lunes, 9 de enero de 2012

Capitulo 251: Homenaje a la "peseta".






Diez años después de su desaparición, no puedo dejar pasar la oportunidad de hacerle mi pequeño homenaje a la que fue por muchos años, la compañera nuestra de viaje……

“Hoy  al levantarme fui al trabajo como de costumbre, era día de cobro y nos pagaron nuestro sueldo, como siempre en el sobre venían billetes de cinco mil pesetas, alguno de dos mil pesetas (los cangrejos, que los llamábamos nosotros) y el resto de mil pesetas, el pico venia en chatarra excepto un billete de quinientas pesetas que también venia.

Al llegar a casa de mi madre le entregué el sobre con el dinero, no sin antes hacerle la correspondiente sisa de algún sábado trabajado y que no venia declarado en el sueldo del mes. Estaba orgulloso de que con mis dieciséis años ya entraba dinero fresco en las arcas de mis padres, que no andaban muy sobrados de ello y que por tanto también les hacía ilusión el verme ganar mi jornal, aunque estoy seguro que hubieran preferido verme seguir con mis estudios, pero cosas de la vida, renuncié a estudiar a pesar de que valía para ello. ¿Que si me arrepiento? Unos días si y otros días estoy orgulloso de saber más o menos un oficio. Nunca entenderé esta ley de tener a los jóvenes estudiando hasta los dieciocho años, valgas o no para ello, porque está claro que los oficios se aprenden contra más joven mejor, con catorce años era una buena edad para empezar de aprendiz en cualquier oficio y no ahora con dieciocho o más años, quien es el guapo que endereza ya a un tío hecho y derecho con pelos en el pecho!!

Con mi jornal recién cobrado, el siguiente fin de semana era terrorífico, se notaba que el bolsillo nos ardía a todos los amigos por igual y tener por seguro que no estábamos acostumbrados a tener el dinero mucho rato encima. Pero es verdad que con las pesetas éramos los reyes del mambo y si no, sigue leyendo lo que me daban de si por ejemplo los mil duros que sacabas el viernes cuando salías de casa.

No salíamos tan tarde como ahora, como mucho a las nueve y media o diez estábamos fuera de casa. La primera parada era el “Rincón del Extremeño” (Antiguamente “El Cacharrero”), allí nos encontrábamos todos los amigos que por aquellos años casi todos trabajábamos y que a raíz de eso, poseíamos dinero casi todos. Lo primero que te bebías eran unas cervezas fresquitas allí todos juntos escuchando buena música, con nuestros amigos Marcos y Rafa, la verdad que allí pasamos mucho tiempo de nuestra juventud, se estaba bien y el sitio era acogedor, nuestras partidas al futbolín eran míticas y los torneos allí disputados también eran buenos.

Después de eso, a lo mejor con trescientas pesetas que pusiéramos cada uno, teníamos para pagar todo lo consumido, que no era poco. Recuerdo que el truco de Marcos (el camarero) para saber las que nos bebíamos, era echar los platillos en un vaso según iba abriéndolas y luego contarlas a la hora de pedirle la cuenta, algunos viernes era una pasada ver el vaso hasta arriba de chapas, es verdad que no había día que él nos invitara alguna ronda, allí no había pereza para eso.
La siguiente parada era la discoteca de “Viñeros”, que los viernes normalmente estaba tranquilita, allí te bebías algún tercio de cerveza más y si no estabas muy animado y tenías que trabajar el sábado, te ibas para casa.

El sábado empezabas a gastar dinero a la hora del bocadillo, había la costumbre de comprar algún litro de cerveza o de vino para no atragantarte, ya eso esta mas prohibido que el mear en la calle, cuando daban las dos y salías del corte, te encaminabas con los compañeros de trabajo al primer bar que más cerca te cogiera. La verdad que al que más echo de menos en el pueblo es al “Lar”, regentado por aquellos años por un matrimonio excelente como eran Jesús y Paloma, eran de un pueblo cercano pero he de decir que muy pronto se ganaron el cariño y la confianza de todo el pueblo de Huertas, la verdad que allí estabas como en tu casa, con las bromas de Jesús y los aperitivos de Paloma, daba pereza salir de allí. Más de un sábado nos daba la hora de cenar allí metidos, sin habernos ido a duchar ni nada para salir.

Cuando ibas a ducharte, ibas dando algún tras pies que otro, eran muchas las cervezas que te habías bebido desde las dos que te habías metido allí, menos mal que los aperitivos eran abundantes y podías aguantar más bebiendo (casi igual que ahora). Una vez duchado y habiendo cenado un poco para no molestar a tu madre, salías de nuevo dirección Rincón del Extremeño donde te bebías algún “cubatilla” que otro al ser sábado, luego discoteca Viñeros hasta las tres o así y por ultimo acabábamos en la discoteca de “Borde”, desde allí te ibas para casa o tirabas dirección churrería, según como estuvieras de ánimos.

El domingo te levantabas a la hora de las cañas, por supuesto que quedamos en el “Lar”, luego hacíamos la ronda, azul “buji”, “Cuando”, Vizcaíno y Palenque (por entonces entrabamos menos) todo esto hasta las cinco de la tarde, cuando no empalmábamos sin ir a comer a casa.

Pues todo esto, además de tener para comprar tabaco durante casi toda la semana, lo hacíamos con cinco mil pesetas como mucho el fin de semana, si, lo que son ahora treinta euros. Ahora coges un billete de cincuenta euros, echas gasolina al coche, compras tabaco (si fumas), y si te vas a beber un par de cubatas, quizás tengas que arrimar algún euro mas porque con el billete de cincuenta no te llega, es así de triste. Por eso hoy diez años después de su desaparición sigo diciendo: “peseta, como te echo de menos”.

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