martes, 5 de marzo de 2019

Capitulo 937: Otro día más en la oficina.



El olor a estaño fundido te recuerda que el fontanero ya tiene resuelta la avería. Tía Isabel y tío Manuel esperan sentados al brasero la llegada del albañil que vuelva a dejar la casa como estaba. Cada año que vamos cumpliendo da mas pereza y nos agobiamos más cuando tenemos que realizar alguna obra, y mira que lo soléis dejar medio limpio todo, pero no puedo evitar el agobio de ver todo patas arriba.Que pena de lotería para cambiar todas las instalaciones, tanto de agua como de luz y dejar la casa en perfecto estado por si alguno de nuestros hijos quisiera quedarse con ella... pero me temo mucho que estando los tres viviendo fuera, pasarán de tener otra casa abierta en el pueblo. Aunque a Merche, la pequeña, el pueblo la tira mucho y en cuanto tiene dos o tres días de vacaciones no duda en montarse en el coche y venirse.

Llamo al timbre y al otro lado se oyen los pasos renqueantes de tío Manuel, el ictus que le dio hace poco le afectó tanto a una de sus piernas, como al habla. Su cara de alegría al verme al otro lado de la puerta lo dice todo. Por fin!! trato de entender que dice el buen hombre. He venido lo antes que he podido, respondo aun sabiendo que dicha respuesta ya no sirve de nada.
Nos encaminamos hasta el lugar de trabajo y allí pronto veo la obra que tengo que hacer, no es mucho pero será entretenido, hay trabajos que aparentan poco tiempo y cuando te dedicas a hacerlos el tiempo vuela.

Tía Isabel se levanta del sillón y se acerca a saludarme. Con una sonrisa me pregunta que tal y la siguiente pregunta es que si acabo pronto.Uno que ya está curtido en mil batallas tiene la respuesta preparada para estos casos y a respondo que antes de las doce de la noche. Ella ríe a carcajadas y vuelve hasta el salón donde la voz de alguna actriz sudamericana me indica que hay una telenovela en la televisión.

Tío Manuel después de preguntarme por lo que me va a hacer falta y traérmelo también se vuelve al salón, el rato de después de la comida es sagrado y ni siquiera un inoportuno albañil lo va a estropear.
Mientras coloco los azulejos correspondientes oigo al otro lado de la pared a Tía Isabel explicándole a Tío Manuel quien es el asesino de Carlos Alfredo, a lo que tío Manuel menea la cabeza sin entender nada. Como levante los hombros en plan desafiante hacia su mujer seguro que se relame la bronca... Y no me da tiempo de poner otro azulejo cuando la conversación sube de tono como me temía, tío Juan no se entera de que María del Perpetuo es la asesina. Tú que vas a saber si cada vez que te miro tienes los ojos cerrados, que duermes más que las mantas, le dice la mujer. Yo me lo paso bien escuchando al matrimonio y hay ratos en que me imagino con su misma edad, sentado en el sillón y rezando para que termine pronto la telenovela y si puede ser, que termine antes el albañil...

Limpio todo y recojo los bártulos que hacen falta para tan poca cosa, pero es que este oficio es así, cada obra una herramienta distinta y un producto diferente.
Cuando estoy barriendo los últimos restos de cascote se oye la música que anuncia el final de la telenovela y tío Manuel suspira aliviado y no puede evitar decir a duras penas, "Menos mal".
Nos despedimos dándonos la mano y le guiño un ojo a la vez que le digo, la asesina es Luisa Fernanda....

Otro día más en mi oficina donde puedo decir que soy feliz.




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