lunes, 17 de julio de 2017
Capitulo 847: Visita a la cueva y posterior baño.
Y a pesar de haber ido en varias ocasiones, esta ruta es sin duda una de las que mas cariño tengo. Si encima uno se rodea de buenos compañeros de andanzas, el día tiene que salir redondo si o si.
A las siete de la mañana quedábamos en la plaza de Huertas, donde nos juntamos cuatro senderistas, dos de ellos menos habituales por lo que vamos todos mas contentos puesto que tenemos mucho que contarnos.
Pasar por la panadería a comprar pan es una de las buenas costumbres que cogimos a la vez que la de andar, por lo que ningún domingo le quedamos atrás. Una vez colocados todos en el coche ponemos rumbo a Campillo de Deleitosa, donde un poco antes de llegar dejamos el coche para caminar hasta la cueva famosa de Juan Caldilla, aunque no es tan famosa como otras de la región, cada vez mas gente me comenta que han ido a conocerla. No es fácil acceder a ella, por eso decidimos dejar una cuerda atada para que quien vea difícil el subir, se ayude de ella.
Pero el camino hasta la cueva es bonito y según por donde vayas, algo sinuoso. Pero es que de no ser a´si una ruta tan corta no tendría emoción y sería muy monótona, por lo que la mejor opción es desviarte de vez en cuando del camino principal, que por otro lado hay que decir que casi no existe.
Pero no te pierdes si caminas recto por la loma principal durante dos kilómetros y medio mas o menos, antes de llegar al precioso lugar. Nos da una inmensa alegría ver como la colonia de buitres crece cada año a buen paso y de las cinco o seis parejas que conocimos el primer año que fuimos, ayer pude contar mas de veinte repartidas por los alrededores del pico que custodia la cueva. Por eso en época de cría es mejor no ir para no molestarles y así puedan seguir reproduciéndose como hasta ahora.
La temperatura no es muy alta de momento y antes de las diez estamos delante de la cuerda, dispuestos a trepar a la cueva, para una vez allí dentro, comernos el muerdino. ¡Que lujo de momento¡ es muy difícil describir la sensación que a uno le embarga cuando allí sentado, con buenos amigos y ricas viandas los buitres nos enseñan sus vuelos al mismo nivel de donde nos encontramos. Es como si el reloj se parara y las vistas que tenemos desde este altar, os quitaran las ganas de hablar. Los vencejos entran y salen de la cueva con sus majestuosos vuelos de verdaderos planeadores. Y sin prisas hacemos unas cuantas fotos para enseñar donde estamos y recogido todo el campamento ponemos rumbo al descenso, que normalmente es lo que mas costaba antes. Desde que pusimos la cuerda ya es otro cantar y hasta yo que soy el mas torpe, logro bajar de manera fácil.
El calor hace acto de aparición y de vez en cuando hay que parar en alguna sombra a beber para hidratarnos. Esta época es muy traicionera y aunque te creas que no te hace falta agua, siempre hay que beber aunque no haya sed. A las mascotas también hay que darles agua e incluso mojarles un poco, aunque mi perro es mas de secano que los garbanzos.
Y poco a poco nos vamos acercando al coche descontando los pasos que habíamos hecho anteriormente, una veces por el mismo lado y otras por vereas que las cabras y ciervos tienen bien marcados.
Llegar al coche descolgarnos las mochilas y poner rumbo a lo mejor de la ruta, que consiste en darnos un baño en la garganta de Descuernacabras. No está muy lejos de donde nos encontramos, pero desde que aprendimos a ir en coche hasta allí es mucho más cómodo en este tiempo donde el calor impera.
Bajar hasta el lugar de baño es caminar por una especie de selva por un camino bien señalado y resbaladizo por la pendiente que existe.
Y cuando llegas al final del mismo,el charco nos espera con un agua de un azul claro que invita al baño. Y da una pena salirse que no veas, a pesar que cuesta un poco entrar, luego da mucha pena de tener que volver al coche, pero se hace tarde y tenemos que llegar al pueblo para tomarnos una fresca juntos.
Sin duda que tenemos mucha suerte y siempre lo podré decir, conocer estos sitios y disfrutar de ellos solo está al alcance de unos cuantos y nosotros estamos entre ellos.
Nos vemos por las callejas.
Bajada.
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