- EL ÁGUILA
DE RUANES -
Cuando Juan llegó a Huertas daba
más miedo a los niños que la bruja de Peneque el Valiente. Un "peazo"
de hombre con unas manos que daban pánico cuando las veías de cerca y su cara
que no podía decirse que fuera un "Adonis" precisamente.
Pero lo que Juan nos fue
demostrando poco a poco a todos los huerteños fue su gran corazón, que no le
cabía dentro del pecho y mira que había pecho...
Cuentan algunos lugareños que a
los pocos días de estar en el pueblo se le pudo ver caminando por la avenida
con un saco de cemento bajo el brazo que había subido a comprar a Trujillo,
como el que trae el periódico, así venía Juan desde el almacén de la
ciudad con un saco de cincuenta kilos.
Se buscó la vida con los
albañiles del pueblo y pasó por varias empresas, incluso también formó
parte de la cuadrilla que estuvo currando en el museo etnológico y fue de los
voluntarios que arrimó el hombro para construir la ermita. Así era Juan, un tío
con un corazón enorme que no era capaz de decir que no, a nada ni a nadie.
Las fiestas del Rosario para Juan
eran sagradas y un mes antes cuando estábamos en las capeas de Trujillo, ya nos
decía los días que faltaban para las nuestras, donde a celebraciones no le
ganaba nadie.
Pero donde de verdad le conocimos
los de mi generación fue en la puerta de la discoteca de "Viñeros".
Allí sin duda fue donde aprovechó su envergadura para hacer el trabajo de
portero de discoteca y más de uno probó sus guantazos con la mano abierta
cuando le sacaban de sus casillas, que ya era difícil, pero siempre hubo el
tonto que se hacía el gracioso o el que se había pasado con la bebida que
venían a tocarle la fibra y a más de uno puso firme solo con una mano, mientras
con la otra aguantaba su "ducados".
Con los del pueblo era raro que se metiera,
siempre y cuando tú le respetaras. Yo sin duda que estaba salvado,
éramos seguidores del Athletic y eso me daba un plus para entablar
conversaciones con él, que si Ezquerro se iba al Barsa o que si Alkiza era un
fenómeno mientras me dejaba entrar o salir con algún que otro vaso de cristal.
La afición de Juan con el futbol
le venía de su Leganés Natal, donde llegó a jugar en segunda división
defendiendo la portería pepinera. Su "Lega" era intocable y siempre
anduvo pendiente cada domingo de cómo había quedado su equipo, pero donde nunca
fallaba era delante del televisor cuando televisaban al Athletic y cuando no
era televisado, le podías ver con sus inseparable aparato de radio puesto en la
oreja que alguna que otra vez salió volando por la ventana del bar cuando le
marcaban gol a su Athletic.
Nosotros tuvimos la suerte de
verle bajo palos y a día de hoy aun recordamos los amigos, una parada que hizo
en un partido de aquellos que la peña el "Charpazo" y la peña del
Betis, mas arrimados, celebrábamos el viernes Santo, el partido de futbol,
las cervezas y un frite para guardar cuaresma y de portero "El Águila de
Ruanes", cómo él mismo se bautizó al llegar a despejar aquel balón que fue
justo a la escuadra y que Juan con una estirada increíble fue capaz de
mandar a córner. La caída a tierra fue peor y aquel día estuvo renqueante
durante todo el frite, pero a nosotros nos regaló una de las mejores paradas
que hemos visto en directo en el campo de las nieves.
Juan se fue echando a la mala
vida por culpa del alcohol, que tantos y tantos vecinos se ha llevado por
delante en nuestro pueblo. La muerte de su mujer fue la puntilla que le acabó
de joder la vida. Te le podías encontrar en Trujillo a cualquier hora y en
cualquier bar en estado de embriaguez, seguro que cada uno de nosotros pudo
hacer algo más de lo que hicimos por ayudarle, pero ya sabemos que muchas veces
estos enfermos no se dejan ayudar.
El desenlace de su muerte fue un
poco oscuro, sin duda alguna que si Juan hubiera tenido familia en el pueblo
hubiera pedido investigar las condiciones y el motivo por el que la policía
municipal le llevó a su casa en lugar de llevarle al centro de salud, que con
la borrachera que tenía hubiera sido lo más lógico y normal, en lugar de
llevarle a su casa y dejarle allí dentro donde según cayó,
jamás volvió a levantarse. Fueron los vecinos los que algún día
después le echaron en falta y encontraron su cuerpo yaciendo en el suelo.
Sin duda una manera de morir que
nadie merece y mucho menos Juan, que siempre fue un buen hombre que quiso a
Huertas como a su pueblo y que nos dejó aparte de sus demostraciones de fuerza,
una de las mejores paradas que se han podido ver en Huertas.
Vaya mi homenaje desde aquí a
Juan y Medio, como era conocido en el pueblo. “El águila de Ruanes"
para nosotros.
"Fonta."
Fotografía de la pagina web de Huertas de Ánimas.