bonita ruta, no muy larga pero algo exigente en algunas zonas, mas aún cuando el calor pegaba de lo lindo.
Antes de llegar al hotel desayunamos unas ricas tostadas para coger fuerza para caminar y una vez terminamos dejamos las maletas en consigna y nos fuimos detrás de un excelente guía que nos acompañó durante la ruta. Varía mucho de tener un buen guía en las rutas a no tenerlo, puesto que todas tus dudas son respondidas y si encima es un tio con mucho sentido del humor, pues mucho mejor.
Si digo que Ronda es una ciudad preciosa no descubriré nada, pero encima tiene un ambiente espectacular a pesar de la nueva normalidad y de tantas restricciones. Decenas de tiendas, un montón de hoteles y turismo por todas sus calles.
La ruta la hacemos muy tranquilamente pues viene gente que le cuesta mas de la cuenta andar y debemos esperar, es bueno cuando vas a hacer alguna ruta saber si puedes hacerla y aguantar, sobre todo para no entorpecer al grupo que nunca dejará atrás a nadie pero que puede haber protestas al ver como se apunta gente poco preparada. Otras personas sabiendo esto decidieron esperar al grupo en el pueblo y allí nos encontramos todos cuando terminamos la ruta.
Lo primero bebernos todos los líquidos perdidos y si es en forma de cerveza fresca mejor, ( lo aconsejan los médicos)....
En lugar de irnos al hotel y como la comida era libre decidimos buscar algún lugar para comer, la verdad que acertamos al entrar en uno de los lugares donde daban comidas caseras y allí estuvimos varios integrantes del grupo y todos coincidimos en lo bueno de la comida.
Fíjate si sabemos aprovechar el finde que nos da tiempo después de comer a irnos al hotel a echarnos un rato y recuperar fuerzas para conocer Ronda de noche. Aunque otros es cierto que prefieren seguir conociendo la ciudad.
Antes de cenar la gente hace algunas compras mientras se acerca la hora de ir en busca del condumio. Allí es buen lugar para comentar lo que llevamos visto y hecho todos, porque si algo que te no has visto merece la pena de visitar te lo pueden explicar otros compañeros de viaje. Algunos visitan la famosa plaza de toros y otros comentan que desde el hotel de al lado se la ve perfectamente.
Después de cenar los que no tuvieron siesta no les queda mas remedio que irse a la piltra, los descansados recorremos la ciudad y aprovechamos para que nos de un poco el fresco en la cara, después de haber pasado un día completo de calor.
Nos llevamos la sorpresa de ver lo poco iluminado que tienen el puente de noche y nos da pena no poder observarlo como se merece. Aquello rebosa de gente, eso sí, no vemos a nadie sin mascarilla y eso alegra y tranquiliza a la gente.
Decidimos tomarnos algo en una terraza y nuestra sorpresa es que a las doce tienen que cerrar, nos liamos con los horarios de Extremadura y Andalucía y no sabemos a que hora debemos abandonar los bares.....
El domingo por la mañana, mi amigo Jose y yo, aconsejados por el guía de la ruta del día anterior, decidimos ir a visitar el puente desde debajo, por una senda que antiguamente era visitable y ahora por lo visto está prohibido. Aunque es cierto que hay un par de senderos bien marcados que te dejan ir hasta donde nace la cascada, por la que se tiran los arriesgados jóvenes que les gusta el rafting.
Fue un acierto acercarnos hasta allí bien temprano, puesto que logramos hacer fotos y videos sin nadie que nos estorbara, todo aquel paisaje para nosotros dos solos.
Como el desayuno le tenemos previsto para las nueve de la mañana, nos da tiempo a visitar otra parte de la ciudad y yo me fijo mucho en las portadas de casas y hoteles y paso un buen rato mirando las construcciones locales, es un habito que tengo por desgracia o por suerte y que no soy capaz de quitarme...
Los comercios y negocios vuelven a montar las terrazas desmontadas la noche anterior y la ciudad vuelve a despertarse. Pronto las calles se vuelven a llenar y nosotros degustamos un delicioso desayuno como nos tiene acostumbrados la buena de Paqui a organizar. Allí volvemos a comentar lo que nos espera y los últimos rezagados aprovechan para hacer las ultimas compras antes que den las once, hora que debemos montarnos en el bus para poner rumbo a Setenil de las Bodegas....
Como el próximo destino está cerca de Ronda, apenas nos da tiempo a comentar lo vivido el día anterior, aunque siempre sale a relucir alguna anécdota que nos anima el viaje.
Setenil de las Bodegas es un pueblo de la provincia de Cádiz, muy turístico y eso se nota nada mas bajarte del autobús.
Los setenileños pueblan el territorio alrededor de dos mil setecientas personas, las cuales se dedican en mayor parte al turismo, aunque muchos también poseen viñas de las que sale un rico caldo.
Como tenemos tiempo hasta las cinco y media de la tarde lo mejor es hacer una visita por sus calles aprovechando la poca sombra y refrescándonos de vez en cuando en alguno de sus bares y terrazas, puesto que la calor vuelve a apretar de lo lindo.
Sin duda lo mas famoso del pueblo son sus casas escarbadas bajo una inmensa roca que suele dar claustrofobia y miedo a mucha gente, puesto que siempre sueles oír decir a alguien : " yo no se si sería capaz de vivir ahí".
Según vas subiendo por las calles del pueblo las vistas hacía el mismo son preciosas, todas las casas blanqueadas que con la luz del sol se ven perfectamente iluminadas.
Decidimos subir a la torre además de visitar un par de pequeños museos y un aljibe que se conserva perfectamente a pesar de llevar cientos de años en el lugar.
Y poco a poco entre trago y trago, vamos buscando un lugar para comer, porque a pesar de existir varios restaurantes, hay mucha gente caminando de aquí para allá por el pueblo y las terrazas se llenan rápido de comensales hambrientos y con ganas de llenar el buche.
La comida está buena y no se nos hace caro el lugar, es sin duda otro buen rato el que echamos allí sentados recordando viajes anteriores que tenemos grabados en nuestras memorias y que no seremos capaz de borrar a pesar de que pasen los años...
Y a las cinco y media en punto como se acordó, todo los pasajeros nos damos cita e el lugar que se dijo, da gusto ver la puntualidad que existe en estos viajes y que es lo primero que había que respetar siempre para que la cosa funcione siempre bien.
Nos queda la vuelta que lejos de ser o parecer un momento triste, siempre nos las apañamos entre unos y otras para que los viajes sean amenos y divertidos y creo que siempre lo conseguimos. Son tales las risas que los kilómetros pasan y uno no se entera.
Paramos a cenar el que quiera y los fumadores apuran sus pitillos antes de volver a tomar asiento, cantarnos las ultimas canciones y chistes y llegar de nuevo al pueblo.
La verdad que han sido meses duros para todos y parecía que no ibamos a recobrar de nuevo la vieja normalidad, que aunque no vuelva a ser como antes, intentaremos de la mano de Paqui que estas excursiones se sigan celebrando, puesto que es necesario para nuestras vidas el seguir disfrutando de ella en la medida que cada uno le sea posible, que de sobra sabemos que las penas y los malos momentos siempre vienen solos, sin que nadie vaya en su busca.
Otra excursión para enmarcar a pesar de ser diferente a lo que conocíamos, gracias Paqui por hacer todo y mas para que volviéramos a viajar.
Nos vemos en octubre en Albarracín si todo va bien.
Ya se os echaba de menos en este tipo de aventurillas... Alegra ver cómo poco a poco y en todos los ámbitos, vamos retomando la tan ansiada y al parecer, nueva normalidad.
ResponderEliminarUn cordial saludo a todos los que conformáis el grupo.