CAPITULO 1
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EL
ACCIDENTE
Sentados a la mesa, la joven pareja firmaba uno de los contratos más
importantes de sus vidas, la reforma de su recién comprada casa. Sentado frente
a ellos Román el albañil, les ponía al corriente de la forma de pago. No podía
esconder su felicidad ante la falta últimamente de trabajo. Aun resuenan las
voces dentro de su cabeza de los políticos diciendo a viva voz, que España
empieza a recuperarse de la crisis. La misma, que según Román, crearon los
políticos para acojonar a las personas. Por lo menos a él no le sobra trabajo y
a veces no sabe si de un día para otro, tiene alguna obra que realizar.
Firmando esta reforma aseguraba por lo menos tres o cuatro meses
de trabajo, encima son meses malos para la construcción, en invierno se
construye menos.
Mientras terminan de conformar los últimos detalles, Rodrigo el
pequeño de la casa, corretea de un lado a otro con miedo de caer, hace pocos
días que ha soltado la mano de su madre y como todo niño duda a la hora de dar
un paso tras otro. Aitor, su padre no le quita ojo, teme que su hijo tenga
algún accidente durante estos primeros días de andar solo; aunque le recuerda
Candela, su mujer, que los peores golpes son los que te das cuando coges
confianza. La casa donde viven ahora de alquiler no es segura para un niño tan
pequeño. Las escaleras tienen a la joven pareja, siempre alerta. A pesar de
haber construido una puerta justo antes de llegar al primer peldaño, no se fían
de que su hijo alguna vez, logre atravesar dicha puerta y pueda caer escaleras
abajo.
Román mira a los jóvenes y piensa lo bonito que es comenzar una
experiencia de ese tipo en pareja. Parece que fue ayer cuando la inició junto a
Olga, su mujer. Y pronto celebraran sus bodas de plata, eso si llegan. Sin
saber porque de repente le asaltan un montón de dudas y miedos a la vez, es
cierto que los últimos meses de matrimonio no están siendo los mejores de su
vida, pero confía en que esta crisis sea pasajera y todo vuelva a la
normalidad.
El llanto de Rodrigo le saca de su letargo, parece que pronto ha
probado lo duro que está el suelo. ¡Ves, te lo estaba diciendo!, le decía Aitor
a su mujer. Mira el porrazo que se ha dado en la frente. Candela se apresura a
coger a su hijo en brazos para calmar su llanto. En la frente se le nota un
golpe que cada vez se va hinchando más, a la vez que se va tiñendo de color
morado. Román les informa a los jóvenes que a sus hijos cuando les pasaba eso,
les ponía su mujer una moneda justo en el lugar del impacto. Apretando fuerte
la hinchazón no va a más. Aitor se busca en los bolsillos y encuentra una
moneda de dos euros que ofrece a su mujer rápidamente para que la coloque en la
frente de Rodrigo. Las lágrimas del pequeño le resbalan por sus mejillas y ante
la operación de colocar la moneda en su frente, este deja de llorar al momento
extrañado ante tal situación, la cual se le escapa por absurda que parece.
El niño se parece a los dos, tiene rasgos de su madre sobre todo
en la parte de los ojos, los cuales los ha sacado negros. El pelo poco poblado
le hace parecerse a su padre, el cual tiene poco cabello para lo joven que es.
Castaño y orejas pequeñas, las cejas son más oscuras que el pelo de la cabeza y
tiene poco cuello. Sin duda que sus manos grandes demuestran que cuando vaya
creciendo, será de buen tamaño.
Su madre es muy guapa. Morena con el pelo largo y las cejas bien
arregladas, los labios no muy grandes y poco carnosos, pero muy sensuales. Los
lleva pintados de un color rosa pálido que hacen juego con la sombra que
predomina en sus ojos. No tiene ni una sola arruga y tan solo cuando sonríe, le
salen algunas donde arrancan las cejas.
Su sonrisa es contagiosa aunque su pareja es mucho más seria que
ella. Sin duda que desde su maternidad, las ganas de reír han disminuido
bastante y de aquella jovencita con ganas de divertirse a todas horas, cada vez
va quedando menos. Las horas libres con el niño casi no existen y tan solo en
un par de bodas de algunos amigos, han tenido que depender de madre o suegra
para que hicieran de niñeras.
Recuerda como precisamente
fue en la última boda que estuvieron, donde no fue capaz de separarse de su
móvil; había dejado a Rodrigo con treinta y ocho de fiebre aun sabiendo que
estaba en buenas manos con sus suegros, cada cuarto de hora intercambiaba
mensajes con su suegra, la cual escondió un par de veces que la fiebre iba a
mas y estuvieron a punto de acercarse a urgencias con el crío.
A pesar de estar con todos los amigos en el baile de boda como
hacía bastante tiempo que no estaban, no fue capaz de disfrutar y mucho menos
divertirse. Un par de veces le dijo a Aitor que le acercara a casa y que
volviera luego al baile, si le hubiera hecho caso… pero este la sujetó las dos
veces diciendo que era muy temprano y que el pequeño estaría bien en manos de
su madre. La primera vez Candela dejó pasar el tiempo hablando con su amiga
Mónica, a la cual hacía un siglo que no veía. Esta no atravesaba un buen momento
con Oscar su novio, iba contando entre trago y trago que no sabía si dejarlo con
él o dejar correr el tiempo para ver si la tormenta escampaba. Aunque la música
no dejaba oír bien la conversación y Candela tampoco ponía mucho de su parte,
quiso entender decir a su amiga, que hacía dos semanas que en una noche de
fiesta y botellón, se había enrollado con su amigo común Mike y desde aquel día
no podía quitárselo de la cabeza. Candela sorprendida e incrédula por lo que
acababa de escuchar, respondió a su amiga con una pregunta:
- ¿Cómo? ¿Estás loca? Si Mike está saliendo con Nuria, según tú,
la mejor amiga que tienes.
-Lo sé y me siento culpable, pero todo sucedió muy rápido. Quiero
contárselo pero no me atrevo, Mike me ha dicho que lo deje correr y que
sacándolo a la luz, solo perderemos su amistad.
-Pero siendo tú su amiga deberías de decírselo, o ¿a ti te
gustaría que te hicieran lo mismo?
- Claro que no, pero no me atrevo, decía entre sollozos Mónica, la
cual no podía olvidar la noche loca que pasó con Mike. La recuerda y no puede
evitar excitarse, aquel joven sabía bien lo que se hacía y supo buscar en su
cuerpo, todos los puntos que más la excitaban.
Ahora era Candela quien sintió curiosidad por como ocurrió aquella
aventura y agarrando del brazo a su amiga, la condujo fuera de la pista de
baile, a la vez que buscaba el tabaco en su bolso. Ofreciéndole uno a su amiga,
se puso otro en su boca y mientras aspiraba una larga calada, le preguntó a Nuria
como ocurrieron los hechos. A su amiga se le pusieron los ojos brillantes y
Candela se dio cuenta como Nuria, estaba colgada por Mike.
-Nos quedamos solos en el
botellón. Oscar tenía que trabajar al día siguiente y me dijo que no hacía
falta que le acompañara, que aprovechara la noche y me quedara. Mike se ofreció
para acercarme a casa cuando yo se lo dijera y cuando me quise dar cuenta,
Mónica se había marchado sin decirme nada. Parece ser que el ron no le sentó
bien y le dijo a Mike que la llevara a casa. Yo andaba allí hablando con los
integrantes de otro botellón con los que me llevo bien y no me di cuenta que
marchaban. Al cabo de media hora vino a buscarme. Con su gran sonrisa, aquel
chaval de pelo rubio y ojos azules herencia de su padre americano, me ofreció
otra copa mientras hablábamos de todo un poco. Me contó que Nuria últimamente
estaba rara y que evitaba quedarse a solas con él. Decía que ni se acordaba de
la última vez que habían mantenido relaciones sexuales y no sé cómo me fue
engatusando entre preguntas y explicaciones.
Después de bebernos otra copa, me dijo que si quería ir a bailar a
la discoteca y sabes tú que me gusta mucho el baile, así que no me negué.
Bailamos, bebimos y reímos; me divertí como hacía tiempo que no lo hacía hasta
que llegó el amanecer. Mike mirando su reloj me agarró de la mano y me llevó
hasta la puerta de la discoteca. Allí me soltó la mano y me dijo al oído que si
quería ir con él a ver amanecer a un lugar al que por lo visto iba mucho con Nuria.
Candela excitada con la historia, se había fumado el cigarro casi
sin darse cuenta y apuraba el último trago que quedaba en su vaso. Nuria
comentó que si quería otra copa y así ella pedía otra, pero Candela puso su
mano en el hombro y no dejó levantarse a su amiga.
-Termina de contármelo y luego vamos. Buscó de nuevo el tabaco en
su bolso y volvió a encender otro cigarro. Esta vez fumó sola, Nuria no era tan
adicta a este vicio y solo fumaba de vez en cuando. Candela se restregó los
ojos por culpa del dichoso humo que fue directo a su cara al echarlo por la
boca, dado que la muchacha fumaba de esta manera, unas veces se tragaba el humo
y otras no, pero no tenía un ritmo asignado, sino que era aleatorio.
Mónica tosió un par de veces y tragando saliva continuó con su
historia, quedaba contar lo más duro y a la vez emocionante y excitante. Miró a
su alrededor y vio venir de lejos a Oscar, el cual traía un cigarro en la boca
y la copa en su mano derecha, la cual estaba casi vacía.
Se dirigió a Mónica buscando sus labios para besarle, no sin antes
saludar a Candela y preguntarla por Rodrigo dado que Aitor le había contado que
el pequeño estaba con fiebre. Candela comentó que se iba a ir pronto, puesto
que no estaba a gusto en el baile sabiendo que su pequeño estaba en estado
febril.
Oscar dijo a Mónica si quería beber otra copa y esta para que su
novio no interfiriera en la conversación aceptó el ofrecimiento. Así mismo el
joven preguntó a Candela lo mismo, pero la joven negó con la cabeza. Ya había
tomado dos y una tercera podía subírsele a la cabeza, no era ella una bebedora
experimentada desde su maternidad, aunque es cierto que un poco más joven si consumía
mas alcohol cuando salían de fiesta.
Cuando Oscar se alejó en busca de la bebida, Mónica se arrimó un
poco más a Candela para no tener que dar muchas voces cuando comenzara a contar
los detalles del desliz que tuvo con el novio de su amiga.
-Soy toda oídos, pero no te demores que he visto asomarse un par
de veces a Aitor, y no tardará en venir a buscarme.
-Descuida, si no hay mucho que contar. Como te dije nos montamos
en su coche y dando un rodeo evitando un par de sitios donde podrían estar los
guardias civiles haciendo algún control, me condujo a una explanada fuera de la
ciudad, desde donde se veía una espectacular panorámica de la misma. Encendimos
un cigarro y salimos del coche. Mike me dijo que me sentara a su lado en el
capó del coche, donde pudiéramos divisar de mejor manera el inminente amanecer.
Mientras llegaba, Mike comenzó a susurrarme al oído y en la radio
del coche sonaba la preciosa canción de Vanesa Martin “Complicidad” la cual me
encanta. Cerré los ojos para escucharla atentamente y pronto sentí los labios
de Mike cerca de los míos. Es cierto que un primer momento quise rechazarlos,
pero el momento era demasiado bonito para desperdiciarlo. Abrí mi boca y mi
lengua buscó la del novio de mi mejor amiga, que si digo la verdad en ese momento
no me dio pena ninguna de ella. Me excité mas sabiendo lo que estaba a punto de
hacer. Y mientras la canción de la radio decía: “No sé en qué momento
me alejé de ti, ni cuando nos giramos para ser,
el caso es que ahora somos dos extraños en el bar del desengaño y nos falta
hasta la sed…” las manos de Mike estaban desabrochando los botones de
mi camisa. Torpemente fue capaz de meter su mano por debajo de mi sujetador y
no pude evitar suspirar cuando comenzó a sobar mi pezón, el cual estaba firme,
como el soldado raso ante la orden del sargento chusquero.
Candela
notó como aquella historia la iba excitando cada vez mas y es que su amiga
Mónica era experta en contar las cosas sin dejar pasar si quiera un solo
detalle.
-¡Sigue
contando!, ordenó su amiga.
- Pues
el resto te le puedes imaginar.
-¿Lo
hicisteis?
-¿Tu
qué crees?
-No
sé, a lo mejor te arrepentiste.
Su
amiga la miró poniendo los ojos en blanco y la dijo:
-Menos
mal que no lo hice, porque me hubiera perdido una de las mejores noches que he
vivido en mis veinticuatro años. Jamás Oscar me ha hecho disfrutar tanto
echando un polvo…
Después
de besarme, mordisquearme y chuparme los pezones, su temblorosa mano bajó hasta
mi pubis y al notar que le tenía mojado, no dudó en introducir uno de sus dedos
dentro. Comenzó a masajearme de tal manera que yo estaba en un sueño. No era
capaz de parar su mano, la cual ya tenía tres dedos dentro de mí.
Candela
miraba a Mónica y sin saber porque comenzó a envidiar un poco a su amiga,
imaginaba la escena y en ese momento no la hubiera importado ser ella la
protagonista, eso sí, cambiando el actor de la futura película.
-Luego
nos volvimos a meter dentro del coche y lo hicimos de todas las maneras
posibles, dentro de la incomodidad del vehículo. Mike es un especialista y sabe
hacer disfrutar a una mujer como nadie.
Justo
fue terminar de contar la historia y aparecer al mismo momento Oscar y Aitor.
El primero venía con los dos vasos en las manos, el suyo y el de su novia
Mónica. El segundo venía en busca de Candela para ver si marchaban o si por el
contrario pedía otra copa. Candela al mirar a Oscar sintió pena por el
muchacho, sin duda siempre fue de los amigos más sinceros con ella y quien más
la ayudó cuando quedó embarazada y dudó a la hora de tener el bebé. La aconsejó
bien y siempre tuvo el teléfono disponible para cualquier duda. Ahora después
de conocer la infidelidad de su amiga Mónica, se encontraba en la tesitura de
ir de frente con su amigo o dejarlo pasar como tenían pensado hacer Mike y Mónica.
De momento lo que más importaba era la salud de su hijo y eso fue lo que vino a
preguntar Aitor.
-¿Sabes
algo del pequeño?
-
Hace media hora que tu madre mandó un wasap diciendo que la fiebre había bajado
hasta los treinta y siete y medio, pero yo me voy a ir porque no estoy a gusto
lejos de nuestro niño.
-Pero
ahora empieza el baile a animarse, por qué no esperamos otro rato si el pequeño
está en buenas manos.
Candela
se puso en pie y mirando a sus amigos Mónica y Oscar los cuales andaban
comiéndose a besos, les dijo que se iba a casa. Aitor con alguna copa más de la
cuenta encima agarró del brazo a Candela intentando sujetarla, está quiso
zafarse de las manos de su novio pero tan solo pudo sentarse de nuevo en el
banco de piedra donde llevaba sentada bastante rato, enterándose de la historia
que su amiga Mónica le había contado.
-¿Qué
haces? Le dijo algo molesta a su novio.
-La
última y nos vamos, de verdad.
-Quédate
tú si quieres, yo sé el camino de casa.
Oscar
que se había percatado de la escena dejó los labios de su novia por un momento
y se levantó de manera ágil para colocarse entre sus dos amigos. Echó el brazo
por encima a Aitor y le comentó al oído que ya había bebido bastante, y que si
quería le acercaba a casa. Aitor no aceptó el consejo de su amigo y quiso
quitarse el brazo de sus hombros, pero Oscar era un tío de gimnasio mucho más
fuerte que Aitor y apretó el brazo alrededor del cuello de su amigo y casi lo
hizo caer al suelo. Lo que parecía una broma entre ambos pronto se convirtió en
cosa seria. Oscar no quería hacer daño a su amigo, pero no soportaba que
trataran mal a una mujer delante suya, y mucho menos si esa mujer era una de sus
mejores amigas.
Aitor una vez sentado en el banco de piedra y
sin que Oscar se percatara de su acción, consiguió agarrar del cuello a su
amigo y con la otra mano le propinó un puñetazo que impactó de lleno en el ojo
derecho de Oscar, el cual se defendió como pudo para no recibir a continuación
otro nuevo impacto. Poco después fue Candela quien se puso entre los dos
jóvenes para que no siguieran peleando y lo único que consiguió fue un empujón
por parte de su novio que la quitó del medio para seguir la pelea. Mónica
estuvo atenta y también logró interferir entre ambos jóvenes pero un brazo de
Oscar logró devolver el golpe y Aitor cayó al suelo dándose con la piedra del
banco en la cabeza y perdiendo a la vez la conciencia.
La
gente que andaba en la pista al ver el revuelo dejó de bailar y salieron a la
puerta del patio, donde ya había gente alrededor de la escena. Sangre, mucha
sangre mezclada con lágrimas. Voces de Candela pidiendo que alguien llamase a
un medico mientras Mónica que era ATS, colocaba a Aitor en posición lateral y a
la vez examinaba de donde salía tanta sangre.
Oscar
no podía creer lo acontecido, nervioso y arrodillado delante de Aitor, seguía
las instrucciones de Mónica, la cual se hizo cargo de la situación.
-Tranquilo,
se pondrá bien.
-Yo
no quería hacerle daño, es mi amigo, decía el bueno de Oscar sollozando
-Lo
sé, pero ahora ya no se puede hacer nada, bueno sí, rezar para que vengan
pronto los de la ambulancia.
Tardaron
un cuarto de hora de reloj pero a los allí presentes se les hizo una eternidad.
Aitor había recuperado la conciencia y miraba a los allí presentes con una
mirada perdida, como si no supiera que hacia allí, tumbado en el suelo con
Candela llorando encima de su pecho. Hizo ademan de levantarse, pero un gran
dolor en la cabeza además de Mónica que le sujetaba la frente, le hicieron
desistir.
Los
encargados de la ambulancia se abrieron paso entre la multitud que a pesar de
las recomendaciones de que dejaran espacio para no agobiar al joven, la
curiosidad podía más que toda orden. El médico se arrodilló justo al lado de
Mónica y al conocerla del ambulatorio, puso al corriente de todo al doctor en
poco más de treinta segundos.
Cuando
colocaron el collarín a su novio, Candela se abalanzó contra el médico
preguntándole si Aitor se pondría bien. Fue Mónica quien se interpuso entre los
dos sujetando a su amiga, la cual no dejaba de llorar y gritar esperado una
respuesta que la consolara.
-Tranquila
Candela, ya está en buenas manos; fueron las palabras de Mónica.
El
médico asintió con la cabeza sin abrir la boca y desfiló detrás de la camilla,
donde habían colocado a Aitor. Los allí presentes miraban con cara de
desconcierto al muchacho y una vez que iba pasando por delante de todos montado
en la camilla con la cabeza vendada y el collarín puesto, las miradas
comenzaron a buscar a Oscar, que andaba charlando con un par de amigos que le
decían que no se preocupara y que Aitor se pondría bien.
Buscó
a Mónica y la comentó que irían detrás de la ambulancia, puesto que Candela iba
montada en ella acompañando a su novio.
La discoteca volvió a recobrar la música y la
gente que menos le importaba el accidente, comenzó de nuevo a bailar una de las
canciones que más se escuchaban en las emisoras de radio y que decía algo así:
Despacito
Quiero respirar tu cuello despacito
Deja que te diga cosas al oído
Para que te acuerdes si no estás conmigo…