sábado, 14 de marzo de 2020

Capitulo 964: Finde en Benfeita y Coimbra.



Es difícil escribir una semana después todo lo vivido por tierras portuguesas. Pero como los grandes viajes que realizamos siempre, es muy difícil quedarte con todos los momentos que hemos pasado y las decenas de historias que nos han ocurrido en el país vecino, donde sin duda merece la pena ir y seguir conociendo cada rincón y por supuesto a sus gentes.







Así a la una y media de la madrugada estábamos esperando al bus en la "rotondina" de Huertas con los típicos nervios de los habituales y con el manojo de nervios de los nuevos, que se enfrentaban por primera vez a un viaje de los nuestros. Aunque habían estado preguntando un mes antes todas las dudas no dejaban de seguir pidiendo información hasta justo antes de aparecer el enorme bús que nos llevaría a Portugal.









El viaje forma parte de la excursión y por eso cualquier tontería que diga uno u otro hay que tomarlo a broma y disfrutar todo lo que podamos, son muchas horas juntos y hay que pasarlas de la mejor manera posible. Los mas afortunados son capaces de dormir algo pero otros cuantos no somos capaces de coger postura y el sillón del bus se clava en cualquier lado de la espalda y los kilómetros siguen pasando. Las carreteras no son nada buenas y cuando parece que has logrado pillar postura un puto bache te vuelve a espabilar y todo lo que habías conseguido para poder dormir algo, se va al garete. Menos mal que siempre hay alguien despierto a tu alrededor que te hace conversar y seguir descontando kilómetros.




La parada para el desayuno es en una pastelería típica portuguesa donde uno simplemente se quedaría a vivir para siempre. Hay tal variedad que tardas un buen rato en decidir que comer y cuando lo has pedido ves a otro compañero de bus pedir algo que ha simple vista parece estar mejor que lo tuyo.










Queda poco para llegar a Benfeita donde arranca la ruta y la verdad que hay ganas de empezar a caminar y que nos de el aire en la cara para sacarnos del aturdimiento del autobús.

La ruta pinta muy bien y fui el máximo culpable a la hora de elegirla. Hay niebla que se va disipando y eso hace que el terreno junto con las ultimas lluvias, esté algo peligroso. El guía nos explica la ruta y no quiere meter miedo, aunque a toro pasado hubiera sido mejor que la hubiera puesto como muy complicada porque así muchas personas que la hicieron a lo mejor hubieran decidido no hacerla.





Los paisajes son bonitos y comento con un compañero que hay momentos en donde se parece el terreno a la comarca de las Hurdes. El sendero se empieza a estrechar pronto y ya es mas seguro ir mirando al suelo que haciendo fotografías. El ritmo que llevamos es muy lento y el guía decide reagrupar cuando es casi imposible ue todos quepamos en un solo sitio.

Los primeros resbalones nos hacen ir con las orejas tiesas y es justo el momento donde me llevo el mayor susto de mi vida haciendo senderismo, cuando veo rodar terraplén abajo a mi compañera de viaje. Tuvo suerte de poder agarrarse a unas escobas que la sirvieron para quedarse quieta hasta que con la ayuda de otros dos senderistas, fuimos capaces de volver a ponerla en el camino.
Esto sin duda que acobardó a todo el grupo cuando el boca a boca los fue a todos informado de lo ocurrido. A mi esto me supuso ir mas pendiente de ella que del terreno y quitando los momentos donde era mas ancho el camino, en la mayoría de la ruta apenas pudimos saborear el paisaje.
Cualquier resbalón de cualquiera nos ponía a todos en alerta y una cosa es cierta, puede ser que fuera una de las rutas mas complicadas que hemos hecho, pero también es cierto que vi una unidad en el grupo que seguramente hubiéramos terminado todos cualquier ruta que nos hubiéramos propuesto. Sin prisa, con mucho cuidado y ayudando en los tramos mas complicados logramos terminarla todos y todas y fue un orgullo para todos después de saber que hubo ciertos momentos donde cualquiera podía haber abandonado.





Ahora con otra ruta mas en el bolsillo tocaba disfrutar lo vivido, compartir anécdotas y alguna "Sagres"que otra para combatir la calor que nos hacía allí sentados en un parque de Benfeita.

Y nos volvemos al bus para poner rumbo hasta Coimbra, donde tenemos el hotel. Cada uno busca su habitación para darnos una buena ducha y poder salir un rato antes de cenar a conocer la ciudad. No podemos irnos muy lejos puesto que a las nueve y media hay que estar sentados en el comedor donde un magnifico bufett nos espera para reponer fuerzas y llenar los estómagos que hemos vaciado durante todo el dia.




No hay muchas ganas de salir después de cenar, la ruta nos ha dejado a todos cansados y decidimos irnos pronto a la habitación para reponer fuerzas para el día siguiente donde tocará hacer turismo por la bonita Coimbra.



Y un buen desayuno es necesario para lo que nos espera, recoger bártulos y dejarlos en el bus para poder patear la ciudad sin nada encima. Las risas con cualquier cosa van saliendo y vamos conociendo lugares y monumentos y la verdad que merece la pena ir a Coimbra. Tiene un toque de ciudad antigua con ramalazos de zonas modernas que casan muy bien. La universidad y sus alrededores son dignos de visitar, alguna que otra iglesia y pronto hay que parar para refrescarnos, aunque el tiempo ha cambiado y se espera algo de lluvia que pronto nos sorprende sentados en una terraza debajo de unas sombrillas que son suficientes para refugiarnos.
Decidimos comer allí mismo y está todo buenísimo, sobre todo el bacalao.





Tenemos que poner rumbo hasta la puerta del hotel para volver a montarnos en el bus para emprender regreso a casa. Nos queda otro rato de estar sentados pero seguro que las anécdotas de unos y otros nos entretienen y vaya que si. Da gusto ir con esta gente a cualquier lado porque aunque luego nos veamos poco por el pueblo, el finde que estamos juntos soos una piña y lo pasamos de puta madre.





Gracias Paqui por estar siempre pendiente de nosotros, y nos vemos pronto si los virus nos dejan.


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