Cuando en el calendario el mes de junio toma protagonismo, en el Valle del Jerte y en toda su extensión, el color rojo empieza a brillar por encima del verde. Este cambio de color le hacen posible las ricas cerezas que año tras año recogen los propietarios de los miles y miles de cerezos que hay por la zona.
En nuestro particular calendario de rutas senderistas, hay varias que no pasamos nunca por alto y es de obligado cumplimiento el hacerlas. Sin duda, la de ir al Jerte a por cerezas, no la dejamos atrás.
Por eso hoy a las siete de la mañana, volvíamos a quedar en la plaza de Huertas de Ánimas, para desde allí poner rumbo a tierras Placentinas, no sin antes pasar por la panadería del pueblo y llevarnos el pan para después saborear el habitual "muerdino".
Últimamente la verdad que no somos muchos los que salimos a caminar. Unos porque han encontrado trabajo y les es imposible venir y otros porque la calor no les va bien o no quieren, el caso que cada vez salimos menos gente a las rutas y eso entristece a los que nos gusta ir bien acompañados.
El caso es que hoy nos poníamos en marcha cuatro componentes dirección Parque de Monfrague y desde allí hemos continuado hasta Plasencia. La temperatura matinal después de una noche bastante calurosa era agradable. Un ligero viento nos ayudaba a realizar bien el camino de ida, hasta llegar a la localidad de Navaconcejo, el cual es para nosotros como nuestro segundo pueblo, dada las veces que hemos visitado dicho lugar.
Lejos de parecernos aburrida esta ruta, cada vez que la hacemos descubrimos cosas nuevas, rincones distintos a los ya conocidos y siempre emparejamos con senderistas con los cuales podemos compartir alguna que otra charla y hay veces como en el día de hoy, que incluso nos comemos el muerdino juntos.
Aprovechando que la mañana estaba algo nublada y el sol no hacia acto de presencia, hemos comenzado la ruta a buen ritmo, fotografiando casi que los mismos lugares de siempre. No perdiendo detalle de toda la ruta. Un senderista conocido de la ciudad de Trujillo al cual nos hemos encontrado en las primeras rampas de subida, nos ha acompañado hasta la mitad de la ruta. Ver la cara de alguien que realiza por vez primera esta ruta, nos hace retraernos en el tiempo y recordar la primera vez que la hicimos nosotros.
Justo en la mitad de la ruta hemos coincidido con dos turistas chinas, las cuales por lo poco que las podíamos entender, estaban maravilladas viendo el espectáculo del agua caer por esos canchos. Después de ayudarlas a fotografiar el lugar, han decidido acompañarnos hasta la ultima cascada de la ruta, donde es de obligado cumplimiento, comernos el muerdino.
A pesar de que ambas turistas iban equipadas con sus correspondientes sándwich, ante nuestra insistencia y la buena pinta de nuestras viandas, dichas turistas no han dudado ni un solo instante en probarlo todo, al igual que ellas en compartir con nosotros, varias golosinas de su país, las cuales nos han gustado bastante. Y entre risas y poco entendimiento, hemos pasado ese rato hasta que hemos seguido camino.
De vez en cuando nos encontramos con gente cogiendo cerezas y nos gusta preguntarles por la cosecha y este año es verdad que se quejan un poco de que hay menos cantidad en los arboles, pero la calidad sigue siendo de diez y el tamaño de las mismas es impresionante.
Finalizando la ruta junto al río Jerte, no podemos irnos sin refrescarnos en sus aguas y comprar unas cerezas para degustarlas en nuestras casas. Al mismo tiempo otra excursión con ciudadanos orientales llegaban al lugar de partida de dicha ruta, por lo que intuíamos que también la harían. Es impresionante el trabajo que está realizando la oficina de turismo del Valle del Jerte, y los resultados se van viendo año tras año. Un verdadero éxito recibir a turistas que eligen a mas de ocho mil kilometros de aquí, venir a descubrir estas tierras.
El oro rojo atrae a la gente de cualquier lugar del mundo y hoy lo hemos podido comprobar.
Volveremos, claro que volveremos.
Nos vemos por las callejas.
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