lunes, 20 de febrero de 2017

Capitulo 810: Peregrinar hasta los pilones.













Dice mi amigo Javi, fiel compañero de rutas junto a mi perro, que el día que vengan mal dadas y no podamos hacer lo que nos gusta, no podremos echarnos nada en cara a nosotros mismos, puesto que a la mas mínima, cada domingo salimos a comernos nuestra tierra extremeña, que con las ultimas aguas caídas, está preciosa. Otros no podrán decir lo mismo y el día que la vida les niegue el poder hacer lo que ellos quieran, se acordaran de no haberlo hecho.





El caso es que ayer a las siete de la mañana nos montábamos en el coche pasando por la panadería del motor, (de la cual luego mas adelante contaré una anécdota curiosa que nos pasó ayer), para comprar el pan del muerdino, que según las previsiones nos le comeríamos justo en un lugar mágico y extraordinario, como es el puente del Carrascal.



La ruta diseñada era la Garganta de los Infiernos o también llamada, ruta de los pilones. Este lugar debería de ser un lugar de culto y tendría que ser obligatorio peregrinar hasta el por lo menos una vez en la vida, y si eres un buen aficionado a la naturaleza, tendríamos que ir todos los años.
Y es que estoy seguro que muchos de los que lean este capitulo no conocen este fantástico lugar, que dista de Huertas de Ánimas en unos ciento cincuenta kilómetros, por lo que una hora y media después de montarnos en el coche, estábamos aparcando en el centro de interpretación, que está un par de kilómetros antes de llegar al bonito pueblo de Jerte.





Esta ruta tiene varias maneras de hacerse. Se puede ir en familia dando un paseo hasta los famosos pilones que son tres kilómetros ida y otros tres la vuelta. O también puedes ir hasta el puente Nuevo o puente de Carlos V, que te hará disfrutar de unas vistas preciosas y podrás disfrutar del ruido ensordecedor de la garganta, que ayer bajaba impresionante de agua, dado que la nieve se dejaba ver en las cumbres de encima. Luego está la ruta larga que fue la que hicimos nosotros y de la que disfrutamos como niños chicos y que consta de unos dieciséis o diecisiete kilómetros mas o menos y que tiene una parte algo durilla como es la ascensión hasta el puente del Carrascal, donde nos comimos el muerdino.





Pero antes de eso tengo que contar la sensación que me produce siempre bajar hasta los famosos Pilones. Siempre que hemos ido tenemos la suerte de disfrutarlos un momento por lo menos nosotros solos y es algo indescriptible. Allí sentado en su puente de madera uno se olvida de todo y solo te dejas llevar por el ruido ensordecedor del agua rompiendo en estas piedras. No hay preocupaciones ninguna durante ese rato y la mente está tan relajada que solo un corredor de running que pasa a nuestro lado nos despierta de nuestro bendito letargo.





Tenemos que continuar que la ruta es larga y no podemos entretenernos mas, da mucha pena abandonar este lugar y para nuestros adentros prometemos volver al año que viene, como si de unos devotos de alguna Virgen se tratara.
La ruta está marcada y es difícil despistarse de ella, por eso uno puede ir disfrutando de todo lo que a nuestro alrededor ocurre. Ayer era día de ver agua por todos lados y el aire fresco de la sierra nos acariciaba la cara ademas de dejar ver la nieve muy cerca. El Puerto de Honduras se veía nevado y eso es buena señal para las gargantas, que seguirán corriendo de lado a lado.





Cuando empezamos a subir en busca del puente del Carrascal, no podemos dejar de acordarnos una vez que hicimos esta ruta y que recortamos, cruzando la garganta descalzos por sus frías aguas unos, y otros metiéndose de patas en ellas sin quererlo. Una sonrisa nos acompaña durante las primeras rampas, que poco a poco va desapareciendo para dejar paso a nuestra cara de esfuerzo y resoplidos, deseando de ver pronto dicho puente. El hambre también se une a la subida y sin duda que esta parte de la ruta es la mas bonita de todo el recorrido. Las vistas son espectaculares y el único pero es que no somos capaces de ver a ninguna cabra montesa en el día de ayer.
Al ver el puente de lejos aceleramos la marcha para luego allí sentados, sacar los trastes y disfrutar de un buen trago de vino, que nos hemos merecido.
Espectacular sitio para comer y olvidarte de todo.





Tenemos que seguir después de fotografiar el lugar, La ruta es cuesta abajo desde ese momento hasta llegar al puente Nuevo. Donde nos encontramos con un pastor y sus cabras. Al cruzarnos con él, paramos y entablamos conversación, cosa que a mi en particular me encanta hacer cada vez que encuentro personas por el camino. Nos cuenta nuestro amigo que conoce Huertas de Ánimas porque su padre fue trashumante, por eso tuvo la oportunidad varias veces de pasar por nuestro pueblo y comprar pan en el motor. Nos hablaba encantado de dicho pan y se puso contento al averiguar por mediación nuestra, que la panadería seguía en el mismo lugar y fabricando el mismo pan. Si nos llegamos a encontrar con él antes de comernos el muerdino, hubiera vuelto a probar este pan cuarenta años después. Lo que son las coincidencias y como me gustan.
Hablamos del bajo precio de los cabritos y de lo difícil que es este ganado. No ha evolucionado nada el precio a pesar de la llegada del euro, que tanto redondeó otras materias. Es cierto que tantos años después sigan valiendo lo mismo o incluso en algunas épocas del año, bastante menos.





Nos despedimos de nuestro amigo y le dejamos seguir con su banda sonora de silbidos dirigidos tanto a las cabras como a sus numerosos perros, que tanto le ayudan en no dejar que el atajo se disperse al pasar por el punte Nuevo.





Desde allí subimos una cuesta que nos lleva hasta el camino hormigonado que hay hasta llegar de vuelta al principio de la ruta. En el aparcamiento no caben mas coches y son muchos los que llegan con mochilas para iniciar la ruta. Es buen plan acercarse hasta los pilones y comer en los merenderos que allí existen, eso si, dejándolo todo igual de limpio que lo encontraste.





Y de vuelta en el coche vamos relatando nuestra nueva aventura y planeando la siguiente, porque como dice Javi, mientras podamos hay que hacerlo.

Nos vemos por las callejas y si no conocéis este lugar, preparad una escapada desde cualquier lugar y no dejéis de conocerlo, no os defraudará. Palabra de extremeño.

La ruta.














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