martes, 2 de junio de 2020
Capitulo 968: A propósito de "las paguitas"
Corría el año dos mil diez en plena crisis del ladrillo, cuando mi jefe de por entonces no le quedó más remedio que despedir a casi toda la empresa. Se perfectamente que le dolió mas que a nadie aquel gesto pero ante la falta de trabajo no pudo soportar mas tener a tanto obrero y poco a poco nos fue dando largas a todos. Solo se quedo un par de ellos para terminar las obras que quedaban por entregar y a los demás nos prometió que en cuanto volviera a tener curro, nos iría de nuevo llamando uno a uno.
Con tantos años currados a las espaldas quedarme en el paro al principio me resultó hasta gratificante, un descanso no viene mal pensaba yo por entonces a sabiendas que en el paro cobraría una mierda al lado de la pasta que por entonces currando a destajo, nos metíamos en el bolsillo y al lado de casa.
Estando en el paro los meses vuelan y pronto, cuando menos miras, pasas a cobrar un setenta por ciento de lo que cobrabas al principio y la sonrisa de los primeros meses desaparece de tu boca al ver que no te cuadran los pagos para llegar a fin de mes. Por entonces te empiezas a considerar como un ser inútil en la sociedad, te dedicas a repartir curriculums donde no sabes que mas poner para que algún alma cándida te llame y te de la alegría de tu vida. Un día a esta empresa, otro día a esta otra y sabes de sobra que el cajón donde va a dormir tu papel esta lleno de otros tantos como el tuyo, con la misma urgencia que la tuya y seguro que con el mismo sofoco.
La construcción estaba muerta y nadie te iba a llamar, fué entonces cuando abres tus alas y te da igual currar en un sitio o en otro. La fruta recuerdo que ademas del dolor de riñones que te traías pa casa, cuando echabas cuentas, casi que perdías dinero, por eso ahora es gracioso cuando la gente comparte en redes sociales, que los dueños de fincas no encuentran a nadie para recoger la fruta. Encima se atreven a decir a quienes no tienen trabajo "que poca falta te hace el dinero cuando no vas a recogerla". La mayoría de quien comparte esto, no ha visto en su vida un melocotón en el árbol.
Ante la desilusión que me produjo aquella experiencia me fui a coger aceitunas donde no saqué ni para la gasolina de los días que estuve cogiéndolas de sol a sol, que por entonces oscurecía bastante pronto y los últimos olivos los vareabas con la luz de la linterna y ni así cubría gastos.
Los meses siguieron pasando y tuve que solicitar la ayuda de los por entonces 426 euros famosos, que daba igual que tuvieras hijos a tu cargo como que no, no te pertenecía ni un euro más. Cuando pagábamos la hipoteca nos quedaba dinero para pagar la luz y el agua.
Para comer, tuvimos la suerte de tener a mis padres y a mis suegros, que sin ellos seguro que hubiera tenido que recurrir a cáritas para poder comer y en definitiva sobrevivir.
No salía de casa nada mas que para recoger a mi hijo pequeño del colegio y para que no me viera nadie, me iba por el cordel. Me daba vergüenza encontrarme con cualquiera que te preguntara si no estaba trabajando. Me consideraba cada día que pasaba un puto inútil que no servía para nada. Me pregunté cuarenta mil veces si tan malo era en mi oficio que nadie me llamaba y recorría los tablones de anuncios de bares y ayuntamiento para ver si algún anuncio me servía para traer dinero a casa.
Recuerdo no poder salir con los amigos a ningún sitio por tener un euro para gastar, a pesar de que es cierto que alguno de ellos me decían que no me preocupara del dinero, pero te puedes imaginar como me sentía y las ganas de salir a ningún sitio que teníamos mi mujer y yo. Ella también se quedó las manos fregando donde la llamaban y había meses que comíamos con el dinero que ella traía a casa.
Un día mi padre me llamó para hablar conmigo cara a cara, puesto que estaba muy preocupado por mi estado de ánimo. Nada mas llegar a su casa me dijo que le pidiera todo el dinero que me hiciera falta para vivir como lo hacía antes de quedarme en el paro y que no me preocupara por devolvérselo.
Pero nosotros nos habíamos empezado a acostumbrar a vivir con lo mínimo posible y a pesar de ser mi padre, no me atreví a pedirle ni un euro que no fuera para pagar alguno de los recibos que seguían viniendo todos los meses. Beberme una cerveza en un bar se convirtió en un lujo que de vez en cuando, hacía algún sábado. Pero cuando me bebía la segunda ya estaba a disgusto por haberme gastado dos euros que seguro nos harían falta para cualquier lápiz que a mis niños les hiciera falta.
Me convertí en un obseso de apagar luces por toda la casa, incluso en invierno cuando me quedaba solo, no encendía ni el brasero por no gastar mas luz de la cuenta.
Hubo algún mal llamado amigo que encima se aprovechó de mis ganas de trabajar y me hizo creer que con él saldría del pozo en el que estaba. El primer mes fue volver al cielo, currando en lo mio y al llegar final de mes cobrar tu salario. Volví a sonreír y en casa a todos nos cambió el carácter de nuevo. Pero la realidad fue que al segundo mes el pago ya no fue completo y comenzó la penuria de cobrar cuando a él le parecía y lo malo era que si me iba no vería ni un solo euro.
Si la situación de antes era mala la de por entonces no os quiero contar como fue. Levantarte a trabajar sabiendo que ese día tampoco cobrarías y fue por entonces donde no me quedó mas remedio que pedir dinero a mis padres para poder comer.
Es cierto que aquello me sirvió para saber de verdad a quien le podía decir la palabra amigo y ha quien no. Cada vez que recuerdo aquellos años me duele el estomago de saber lo inútil que te sientes y lo poco que te importa la vida. Si no hubiera sido por nuestras familias no se que hubiera sido de nosotros, incluso estuve a punto de vender el coche porque se me metió en la cabeza que no me volvería a hacer falta para trabajar nunca más.....
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Ahora cuando lees y escuchas que se ha aprobado el ingreso mínimo vital me llena de alegría saber que si hay alguien que le toque pasar por lo que nosotros tuvimos que pasar aquellos años, estará mucho más protegido de lo que estuvimos mi familia y yo.
Y a los que pregonáis falsos testimonios de que son ayudas para hacer a la gente mas gandula, para traer a mas inmigrantes os deseo pasar el año y medio que tuve que pasar y luego ya volvemos a hablar si queréis para ver si seguís pensando y compartiendo las mismas mierdas que compartís ahora.
Ojalá que cada uno de los que estáis en contra de esta ley, pasarais por lo mismo que todos los que no les va a quedar mas remedio que tramitarla.
Mucho animo a todas las familias que lo estáis pasando mal, que sepáis que de esto se sale y que siempre llevéis la cabeza alta, que nadie es un inútil en esta sociedad, aunque alguno y alguna se empeñe en haceros creerlo.
Bienvenido el ingreso mínimo vital, aunque algunos y algunas os escueza.
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Me ha gustado mucho leerlo, hay que salir no nos queda otra y ayudar al que está al lado.
ResponderEliminarLa medida será vital para muchos, y con eso basta.
ResponderEliminarGracias por tu sinceridad.
Nadie deja de valer, porque el valor está profundamente arraigado.
Tendríamos q tener más facilidades y no tantos pagos
ResponderEliminarUna vez más y tras otro enorme ejercicio de sinceridad, nos dejas muy claro que eres un tío integro y grande, muy grande.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias amigo, un abrazo.
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