
La barbacoa famosa volvió a echar humo y el olor a carbón cubrió todo el barrio. El maestro cocinero Antonio, volvió a sudar la gota gorda y con su temple habitual consiguió de nuevo que la carne estuviera exquisita. Un plato mas de cada casa demostró a todos lo buenas cocineras que existen en el lugar y entre cerveza y cerveza y algún aperitivo mas, fuimos pasando la noche comentando los días veraniegos calurosos que llevamos y como nos la ingeniamos todos para ir sobreviviendo.
Los calambucos no faltaron y con la media noche alcanzando el reloj, el tan deseado fresco hizo acto de aparición y allí se estaba en la gloria. Risas, chistes y niños de aquí para allá nos fuimos acompañando hasta altas horas de la madrugada, donde en un santiamén quedó todo recogido como si nada hubiera ocurrido en el lugar.
Y esta mediodía las "sobras", por lo que es ya tradición que sobre para poder de nuevo comer juntos el domingo.
Y así es mi barrio y sus gentes, y bien contento yo de pertenecer a el. Saber que estas historias no se hacen casi en ningún lugar del pueblo nos hace persistir en que no decaiga nuestra fiesta y si el tiempo lo permite y estamos todos bien de salud, el año próximo el ultimo fin de semana del mes de julio volveremos a encender la barbacoa para que ese aroma a carne asada no se nos vuelva un extraño.
Gracias a todos en especial a Juana Mari y Miguel por cargar con casi toda la ceremonia cediendo el lugar.
Fotos: Juana Mari.
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