domingo, 26 de julio de 2015

Capitulo 669: Que las volvamos ha asar.

 Y un año mas volvimos a celebrar la fiesta del barrio, como la llaman los mas peques que por aquí abundan por suerte, en mayoría. Son los que mejor se lo pasan y hacen ellos también posible con sus juegos e inventos, que este fin de semana no decaiga de un año para otro. Y es que es una tontería el juntarse quizás, pero ellos empiezan a ponerse nerviosos desde principio de la semana con los preparativos previos. Globos de agua, sprays para pitarse o cualquier cosa que se les pueda ocurrir, en este barrio se realiza este fin de semana.

Nosotros, los mas mayores, sabemos que cada año le toca ir a comprar los trastes a dos vecinas del barrio. Esta tradición lleva ya varios años. Siete en concreto y aunque a lo mejor durante el año el trato entre los vecinos no es muy allegado, es cierto que no he visto ningún mal rollo entre nosotros desde que llevo viviendo en este lugar. Y eso se agradece, saber que tienes a gente cercana para lo que te pueda hacer falta es importante. La algarabía de los niños que cada noche visitan nuestro tranquilo barrio animan el lugar. Los coches no existen en nuestra calle y el que pasa por ella sabe que dicho lugar está plagado de niños y por lo tanto debe de tener cuidado.

La barbacoa famosa volvió a echar humo y el olor a carbón cubrió todo el barrio. El maestro cocinero Antonio, volvió a sudar la gota gorda y con su temple habitual consiguió de nuevo que la carne estuviera exquisita. Un plato mas de cada casa demostró a todos lo buenas cocineras que existen en el lugar y entre cerveza y cerveza y algún aperitivo mas, fuimos pasando la noche comentando los días veraniegos calurosos que llevamos y como nos la ingeniamos todos para ir sobreviviendo.

Los calambucos no faltaron y con la media noche alcanzando el reloj, el tan deseado fresco hizo acto de aparición y allí se estaba en la gloria. Risas, chistes y niños de aquí para allá nos fuimos acompañando hasta altas horas de la madrugada, donde en un santiamén quedó todo recogido como si nada hubiera ocurrido en el lugar.

Y esta mediodía las "sobras", por lo que es ya tradición que sobre para poder de nuevo comer juntos el domingo.

Y así es mi barrio y sus gentes, y bien contento yo de pertenecer a el. Saber que estas historias no se hacen casi en ningún lugar del pueblo nos hace persistir en que no decaiga nuestra fiesta y si el tiempo lo permite y estamos todos bien de salud, el año próximo el ultimo fin de semana del mes de julio volveremos a encender la barbacoa para que ese aroma a carne asada no se nos vuelva un extraño.

Gracias a todos en especial a Juana Mari y Miguel por cargar con casi toda la ceremonia cediendo el lugar.

Fotos: Juana Mari.









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