sábado, 28 de junio de 2014
Capitulo 586: Ruta de las nogaledas (Navaconcejo).
Permitan me que en este capitulo de rienda suelta a mis sentimientos, puesto que lo vivido el domingo pasado en la ruta que realizamos, a día de hoy, me sigue poniendo el vello de punta solo el recordarlo.
Como dice la canción, fue pura casualidad que llegáramos hasta dicho lugar, puesto que teniendo ganas de hacer una ruta por el Valle del Jerte, es cierto que tuve que buscar varios pueblos y estudiar varias rutas, que vinieran bien a nuestro estilo y filosofía. Por arte de magia mi mente se paró en una que discurre por el pueblo de Navaconcejo, pueblo que no había visitado nunca a pesar de encontrarse a poco mas de hora y veinte de mi casa. Las fotos publicadas en dicha ruta hicieron que nada mas verlas, me enamorara de ellas.
La ruta que queríamos seguir fue realizada en el mes de abril y nuestro miedo era que el agua que se podía apreciar en las fotos, fuera menos densa que la que contuviera en este mes. Aun así, asumiendo el riesgo, a las siete de la mañana volvíamos a quedar en la plaza de Huertas, donde por diferentes causas, solo nos juntamos seis senderistas. Sin amilanarnos por este hecho, nos montamos en los coches y pusimos rumbo hasta la localidad de Navaconcejo, donde comienza esta preciosa ruta.
El camino que hay que recorrer hasta el comienzo de las rutas, también forman parte de ellas y en esta ocasión mucho mas al tener que cruzar el parque nacional de Monfragüe y poder contemplar su belleza.
En algo mas de hora y veinte minutos, estábamos justo enfrente de donde comienza esta ruta, la cual está perfectamente marcada. El río Jerte a nuestra derecha, nos enseñaba un charco donde poder refrescarnos al concluir la marcha, quizás eso nos animó desde bien temprano a caminar ligeros y con ganas de conocer este paradisíaco lugar que en sus primeros metros, ya dejaba ver que la ruta seria espectacular y la cámara de fotos echaría humo.
La garganta que corre durante toda la ruta a nuestra izquierda, es conocida como las nogaledas, aunque los primeros arboles y mas numerosos que existen en el recorrido son unos magníficos robles que cubren totalmente el cielo y hacen que el sol no pueda atravesar sus hojas. Por eso esta ruta parece mágica nada mas comenzar a caminar. Su empinada cuesta está bien suplida por numerosos escalones y barandillas construidas con grandes maromas, las cuales ayudan a apoyarte en ellas para poder subir. Aunque puede llegar a cansar el estar constantemente subiendo, todo ese cansancio queda absorbido por el paisaje y las numerosas fotos que uno quiere recoger en dicho lugar. Las primeras cascadas empiezan a aparecer y en la cara de todos los que vamos caminando se dibuja una sonrisa de entusiasmo y al mismo tiempo de felicidad al comprobar con nuestros propios ojos por donde estamos caminando.
Dos kilómetros mas arriba cruzamos una carretera y seguimos con la garganta a nuestra izquierda subiendo. Las cascadas empiezan a ser mas impresionantes y lo único que deseamos todos es llegar al final de dicha ascensión para observar las vistas espectaculares que desde allí se pueden ver.
Comernos el muerdino de pan en este lugar fue una experiencia única y recomendable, a pesar de que el ruido ensordecedor del agua hacia difícil que nos entendiéramos al hablar. Algunos aprovechamos ese momento para refrescarnos los pies en esas aguas cristalinas y frías, muy frías. Los canchos salpicados por el agua de la garganta se ponían peligrosos y mas de un senderista, dimos con nuestros huesos en el suelo aunque sin mayor importancia con las risas correspondientes.
Una vez levantado el campamento continuamos caminando hasta coronar, donde la garganta nace y se hace subterránea. El lugar es indescriptible y lo mejor es verlo con tus propios ojos.
El descenso es deseado después de tanta subida y lo mejor de todo era ver los cerezos colmados de sus frutos y a los habitantes del pueblo recolectando el oro rojo. Fue enriquecedor conversar un rato con ellos, escuchar sus lamentos ante el desfase de precios que existe y el descontrol de los mismos. Cooperativas que se aprovechan de estos campesinos que trabajan sin conocer lo que van a recibir por sus cosechas. Extremadura, este lugar rico en todo y pobre en sus gentes.
Las cerezas que asomaban a nuestro paso fueron degustadas por los senderistas, incluso los propios dueños de los cerezales, nos ofrecían algunas para que las degustáramos. Ademas de dichos frutos, se podían ver ciruelos a punto de ser recolectados también. Las primeras brevas iban cogiendo color y tuvimos la suerte de probar algunas prematuras moras de gran tamaño y de mejor sabor.
Así, entre cereza y cereza alcanzamos de nuevo el lugar de inicio y el río Jerte, que nos esperaba pacientemente para refrescarnos con sus aguas. La mitad del grupo optamos por bañarnos y comprobar lo fría que estaba dicha agua. Luego, un rato de relax secándonos al sol y de nuevo montados en los coches para regresar a nuestro pueblo. Sin duda que con un buen sabor de boca e impresionados ante la ruta que acabábamos de conocer.
Desde el domingo pasado esta ruta pasa a ocupar uno de los puestos en el "podium" de las mejores que he realizado y como no, seguro que volveremos mas pronto que tarde a este magnifico lugar, enseñando y dando a conocer tal belleza.
.Una de las cascadas.
La ruta
sábado, 21 de junio de 2014
Capitulo 585: Ruta en Garganta la Olla-Yuste.
El pasado domingo nos volvimos a poner en ruta y esta vez, huyendo del calor, el destino pensado era la zona de la Vera, donde por lo menos existe una diferencia de tres o cuatro grados con respecto a la temperatura de nuestro pueblo. Por ese motivo en época de calor, a mejor solución para evitarlo y no dejar de andar es esta. Encima tenemos a suerte de poder llegar en poco mas de una hora.
Así a las siete de la mañana quedábamos en el lugar de siempre, de nuevo volvíamos a juntarnos varios miembros del grupo que por unas cosas u otras, hacia bastante que no andábamos juntos. En tres coches particulares cabíamos todos y sin esperar a que fuera mas tarde, nos poníamos en marcha rumbo hasta la preciosa localidad de Garganta la Olla, desde donde empezaba esta ruta.
Los que conocemos este pueblo desde hace bastantes años, no dejamos de sorprendernos del cambio que ha sufrido el mismo, quizás por culpa del turismo. El caso que no tiene nada que ver dicho lugar con aquel pueblo que veinte años atrás, era poco conocido y menos visitado.
Con las mochilas en los hombros nueve senderistas nos poníamos en ruta. Algunos de los acompañantes prefirieron buscar la garganta y pasar allí el día. Luego nos reuniríamos con ellos en aquel precioso lugar.
Sin saber muy bien el comienzo de la ruta, en la plaza de pueblo, que por cierto a esas horas estaba bastante concurrida, preguntamos a los lugareños la calle que debíamos de tomar para realizar la ruta, amablemente nos indicaron exactamente la calle, para llegar al inicio de la misma.
Cruzando un puente romano empezamos a ver las marcas de la ruta y ya todo fue mas fácil. La temperatura era muy agradable y el andar tan cerca de la garganta producía un fresquito que algunos de los senderistas decían tener frío. Poco les duró esa sensación, puesto que muy pronto, la ruta comenzó a empinarse y el frío desapareció de sus cuerpos.
Los primeros cerezos que salían a nuestro encuentro estaban viudos de cerezas, sus dueños las habían recogido y pocas se habían quedado en los arboles. Aunque bien es verdad que un poco mas adelante si fuimos capaces de probar dicho manjar, en varias ramas que a poca distancia del suelo, poseían el oro rojo.
La verdad que es un lujo el poder ir andando y de vez en cuando comerte alguna que otra cereza, eso si, con cuidado de saber parar a tiempo de comerlas.
Volviendo al lugar de la ruta de vez en cuando nos cruzábamos con algún que otro senderista o ciclista, el lugar es bastante transitado por todos y los caminos invitan a ello.
El muerdino de pan optamos por comerlo en un lugar privilegiado como es la explanada que existe en el monasterio de Yuste. Un lugar idílico donde en un bonito merendero estuvimos un rato muy a gusto. Antes de ese momento, estuvimos visitando un curioso lugar como es un cementerio alemán, que existe justo antes de llegar a dicho monasterio.
Antes de terminar el desayuno nos encontramos con nuestros amigos senderistas de Almoharin, que también habían escogido la misma ruta que nosotros. Es un placer volverte a reencontrar con amigos que comparten la misma afición que nosotros.
Después de recoger todo y despedirnos de nuestros amigos, continuamos la ruta por una senda preciosa y llena de helechos, por donde era necesario ir en fila de a uno. La calor iba siendo cada vez mas notable y las ganas de llegar al final iban en aumento. Claro era que la recompensa iba a ser muy agradable, bañarnos en la garganta donde nos esperaban nuestros amigos que optaron por no hacer la ruta.
Cogiendo las ultimas cerezas que nos salieron al paso, llegábamos de nuevo a Garganta la Olla donde su plaza estaba abarrotada de turistas y lugareños. En una de las tiendas mas famosas que existen en el pueblo, aprovechamos para refrescarnos con alguna que otra cerveza fría y barata, ademas de aprovechar para intercambiar unas palabras con la dueña de dicha tienda, la cual era muy simpática.
Un cuarto de hora después y con quince kilómetros en nuestras piernas, llegábamos a la garganta, un lugar precioso y con bastantes valientes bañistas que desafiaban a un agua poco menos que congelada, y que alguno de nosotros hicimos lo mismo. Un baño muy reconfortante y sobre todo refrescante para afrontar el camino de regreso a nuestro pueblo.
Otra ruta mas en nuestros pies y otro pueblo visitado y conquistado. Sin duda una ruta muy recomendable que se puede realizar en cualquier época del año.
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