miércoles, 24 de noviembre de 2021
Capítulo 993: Cuando un vecino nos abandona. ( Tío Mané).
domingo, 21 de noviembre de 2021
Capítulo 992: Hasta siempre Negu.
viernes, 29 de octubre de 2021
Capitulo 991: Fin de semana en Teruel y Albarracín.
Y como la distancia nos dejó de asustar hace muchos años, nos atrevemos a seguir conociendo aunque sea en fines de semana, lugares que antiguamente asustaban su lejanía tan solo con mirar los mapas.
Hoy en día puedes salir a conocer cualquier rincón de España un viernes y el domingo estar en tu cama recordando lo bien que lo has pasado. Y digo esto porque algunos todavía nos tachan de locos cuando les exponemos el siguiente viaje y las horas que tenemos por delante.
Este viaje era un poco especial puesto que volvíamos a vernos dentro del bus gente que por culpa de la pandemia, no había vuelto a viajar con nosotros y que por fin han decidido seguir haciendo vida normal, dentro de toda la prevención que debemos tener todavía con el puto virus.
Pues el viaje elegido era Albarracín, uno de los pueblos mas bonitos de España y doy fe de ello, y Teruel, ciudad que me sorprendió para bien cuando fuimos conociéndola poco a poco.
El pueblo de Albarracín te transporta a otros tiempos tan solo cuando empiezas a caminar por sus calles. Es una verdadera pasada ir mirando cada una de sus construcciones y recrearte con el color de la piedra que por allí existe, una preciosidad sin duda alguna.
Encima tuvimos suerte de poder hacer una pequeña ruta los que quisimos por los alrededores del pueblo, por donde el otoño se dejaba ver y el pueblo nos ofrecía unas vistas espectaculares. El lugar del famoso muerdino puede ser sin duda uno de los sitios donde mas he disfrutado de nuestras viandas y de las vistas que allí teníamos delante de nuestros ojos. El tiempo también acompañó y aunque hacía fresco, andando se soportaba bien y la verdad que después de aguantar un verano tan largo en nuestra tierra, apetecía un poco pasar algo de frio.
Y después de volver a montarnos en el bus y llegar hasta Teruel, toca dejar las maletas en el hotel y salir a comer, con el regusto todavía en la cabeza de haber conocido un pueblo tan bonito aunque esté un poco lejos de nosotros.
Con la famosa frase en la cabeza de "Teruel existe", comenzamos a recorrer sus calles y la verdad es que ciudades tan limpias ves pocas en toda España. En mi lista pasa a ser la tercera de las que he conocido, detrás de Oviedo y Zaragoza no he conocido hasta la fecha ciudad alguna.
Sus gentes son abiertas y simpáticas y da gusto preguntar cualquier duda que uno tenga que te responderán con gusto. La comida buena y a buen precio y la bebida poco mas o menos que por aquí. Sus torres son bonitas y se dejan ver desde cualquier lugar de la pequeña y coqueta ciudad.
Despertar en Teruel y asomarte a un balcón es una obra de valentía puesto que el frio te cortaba la cara a eso de las ocho de la mañana, lo bueno es que según iba avanzando el día las temperaturas iban subiendo y así, después de caminar por sus calles un buen rato decidimos bebernos un trago en una terraza que diera un poco el sol, aunque luego nosotros arrepentimos de ello, puesto que hacía calor.
Y las cuatro de la tarde dan enseguida y hay que volver a montarnos en el bus, eso sí, no sin antes haber degustado una buena comida cerquita del hotel, para no andar descalentados de aquí para allá corriendo en busca de las maletas.
Aunque nos queda un rato de viaje la vuelta se hace bien, nos queda contarnos todas las anécdotas e historias que nos han ocurrido por tierras aragonesas donde hemos podido disfrutar de nuevo, de la mano de nuestra jefa Paqui, otro viaje para enmarcar.
Siguiente parada, marzo, Sierra de Cazorla, deseando que llegue pronto y disfrutar de la compañía de amigos viajeros que no temen a los kilómetros.
Nos vemos en el bus.
Fotografías: Jose Fernando, Dartha y un servidor.
domingo, 3 de octubre de 2021
Capitulo 990: Sí, pero no.
Luchando contra el insomnio que desde hace un tiempo me acompaña como a tanta gente, me dispongo a expresar en voz alta mis sentimientos, que en mi cabeza incluso, son contradictorios.
Fuera se escuchan las ultimas voces de los mas rezagados que buscan los coches unos y otros, caminan tambaleantes hasta sus casas para intentar dormir la juerga de la noche anterior. No hace tanto tiempo que yo era uno de esos, de los que deseaba ver la hoja del mes de octubre en el calendario y olvidarme de todo para en esos diez días, reponer fuerzas, acaparar besos y abrazos de amigos y paisanos que solo por entonces podíamos darnos. Son tan necesarias en esta vida las relaciones humanas que ha tenido que venir una pandemia para que nos diéramos cuenta de la falta que nos hace para seguir viviendo.
La verdad que el mes de octubre en Huertas de Ánimas es el culmen a todo un año de preparos. Siempre se ha presumido en el pueblo de que las fiestas, para ser mas nuestras, debe de estar la mayoría de vecinos implicados en ellas. Unos colocando hierros, otros decorando escenarios, los que cobran los bonos mes a mes para saber del dinero que disponemos y un largo etcétera que no tendría papel para escribir. A la cabeza los cuatro o cinco cabezas visibles que sobre sus espaldas se cargan de una responsabilidad que si no has mamado en Huertas, no sabrás de lo que te hablo.
Y el año pasado fue el primero que todo se fue al traste por el famoso virus que nos metió a todos en casa, como aquella madre que ante el peligro cogía a sus crías y las ponía a buen recaudo. Tiene que ser así pensaban todos los habitantes del pueblo y poníamos los ojos ante la imposibilidad de celebrarlo en el dos mil veinte, en el siguiente año donde hasta los mas negativos decían que ya todo habría pasado.
La gente intentaba quedarse con la parte positiva de no haber tenido fiestas, eso si, siempre con la boca chica. Podías escuchar a la gente decir que habíamos ahorrado dinero, que los cuerpos estaban bien descansados sin tener que haber soportado varios días de atracones de comida y bebida que hasta el mas cuidadoso alguno de los días descuidaba.
Para el huerteño trabajador sabe que como mínimo un fin de semana hay que guardar de vacaciones para visitar el pueblo en sus fiestas y a pesar de no haber fiestas, se pudo ver varios forasteros que habían guardado esos días por el pueblo deambular por sus calles como extraños que no conocían el pueblo sin sus fiestas.
Había cambiado tanto la película que incluso muchos autóctonos para el veintiuno dejaron de subrayar octubre en sus vacaciones y cambiaron esa semana por otra del verano, no se confiaba viendo los datos y el devenir de la pandemia, que se pudieran celebrar las fiestas y por lo menos en verano las playas estarían deseando de recibir a todos los huerteños que en época normal, sacrifican la arena de la playa, por la arena de la plaza, que por segundo año consecutivo, no cubre el suelo.
Pero este virus es tan hijo puta que cuando te crees que lo tienes controlado te vuelve a sacudir y a llevarse con el a personas conocidas, familiares y amigos que no pudieron defenderse de sus garras. Y eso ha puesto en alerta a mucha gente, a las cuales ha conseguido hacer desconfiadas, poco sociables e incluso solitarias, puesto que es la manera de intentar saber si lo has pillado tú o te lo han pegado, esa puta y asquerosa duda que nos acompaña este año y medio largo, eterno diría yo.
Y después de meses en los que unas veces te permiten hacer de todo y al siguiente te lo vuelven a prohibir, se levantan todas las restricciones y nos abren las puertas por donde todos deberíamos de haber salido tapándonos los ojos, como quien sale de una cueva después de haber estado año y pico metido en ella...
No, hay gente que ante el temor prefiere quedarse en la cueva porque ahí se ve protegida, porque fuera teme que cuando mejor esté y mas cerca vea lo que fue su anterior vida, vuelvan a venir los de siempre a empujarnos de nuevo hacia la cueva.
Desde ella, se asoman para ver que tal les va a los de fuera, con el temor en sus rostros y con la angustia que está presente a diario y le oprime su pecho, ojala y no vuelvan a venir todos hacía nosotros piensan, mientras ni siquiera se han planteado ellos, el ir saliendo poco a poco de su escondite.
Se va a tardar en recuperar la normalidad, unas lo harán antes y otros les costará un mundo hacerlo. Debemos de ser pacientes con estos últimos e intentar ayudar yendo hasta cada una de esas cuevas y tender nuestras manos para que los mas desconfiados se agarren a ellas y vuelvan a caminar a nuestro lado, pero sin prisa, cada uno tomándose el tiempo que haga falta.
Por eso veo bien por un lado, que ante el levantamiento de restricciones la gente quiera volver a recuperar el tiempo perdido. Pero por otro lado, mis pies caminan derechos a la cueva desde donde estoy mucho mas cómodo a día de hoy. Quien sabe, quizás mañana sea el día en que me agarre a una mano amiga y decida salir de ella. Mientras tanto, vamos a respetarnos los de dentro y los de fuera, que esto sirva de aprendizaje y sin atreverme a poner fecha, podamos volver a disfrutar nuestras fiestas como eran siempre, sin experimentos ni prohibiciones, donde algunos cargábamos las pilas para todo el largo año que teníamos por delante.
Un saludo a todos y feliz vida, tanto dentro como fuera de las cuevas.
miércoles, 22 de septiembre de 2021
Capitulo 989: De Madroñera a Guadalupe.
Y aunque siempre digo que no vuelvo, aquí estoy otra vez escribiendo de nuevo mi aventura que el domingo pasado nos llevó de nuevo a Guadalupe.
Si me permitís, diré que esta vez sin duda ha sido la mas especial de todas ellas, aunque las otras tres veces que fui, siempre hubo de todo. Sin duda muchos ratos buenos y otros de sufrimiento, como es esta aventura de ir andando hasta Guadalupe.
Después de no haber podido ir el año anterior por todo lo que sabemos, este año había puesto poco interés en ir, tanto es así que apenas había entrenado, pero lo que es peor, que psíquicamente ni me lo había planteado.
En el grupo que tenemos ya se puso fecha un mes antes, pasaban los días y no lo echaba en cuenta. En mi cabeza había solo preocupaciones de trabajo, de virus y de intentar hacer las cosas bien para no pillarlo. Lo último de lo que me acordaba era del viaje a Guadalupe.
Y llega la semana antes que es cuando se prepara todo en una cena bien organizada y allí me presento sin tener todavía claro, si voy o lo dejo. No sé que tendrá esta ruta, si es su dureza, su cantidad de horas alrededor de gente buena o que, pero al final la cabeza siempre me dice que tire hacia delante y lo vuelva a intentar.
El día antes es sin duda cuando mi cabeza se pone en modo preparativos y ya solo atiendo a la deseada (o no) ruta. Preparar mochila, comida, bebida, medicina, ropa y las ganas de andar que no aparecen por ningún lado. Sin duda alguna que si me animo a ir es porque de nuevo volvemos a tener coche de apoyo, en el que Marigel y Tito vuelven a hacer de ángeles de la guarda, para que nuestro peso sea menor y no nos falte un lugar donde quedarnos en caso de que las piernas no respondan.
Los que han realizado alguna vez esta ruta sabe de sobra lo verdaderamente importante que son los que nos acompañan con el coche, porque además ellos aunque no realicen la ruta, se pegan toda la noche sin dormir y eso también cansa tanto o mas que ir caminando.
Como novedad y ante la poca preparación de todo el grupo, decidimos salir de Madroñera, así, nos quitamos unos diez kilómetros de ruta y sobre todo una de las cuestas mas duras de todo el recorrido, donde años atrás ya se quedó mas de algún senderista medio grogui.
Este año vamos ocho valientes, con tan solo nuestra amiga Charo de mujer, que forma física la suya y que voluntad tiene siempre a la hora de apuntarse a estas rutas. La otra compañera habitual de todos los años,(Merche) no puede acompañarnos por culpa de una lesión producida en uno de los dedos del pie, que la hace comerse las uñas al no poder acompañarnos, seguro que la próxima no te quedas atrás.
Un acompañante nuevo se une este año, yo creo que es el mas preparado de todos los que vamos, se nota que la promesa que tiene hecha se la ha tomado en serio. Juan Domingo se le ve alegre en el caminar y sin duda cuando me queda flipado es al llegar la noche y ver como se orienta sin luz y sin apenas saber el camino.
Los demás somos los de siempre, Carlos "el serpa", que volvió a hacernos dudar en alguna parte del recorrido (jejeje). Andrés el que nunca está preparado según él y siempre llega sin apenas quejarse a Guadalupe. Antonio, el casi jubilado del grupo que probó las mieles de la ruta la vez anterior y ya no se apea del carro de ir todos los años. Tomás y Toño que este año les hicimos el honor de salir desde su pueblo, Madroñera. Charo y un servidor, que por cuarta vez se plantó en Guadalupe aunque todavía, tres días después, no se, ni como lo conseguí.
Y podía seguir escribiendo elogios hacia los compañeros, pero los lectores habituales ya saben de otros años como son. Imposible describir lo que se vive en las 15 horas que nos pegamos andando juntos, compartiendo nuestras inquietudes, contándonos nuestras penas y sobre todo ayudándonos a completar este reto que sin duda nos llena la moral para varios meses.
Este año no hubo casi problemas en ningún senderista para llegar, alguna boja que otra, que no tuvo suficientes agallas para atacar las ganas de llegar. Los demás dolores con el reflex y algún que otro analgésico se camuflan y cuando menos iras estás en Berzocana con los pies metidos en su fuente que como novedad, este año, o tenía su agua muy fría.
La noche había sido espectacular, un cielo raso, con la luna al 92% y la "berrea" en pleno apogeo. ¿Qué mas se puede pedir? Pues aunque parezca que todos los años es lo mismo, este año tumbados en el pasto al lado de un castaño milenario, pude contemplar el cielo mas hermoso que han visto mis ojos. El silencio solo interrumpido por los ciervos era espectacular y las estrellas parecían que iban a caer encima nuestra, a todo esto le añades que en las piernas llevas un porrón de kilómetros y si te digo la verdad, me hubiera quedado allí hasta que el alba me hubiera despertado de aquel magnifico sueño...
Y vuelves a ver Guadalupe y la sensación vuelve a ser indescriptible, con los pros que hemos vividos los últimos meses seguro que las lagrimas me vuelven a acompañar y ya es que ni me importa que aparezcan por mis ojos, cuando cruzo el arco que me deja delante de aquel majestuoso lugar. Este año llevo la agenda cargada de peticiones para la patrona de toda la familia y amigos y aunque como yo la digo a "la Morena", aquí te dejo todo esto de parte de toda esta buena gente, como yo no creo, solo quiero que me dejes volver al año siguiente para volver a traerte en la mochila, todas las plegarias de los que no puede venir, con eso me basta y me sobra...
Gracias de nuevo a mis compañeros de ruta, es un verdadero placer caminar con vosotros. A Tito y Marigel, daros las gracias al cuadrado porque sin vosotros esto no hubiera pasado y a todos los que andan año tras año pensando en venir y no se deciden, no os lo penséis mucho, la vida son cuatro días, dos han pasado, el tercero está lleno de virus y el cuarto es mañana. Si llego yo, llega cualquiera.
Nos vemos por las callejas.
domingo, 8 de agosto de 2021
Capitulo 988: Forasteros en su propio pueblo.
Era llegar agosto y llenarse los pueblos de coches raros que usurpaban los aparcamientos a los cuatro coches que pululaban por el pueblo. Los cuatro latas que se cruzaban con los seat y que veían venir los flamantes renault 9, 11, 14, 18 y los primeros 19 que eran dignos de admirar por todos los muchachos que nos sacaban de mirar un Sinca 1200 y un renault 6 y todos nos parecían unos verdaderos cochazos.
Dentro de alguno de estos que venían en agosto estaban algunas de nuestras amigas de verano que ansiábamos ver para ya por aquellos años, intentar ligar con ellas. No era fácil los primeros días de vacaciones congeniar con los nuevos inquilinos que poblaban las calles, pero en cuestión de una semana o poco más, éramos todos amigos.
El pueblo se llenaba de olor a humedad de casas recién abiertas después de todo el año cerradas, aunque muchas de esas casas eran revisadas por familiares y vecinos por lo menos una vez al mes, pero no era suficiente para que desapareciera ese olor. Ir a llamar a los amigos forasteros a sus casas era pasar un examen por parte de sus padres antes de dejarlos salir. Que si donde íbamos a ir, que tuviéramos cuidado con los coches a lo que nosotros los del pueblo, nos mirábamos perplejos pensando que los coches que había en el pueblo los teníamos todos controlados y pocos andaban por las calles una vez que las bombillas que quedaban vivas en las calles, se encendían.
Cuando los venidos de fuera se juntaban entre ellos y comenzaban a contar sus vacaciones en las playas, los del pueblo pasábamos a un segundo plano, la mayoría de nosotros solo conocíamos la playa cuando en el telediario de la primera salían llenas de gente y para contrarrestar sus batallas, los invitábamos a venirse a bañar con nosotros en alguna de las charcas que por agosto le quedara algo de agua, que no eran muchas, pero siempre había alguna aunque estuvieran llenas de cieno y de alguna que otra sanguijuela.
Cómo íbamos a pensar nosotros que a ellos y ellas les iba a dar asco bañarse en esas aguas, donde nosotros éramos felices, ellos se limitaban a vernos salir llenos de lodo con los gayumbos mas negros que el picón de encina que casi siempre terminaban en el zarzal mas cercano a las charcas.
Esos zarzales eran testigos de nuestros concursos que en agosto realizábamos, cuando estos estaban repletos de moras. El concurso era fácil, ponerse al lado del zarzal y comenzar a coger moras y meterlas en la boca, el que mas lograra meterse era el ganador. Yo no se como mas de uno no terminaba atorado de moras y si es cierto que una vez hubo un percance que derivó en posterior operación de apéndice.
Estas cosas nuestras eran admiradas por nuestros amigos foráneos como si de extraterrestres nos tratásemos, aunque a la segunda semana pudiéramos ver sus bocas repletas también de moras y sus gayumbos llenos de cieno, al bañarse en nuestras "playas"......
Hoy cuando llega agosto el pueblo sigue igual de vacío, lo único que cambia es el ver coches raros con matriculas que los autóctonos no conocemos y que por los nombres de los concesionarios, sabemos averiguar de donde provienen. Este puto virus ha cambiado nuestros hábitos y en lugar de dar besos y abrazos a quienes vienen por época estival, son mirados con caras de pocos amigos por muchos, pensando que de donde ellos vienen hay mas virus que por los pueblos, aunque todos sabemos que esta afirmación es falsa. Los que se criaron en el pueblo y tuvieron que abandonarlo no merecen que nadie les mire mal, ni que se le niegue el saludo, aunque sea guardando las distancias. Muchos de los que nunca faltaban en agosto han preferido ni venir, renunciando a su relajada y merecida estancia en su pueblo de siempre, donde nacieron, crecieron y sin duda que pasaron los años mas felices de sus vidas y que hoy no pueden volver a recrear aquella felicidad por culpa de lo que nos ha cambiado la vida a todos. Esa desconfianza que se ve en los ojos de la gente tardará años en desaparecer y de aquellos años de felicidad, solo nos quedaran estos recuerdos que hay que escribirlos para que, los que vienen detrás sepan, que hubo uno vez donde nadie fue forastero viniera de donde viniera y mucho menos en su pueblo.
Capítulo 1.021: Finde de las tres "S"
Santoña, Santander, Santillana del Mar. Nos volvimos a poner en carretera cuatro meses después de haber hecho el anterior viaje a Portugal...
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Iniciábamos los años noventa cuando un Renault 6 verde se para junto a mí, se baja la ventanilla, con la manivela por supuesto, y una bocana...
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Es el mejor rato antes de que cada uno enfile para su casa a cenar con los suyos. Debemos de llegar a la hora justa, ni antes, ni después....
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Y un dia, sin saber ni porqué si ni porqué no, se presenta en tu cuerpo sin avisar. Se apodera de tu mente y se aloja supuestame...