domingo, 24 de mayo de 2020

Capitulo 967: Santa Rita, treinta años después.



Quedé con él para irnos temprano, las temperaturas estaban subiendo como si el verano se quisiera quitar de encima a la primavera de un plumazo. A las cinco es buena hora, aunque se que para él, puede ser demasiado temprano.

Pongo mi reloj a las cinco menos cuarto, aunque siempre me pasa que cuando quedo para ir algún sitio, no pego ojo. Vuelta para un lado y vuelta para otro y cuando parece que vas a coger el sueño, suena el desgraciado del despertador, haciendo polvo un bonito sueño donde todo era color de rosas...

Desde la ventana del salón puedo escuchar la música de la discoteca Terpsicore, no creo que tarden mucho en cerrar puesto que Suero, el pincha discos, a las cinco corta la función. Escucho de fondo la canción de los "The Runners" y no sé si será la ultima o terminará como suele hacer todos los sábados con Gwendal, con la canción Irish Jig para que todos acaben empujándose como bestias y terminen por los suelos.

Preparo la mochila y en ella abunda sobre todo el agua, hoy hará mas falta que otros años donde el frío nos suele acompañar. Cuando estoy cerrando la puerta de casa le veo venir por el fondo de la calle con ropa de fiesta y el vaso en la mano.
_ ¿No tendrás pensado venirte de esa guisa a caminar?
- Pues que le pasa a mi ropa, ¿no vale para ir a ver a Santa Rita?
_ Con la calor que dan para hoy las vas a pasar un poco putas y con los zapatos esos los kilometros se te harán eternos, pero tú mismo.
- Venga, nos vamos ya que se hace de día y nos pilla toda la calor.
_¿El vaso le dejas aquí o te le llevas?
- Espérate que apure el ultimo trago de mi ciento tres con coca-cola, que me le ha invitado Pablo antes de que Suero cortara la música. Pepe Tejero y Ballena ni me han visto salir con el vaso, si no, me hacen dejarle en la puerta.

_ Pues vamos, veremos a ver si no te quedas por el camino y tiene que ir tu padre Antonio a por ti con su renault seis rojo que está ya pa pocas.
- No, a mi padre no le molesto a estas horas, que quieres, ¿que me de una ostia? Yo soy muy cabezón y tengo en mente llegar a nuestro destino.

La noche está preciosa y un manto de estrellas lo cubre todo. Saco mi linterna de minero y me la coloco en la cabeza, menuda diferencia para poder caminar sin peligro de aterrizar, aunque mi compañero que no lleva nada, tan solo el resplandor de mi luz, no hace nada mas que tropezarse. En cualquier momento se da de bruces en el suelo y le tengo que llevar a casa.

-Cuanto invento, me dice refiriéndose a la linterna. Toda la vida hemos ido a oscuras y no nos hemos matado, aunque es cierto que algún porrazo que otro si hemos pegado.

Pues verás cuando saque el móvil y le vea, se quedará flipado, pienso mientras una brisa de aire nos da en la cara. Que a gusto!!

_ Y la novia, no ha querido venir?
- No, ella se fue para casa cuando cerraron Viñeros, vino una vez con las amigas y dijo que no volvía, no la gusta andar mucho.
_ Cuídala mucho que es muy buena muchacha y hacéis muy buena pareja. ¿ La quieres?
- Como no la voy a querer, por supuesto que si.
_ A lo mejor acabáis un día casados y formando un hogar.
- Ehhh, tranquilo que tengo diecisiete años nada más, no corras tanto.
_Solo digo que la cuides mucho y la hagas mas caso.

En media hora estábamos en la plaza de toros trujillana, vamos a buen ritmo a pesar de los tropezones que viene pegando mi compañero de ruta.
Saco el móvil para ver la hora y los kilómetros que llevamos y es entonces cuando Marcos se queda con la boca abierta.
- ¿ Y eso que cojones es? ¿ Para que sirve ese aparato?
_ Un móvil y sirve para todo. Para llamar, para saber por donde vas, cuenta los kilómetros, tiene luz, e incluso puedes hacer videollamadas para ver con quien hablas.
- ¿Como? tú te quieres quedar conmigo o que, venga llama a alguien que yo lo vea.
_ Son las cinco y media de la madrugada, a quien quieres que llame a estas horas. Luego te lo demuestro mas tarde.

Una hora después seguimos caminando a buen ritmo y en un bache que no logro ver meto el pie y tropiezo. La linterna por un lado, las pilas por otro y este cabrón descojonado de risa. Me miro la rodilla y veo sangre aunque lo que mas me duele es la cadera donde me he dado un buen golpe.
Me ayuda a levantarme y entre los dos buscamos las pilas.
- ¿ Que pilas son estas tan pequeñas? no las he visto nunca.
_ Bueno si, ya llevan tiempo en el mercado, aunque a ti te quedan algunos años para conocerlas.
- Estas bien o nos damos la vuelta, me pregunta con la sonrisa en la boca.
_ Estoy bien, solo me duele un poco la cadera pero ya se pasará. Venga seguimos.

Las primeras claras del día nos alcanzan llegando al río Magasca donde mi compañero dice que se va a refrescar, la resaca empieza a asomar y yo no sé las veces que me ha pedido agua, me temo que se nos terminará antes de llegar al destino final.
_ ¿ Que haces quitándote la ropa, te vas a bañar ahora?
- Ahora mismo, que llevo los pies cocidos de los putos zapatos.
_ Venga, date prisa que ya está aquí Lorenzo y no veas como viene de cabreado.

Un cuarto de hora  después estábamos caminando de nuevo y seguimos a buen ritmo, lo suyo es llegar a las ocho mas o menos al pueblo.

- Voy nuevo, menudo baño me he pegado y no se si por lo de noche que es todavía, pero me parecía que el agua estaba hasta limpia y todo para ser el Magasca.
_ Si, ya hay mas depuradoras que hacen ese trabajo.
- Depura que?
_ Nada, déjalo, no tengo ganas de darte mas explicaciones... Y cuéntame, ¿donde estas currando ahora?
- De albañil llevo un par de años, me gusta más que la fontanería aunque mi padre se haya cabreado por ello.
_ Bueno, la construcción también tiene mucho curro, lo suyo es aprender bien el oficio y luego en cualquier empresa podrás trabajar.
- Si, pero no veas para aguantar a los oficiales, hay días que llego mas quemado a casa que la moto de un hippy. Con unas ganas de dejarlo todo que pa que, aunque en casa no me puedo quejar, porque si he dejado de estudiar es por que yo quise, no porque mis padres me obligaran a dejarlo.
_ Pues si, ya tendrás tiempo de arrepentirte en los próximos años y de decirlo mas de dos veces al día cuando estés hasta los cojones de agua o te esté dando el sol en la cresta desde que sale hasta que se pone.

Bueno ya podemos guardar la linterna mientras seguimos a buen ritmo, los llanos de la dehesa se hacen largos y monótonos y mi compañero no habla nada, parece que vaya dormido andando, pero no tropieza desde hace mucho rato.

- ¿Cuanto dice el cacharro ese que nos queda?
_ Una hora mas o menos si seguimos a este ritmo.
- Vaya invento macho y ?queda mucho para poder tenerlos nosotros?
_ Si, algunos años todavía.
- ¿Luego todo se hará con ese trasto? No creo que se puedan hacer todos los trabajos con eso.
_ La mayoría si. Desaparecerán muchos oficios, como el sillero, el afilador, el holatero y otros cuantos mas.
- Pues vaya mierda de invento, si solo quita puestos de trabajo pa que coño lo inventan.
_ También hay nuevos trabajos, como informáticos, diseñadores gráficos, y muchos mas.

Ya se ve el pueblo a lo lejos, los tres últimos kilómetros son por asfalto y suelen ser los mas duros para los pies, aunque a mi compañero le da igual el terreno, los tiene que llevar llenos de bojas pero no dice ni pío.

_ Lo justo, las ocho y cinco y estamos. Nos comemos algo de lo que llevo aquí o vamos a la churrería?
- Que pregunta mas tonta, vamos a por un café y una copichuela.
_ Si, tú no dejes que se te baje el nivel de alcohol en sangre.
Yo me voy a comer un plátano y te espero aquí sentado.
- Como quieras, ahora vengo y llamas con ese trasto a quien sea para que vengan por nosotros.

Mi idea es volver andando, hace tanto tiempo que no hago una ruta larga que los pies me lo piden aunque no esté en mi mejor momento de forma. Pero este que se vuelva en coche, cualquiera le lleva otra vez andando de vuelta.

He tenido que ir a buscarle a la churrería para que se viniera.
- Chacho, que coño pasará en este pueblo que todos tienen una mascarilla en la boca? me ha dado un mal rollo que he estado a punto de irme sin pedir nada. Encima me dice una mujer que si yo no tengo que no entre. Me cago en to, aquí están todos zumbados.
_ Es obligatoria en sitios públicos, se me ha olvidado decírtelo.
- ¿Que coño habéis hecho para llegar a estas cosas? que miedo da seguir cumpliendo años...

_ Estoy pensando volver caminando, ahora si quieres llamo a tu casa para que vengan a por ti.
-No, yo me vuelvo contigo. ¿ Que te crees que no me atrevo?
_ Es mucha tela para no haber dormido, pero tu mismo. Lo peor es que es difícil que venga nadie a por ti una vez nos metamos en el berrocal.
- Venga, voy a por un par de cervezas para el camino y nos vamos.
_ Espera, toma la mascarilla que te denuncian como te vean sin ella.
- Cuanta puta tontería y esto como coño se pone, si parecemos médicos.

Pues arrancamos de vuelta y se que al compañero se le hará duro el camino, aunque confío que las cervezas le lleven un rato entretenido.

- Bueno y cuéntame, ¿mis amigos siguen siendo los mismos?
_ Si, incluso tienes algunos mas repartidos por toda España.
- Juer, eso quiere decir que he viajado algo, me gusta ese futuro. ¿Se han casado todos?
_ Si, la mayoría están casados y con familia. Bueno, Isidro sigue mozo.
- Que cabrón y seguro que sigue en el ejercito.
_ No, aquello ya terminó. Ahora anda por el pueblo pero ha currado por todos lados, ya sabes que no le teme a nada.
- ¿ Y quien es el primero que se casa de todos?
_ Alberto.
- Que? no me jodas, con Tere?
_ Si y de penalti.
- Jejejej, que cabrito. Y su hermano Vito sigue por el pueblo?
_ No, vive en Robledillo y tambien se casó.
- Y Angel Luis?
_ Casado con Puri y con una niña, bueno una mujer ya. Bien guapa.
- Que bien, sigue en Huertas?
_ Si, anduvo unos años por Badajoz pero ya hace bastante que se vinieron.
- Bueno y yo entonces me caso o no? tendré hijos o no?
_ Solo te puedo decir que si te casarás, pero nada mas, ni con quien ni cuando.
- Pues vaya putada, saber de todos menos de mi.
_ Así es, que le vamos a hacer.

Bueno, ya llevamos un tercio de la vuelta y el sol empieza a calentar. Las cervezas se han terminado y ya empieza a pedir agua el compañero que lleva una manera de andar un poco graciosa, será que no sabe ya como poner los pies para que no le molesten los zapatos de los domingos.

- Cuando lleguemos al Magasca me baño otra vez, vaya puta calor que hace con los pantalones estos.
_ No será que no te lo he dicho.
- Aquello que está allí sembrado que es?
_ Una bodega, el "habla".
- Que hacen vino aqui?
_ Si y muy bueno por cierto.
-Curra mucha gente del pueblo?
_ Algunos hay si.

A punto de llegar al Magasca le veo que se queda mirando las alpacas que hay amontonadas y ya sabía la pregunta al verlas tan grandes.

- Y esas alpacas como se cargan? cuanta gente hace falta para levantar una de esas?
_ No hombre, eso se hace ya con tractores, otro oficio que se está perdiendo.
- Pues de ese no me da pena, que los dos veranos que me ha tocado ir con Tino Y Saturio quedé de paja hasta los huevos...

No le ha faltado nada mas que salir corriendo al ver el agua, el baño le ha venido que ni pintado. Yo también he aprovechado para refrescar los pies que vienen algo tocados.

_ Vámonos que nos queda mas de una hora y no veas como calienta ya.
- Voy, que prisas tienes. Seguro que mañana paso mas calor haciendo hormigón en la obra.
_ Pues mira, creo que mañana tenemos los dos el mismo oficio...

Que ganas de ver la ermita de Santa Ana para saber que nos queda muy poco. El compañero viene reventado y creo que lo mejor es que vengan por el.

_ Quieres que llamemos a tu padre?
- No creo, lo que queda lo hago andando si o si.
_ Tu veras pero no te veo andar muy bien.
- Ahora nos metemos en una iglesia y recuperamos líquidos.
_ Que va, si están todas cerradas.
- ¿Como? que no hay bares? pues vaya mierda de vida tenéis, sin bares, con mascarillas puestas y sin nadie por las calles, que cojones habéis hecho?
_ Es difícil de explicar...

_Bueno pues llegamos, ahora llegas y te acuestas que mañana hay que madrugar.
- No creo que me levante en toda la tarde.
_ Seguro. Venga campeón que eres un valiente. 34 kilómetros con la ropa de los domingos, si señor....


Hoy treinta años después, he podido recordar aquella primera vez que he vuelto a realizar con treinta años mas en las costillas.

















jueves, 21 de mayo de 2020

Capitulo 966: La leyenda del cancho con patas.


Cuenta la leyenda que hubo una vez donde una joven trujillana de la alta alcurnia se enamoró de un jovenzuelo pastor, que vivía en la dehesa de Huertas de Ánimas.
Esta moza puso sus ojos en el zagal un jueves, cuando acompañada por su ama de llaves y por su chófer, se dispuso a acudir al mercado, que dicho día de la semana, se celebraba en la plaza mayor trujillana.

El pastorzuelo acudía cada jueves junto a su padre, a lomos de la burra Leonarda que cada jueves que pasaba parecía que no llegaría viva al siguiente. Los primeros tropezones siempre eran justo al llegar al "Charco de Tía Rentera", donde varias veces emparejaban al pasar, con alguna que otra moza a las que sus madres, habían mandado a lavar. Anselmo, nuestro pastor, no quitaba ojo a la Juani, hija de tía Juana, la mujer del sastre de Huertas. El padre de Anselmo, tío Lucas, siempre aceleraba el paso de la burra Leonarda al pasar por aquel lugar, temía que cualquier día de aquellos, serían el hazme reír de aquel nutrido grupo de jovenzuelas que parecían que aguardaban el momento del accidente cada jueves, con mas ilusión.
!La puta burra! gritaba tío Lucas mientras la daba con la vara de olivo que llevaba en las alforjas junto a una buena colección de quesos, que habían estado preparando toda la semana en el chozo.

Al pasar por el pueblo siempre tocaba hacer parada para reponer líquidos y vender algún que otro queso en la taberna de tío "Juriche", donde los hombres mas madrugadores ya andaban con las copas de anís y coñac para entrar en calor, antes de salir cada uno hasta su puesto de trabajo, acompañando la mayoría algún rebaño de cabras u ovejas, incluso varios andaban con piaras de guarros de montanera.

!Déjame un par de ellos y el jueves que viene te los pago!
Le gritaba Isidro, el pastor del Barranco, que como cada jueves había venido al pueblo con la buena intención de reunirse con su mujer, a la cual según las malas lenguas, cada vez que veía, la preparaba otro zagal. Cinco tenía con él trabajando en el campo y por el pueblo andaban otros tres, más el que venía de camino. Felipa la "coneja" tenía bien puesto el mote en el pueblo. Ella solo sabía reírse y dar de mamar a los cachorros, se la podía ver en cualquier lugar del pueblo con las dos tetas fuera y los dos hijos mas pequeños, enganchadas a ella y algunos de los mas mayores, esperando a que estos terminarán para poder merendar ellos el mismo manjar.

-Aquí te los dejo Isidro, que sepas que me debes los dos de la semana pasada, que yo no estoy para ir regalando nada.
_ Tranquilo, que lo que tardemos en cosechar, tengo reales de sobra para pagarte toda la producción que has hecho este mes.
- Eso espero. !Con Dios!
_ Tómate otro vaso que invito yo, le decía Isidro, el marido de la coneja, a la vez que apuraba el ultimo trago del suyo.
-Gracias pero tengo prisa, me esperan en el mercado mis clientes habituales, otro día.

Fuera esperaba Anselmo junto a la burra, que era la que menos ganas tenía de ponerse en marcha. Solo de pensar la cuesta que  esperaba al animal hasta llegar a la plaza mayor, intuía que cualquier jueves les tocaría a él y a su padre subir los quesos a cuesta.

El puesto del mercado le montaban rápido, un par de mantas que bien dobladas venían en el fondo de las alforjas, las tiraban en el suelo extendidas y los quesos encima. El tiempo les había ido creando buena fama y eran muchos los habitantes de la ciudad que acudían a comprar sus quesos. Felipa, la mujer de Lucas era quien preparaba la mayoría de quesos, tenía el don de "las manos calientes", que según los entendidos era la mejor cualidad para fabricar quesos.

Pronto el puesto se llenaba de gente y aunque muchos y muchas regateaban hasta el ultimo real, era rara la vez que no les pagaban el precio que ellos llevaban en mente. Alguna vez le tocaba al bueno de Anselmo, acercar la compra a la casa de mujeres mayores que venían cargadas con mas compras y que el peso de un par de quesos podía desestabilizar. Casi siempre le caía algo de propina a pesar de que su padre se lo tenía prohibido. !Toma hijo, pa que te compres algo ! y Anselmo miraba a su alrededor diciendo con la boca chica que no hacía falta que le convidaran, a la vez que extendía la mano para recoger la perra chica.

De vuelta al puesto vio a lo lejos junto a su padre, una señorita bien vestida y elegante, la cual no hacía nada mas que porfiar y reírse de Lucas, que andaba pesando cada queso que la joven le iba diciendo, para una vez que este le comunicaba el peso, le decía que ese no era, que era el de al lado.
Lucas era un hombre con infinita paciencia y estaba mas que acostumbrado a lidiar con la gente pudiente que moraba en la ciudad trujillana, pero esta niña se le escapaba de las manos y la verdad es que no le sonaba de ser clienta habitual.
Al llegar Anselmo junto a su padre, la joven cambió la manera de actuar y en lugar de pedir que le pesaran mas quesos para no elegir ninguno, esta comenzó a juguetear con el zagal. 
_Quiero aquel.
- ¿Este? preguntaba Anselmo levantando el queso sugerido por la dama.
_ No, ese no, el de al lado.
Y cuando el pastor levantaba el queso seleccionado la chica volvía a repetir su jugada.
 Tío Lucas harto de la niñata, apartó a su hijo de los quesos y con la voz levantada dijo: !No le muestres mas quesos, no va a comprar ninguno.! Que se vaya a reír de su familia.
La joven que parecía acostumbrada a liarla muy a menudo, entró en cólera y no se le ocurrió otra cosa que liarse a patadas con todos los quesos que los pastores tenían encima de las mantas. Fue el ama de llaves que andaba comprando naranjas en el puesto de al lado, quien al verla, corrió despavorida para quitarla de allí. Junto a la ayuda del chófer que rápidamente acudió al lugar al ver el revuelo.
Anselmo también ayudó a calmar a la joven aunque es cierto que se llevó de regalo varios arañazos y una patada en la espinilla que le dejó un buen rato cojo.

Cuando se llevaron a la dama, tío Lucas maldiciendo para sus adentros, intentó sin mucha suerte recuperar alguno de los quesos que había sido fruto de las patadas, estaban destrozados y no servirían para la venta. 
-Vámonos Anselmo, no tenemos nada que vender en esta plaza. Tráete a la burra que carguemos todos estos resquicios y nos vamos para el chozo.
Fue uno de los policías que vigilaban el mercado el que los dijo que dejaran limpio todo aquello, por si no tenían bastante con la putada que les había preparado la damisela.
- Que lo limpie la señorita y sus criadas, que nosotros no hemos hecho nada. Contestó tío Lucas bastante cabreado.
_ No me haga usted sacar la porra y liarme a porrazos con usted y su hijo, recojan todo eso y se vayan por donde han venido.


Diez minutos después, la burra, tío Lucas y Anselmo pasaban delante de la iglesia de Santo Domingo buscando la calleja del pozo nuevo que les devolviera justo al cruce del Regajo, por donde subirían camino de Huertas.
En el trayecto no se escuchó nada mas que algún que otro tropezón de la burra Leonarda, que sabía de sobra que el horno no estaba para bollos y ante cualquier desmán suyo, la vara de olivo saldría pronto a pasear sobre sus costillas.

_ No paramos en el pueblo a vender las sobras, preguntó Anselmo a su padre.
- Qué sobras vas a vender si la puta niñata ha zaleado todos los quesos, quien coño va a querer comprar esto.
_ Padre, se los podemos dejar a tío "Resti" en el comercio, que él haga lo que crea conveniente con ellos, seguro que los saca provecho.
- Mira, parece que vas aprendiendo pronto lo que es el negocio. Tienes razón, vamos al comercio y que nos de lo que quiera por ellos. Incluso los podemos cambiar por alguna tira de bacalao que tu madre lo prepara con arroz y patatas como no lo hace nadie en toda la dehesilla.

Justo al pasar de vuelta por el charco de tía Rentera tío Lucas le dijo a su zagal que si se había fijado como le miraba la Juani cada vez que se cruzaba con ella, a lo que Anselmo muerto de vergüenza dijo rápidamente que no.
- Qué cosas dice padre, ¿quien se va a fijar en un triste pastor?

En las postrimerías del chozo blanco ya olía al guiso que tía Felipa andaba preparando con leña de encina y taramas secas de escobas, que tenía al lado de la puerta de casa.

Nada mas ver la cara de su marido se dio cuenta de que algo no iba bien, no se atrevió a preguntar que tal había ido la venta de los quesos, puesto que aquella cara le contestaba a su pregunta.

_ Ahí fuera tenéis el barreño con agua templada para lavaros un poco, voy a dar de beber y comer a Leonarda que se lo tendrá ganado la pobre mía.

- No hemos sacado ni para el heno de la burra, contestó Lucas con voz seca. Cada jueves da más pereza subir a la ciudad y encontrarte con alguna señora o señorita que le apetezca divertirse a costa nuestra. Creo que  de aquí en adelante venderemos solo en Huertas y los campos de alrededor, no merece la pena ir a la ciudad.

_ Vamos a comernos las lentejas con orejas que tengo preparadas y seguro que después lo vemos todo de otra manera, dijo Felipa mientras retiraba la cazuela de la lumbre.....

Mientras tanto en casa del Marqués de Buenavista, el ama de llaves informaba a la marquesa del incidente que había provocado la niña en el mercado. Ahora quedaba lo mas difícil, informar al marqués de lo sucedido sin que le diera ningún trombo.
_ Yo se lo digo, dijo la marquesa sentada en el jardín, saboreando una copa de vino del lagar que poseían en el arrabal del Pago de San Clemente. Este año ha salido una cosecha soberbia, decía para sus adentros mientras escurría lo que quedaba en la botella. La marquesa tenía solo dos vicios declarados, el vino que fabricaban ellos y el jardinero que atendía la casa, del cual estaba enamorada perdida

Cuando llegó la noticia a oídos del marqués, este, lejos de sobresaltarse, de manera muy pausada llamó a careo al chófer y el ama de llaves y los ordenó que de inmediato, preparan el carruaje para ir hasta el chozo blanco, para pedir perdón a los pastores, además de pagarles todos los destrozos causados por su hija, a la cual también había ordenado vestirse para acompañarles en el viaje.
_ Esto lo has hecho tú y serás tú quien lo arregle. Así para la próxima andarás con mas cuidado. No consentiré que manches el nombre de los Buenavista jamás.

Andaba Anselmo con las cabras por los almendros, cuando vio a lo lejos por el camino que pasaba por bajo de la casa de los vaqueros, un carruaje que venía dejando un rastro de polvo en señal de lo rápido que venía. No le quitó el ojo hasta ver que se dirigía justo hasta el chozo, donde sus padres andaban preparando mas quesos con la leche recién ordeñada de las cabras.
Pegó un silbido a los perros y pronto tenía a todas las cabras a su alrededor. Las guió hasta las cancillas y las dejó allí para poner rumbo a toda velocidad hasta el chozo, no quería perderse a los visitantes.
Cuando llegó ya habían bajado del carruaje todos los inquilinos y allí delante del chozo, el marqués comenzaba el discurso para pedir perdón a tío Lucas y tía Felipa, que andaban asombrados ante tal hecho. Jamás nadie de la alta alcurnia les había visitado nunca y mucho menos, para pedirles perdón.

_ Siento mucho lo sucedido esta mañana, mi hija anda un poco como todos los chavales de su edad y no sabe para donde está canteada. Les pido la perdonen y acepten de nosotros estos caldos y estos reales para pagar todo lo que ella ha destrozado en el mercado. Así mismo les quiero comprar todos los quesos que tengan pensado llevar el jueves que viene a la ciudad, de este modo creo que pagamos con creces el daño que ha hecho mi hija.

Tío Lucas que otra cosa no, pero orgullo, le sobraba por todos los poros de su cuerpo, le contestó con voz ronca: No tiene que traer nada, con nosotros no tiene ninguna deuda que saldar. Ahora recoja todo lo que ha traído y le diga a su chófer que le lleve por donde ha venido.
Tía Felipa que sabía del orgullo de su marido, no se atrevía a decir nada, pero le daba pena que aquella visita no sirviera para hacer las paces o por lo menos, para no sembrar mas odio. Sólo se atrevió a susurrar una vez todo dentro del carruaje, buen viaje.

El marqués con la rabia que llevaba encima al ver quebrantado su orgullo, ordenó al chófer que cambiara el camino de regreso y lo hiciera por el Charco de Tía Rentera, para justo antes de llegar a él, sacar el mechero y prender toda la cosecha de heno que tío Lucas tenía sembrada y que estaba a punto de recoger.

Así fue, soplando la mecha hasta que vio las chispas, arrimó el mechero a un matojo de escobas secas que había cerca del camino y consiguió que estas prendieran y una vez las llamas eran menudas, las arrimó al sembrado y ordenó al conductor de la carroza que pusiera pies en polvorosa mientras dejaban el sembrado ardiendo.

Fue Anselmo quien dio la voz de alarma dentro del chozo, cuando salió de nuevo a ver como andaban las cabras.
_ !Fuego, fuego,! padre, se quema el sembrado.
- Me cago en el hijo puta del Marques y todos sus muertos, seguro que ha sido él.
Pusieron rumbo lo mas deprisa que pudieron correr hasta el inicio de la finca, que lindaba con el charco de Tía Rentera. Con ellos llevaban escobas y un cubo de lata que tenían para coger agua de la Fuente de los Borrachos y que les haría falta para apagar el intenso fuego que se había preparado.

Las llamas eran tan altas que era imposible arrimarse a ellas para apagarlas. El humo hizo mella en los pulmones de tío Lucas que pronto se tuvo que retirar y arrodillarse mientras maldecía al marqués. Anselmo sin embargo con una escoba verde fue capaz de apagar bastante tramo del incendio, pero era tan difil hacerse con él que en su interior sabía que pronto estaría totalmente descontrolado.

Fue entonces cuando entre el humo y las llamas vio correr de un lado a otro un cancho que según pasaba por encima de las llamas, las iba apagando. Anselmo al ver tal hecho, creyó estar en el otro barrio. No puede ser real esto que estoy viendo, es el famoso cancho con patas donde varios días acampo con las cabras. Pero ¿como va a moverse el cancho y mucho menos apagar el fuego?

En media hora no quedaba ni rastro de lumbre por toda la dehesilla. Tío Lucas no se lo creía y cuando llegó delante de su hijo, se abrazó a él dándole las gracias por la buena labor de apagar el fuego, que hubiera acabado con toda la cosecha y a la vez, con todo el futuro de la familia.

_ Verás padre, no te lo vas a creer, pero no he sido yo el que ha apagado el fuego, ha sido el cancho con patas que está justo al lado de la Fuente de los Borrachos.

Tío Lucas le tendió su brazo al zagal por encima de los hombros y se le llevó para el chozo. Vámonos hijo que has tragado mucho humo, que te prepare tu madre el baño y te lavas bien, que parece que has venido del Senegal.

Cada vez que Anselmo pasa por delante del cancho con patas, le guiña un ojo, no deja de acordarse del día que este, ayudó en la extinción del incendio, que hubiera acabado con toda la cosecha y piensa que la Juani, será su compañera mas pronto que tarde... Del marqués solo espera que la vida le de la oportunidad, de devolverle el daño que les hizo aquel día.

Y colorín colorete se explotó un cohete.




Queda totalmente prohibido usar este cuento sin mi permiso.

















Capítulo 1.021: Finde de las tres "S"

  Santoña, Santander, Santillana del Mar. Nos volvimos a poner en carretera cuatro meses después de haber hecho el anterior viaje a Portugal...