lunes, 17 de abril de 2017

Capitulo 823: El silencio de Granadilla.



Y es que duele solo de pensar que te pueda pasar a ti. Una vida, tu familia, tus vecinos y tus costumbres, todo ello borrado de un plumazo en un abrir y cerrar de ojos. Sin poder defender tus derechos ante el dictador de aquellos años.



Cincuenta años después de que fueran obligados a salir sus últimos moradores, el pueblo sigue oliendo a cerrado. Si no fuera por el turismo, aquello sería igual que un cementerio. Las restauraciones siguen sembrando de vida los veranos, aunque no estén de acuerdo con ellas, los herederos de los antiguos moradores.









Una vez dentro de la villa uno retrocede en el tiempo y según paseas por la misma tu mente vuela de un lugar a otro.
Si cierras los ojos imaginas niños corriendo por sus calles de un lugar a otro jugando a cientos de juegos que hoy ni se conocen. Gente mayor con sus "zachos" al hombro volviendo a sus casas antes de que el sol les abrase sus caras.










Olores a guisados y estofados que envuelven todo el pueblo, mientras las mujeres recostadas en los quicios de sus puertas, cuchichean del ultimo noviazgo del hijo de la vecina de por bajo.

Así se imagina uno lo que fue aquella villa y se niega a ver lo que es ahora.





Y las palabras sobran y lo que mas reconforta es volver a ver una y otra vez las fotografías que pude hacer.





Ni siquiera sabemos explotar un lugar así. Cosa que no me sorprende sabiendo que somos de donde somos. Como me decía un chaval del País Vasco ayer dentro de aquel castillo: Si este pueblo estuviera situado en nuestra comunidad, tendría otro trato bien distinto. Aprovechando su encanto y belleza a la vez que podrían vivir de ello varias familias.





Lo de siempre, tenemos la materia prima pero no sabemos extraerla.





Si no conocéis Granadilla merece la pena una visita. Os emocionará pasear por sus calles.





Nos vemos por las callejas.

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