sábado, 24 de junio de 2023

Capítulo 1008: Fin de semana en San Juan de Gaztelugatxe y Bilbao.

 


Una vez más nos volvimos a poner en carretera tres meses después del anterior viaje que hicimos a Burgos. La ruta escogida esta vez era una de las más deseadas por parte mía y por alguno más del grupo habitual que no fallamos nunca a ninguna de las rutas organizadas.

San Juan es uno de los lugares más bonitos que he tenido la suerte de visitar y creo que el resto de viajeros puede decir lo mismo una vez terminada la excursión.



Pero antes de llegar a nuestro destino tenemos por delante un montón de horas de viaje que si lo piensas y no te has montado nunca en nuestro autobús, se te pueden hacer eternas, pero a los ya habituales se nos pasan volando, puesto que el fin de semana comienza siempre esperando al autobús en la "rotondina".






Allí lo primero que se comenta es lo rápido que se nos han pasado los tres meses mas o menos que transcurren entre una excursión y otra. Luego las preguntas por la salud a los compañeros y por ultimo se hace un repaso rápido a los equipajes por si se nos queda algo atrás.






Esta vez la hora de salida era mas temprano, el destino estaba un poco más lejos y al saber también que teníamos hora de entrada a la ruta, pues mejor andar sobrados que no llegar tarde. Menos mal....

El primer contratiempo fue un manguito del Bús, que a la altura de Guijuelo quiso acarrear para si todo su protagonismo y dejarnos tirado una hora mas o menos en la cuneta, en manos de nuestros conductores que tuvieron que enfrentarse a su arreglo con pocas herramientas y en un lugar complicado.

Una vez "arreglado" continuamos la marcha aunque con las orejas tiesas, uno no se fía ya de nada ni de nadie.






La noche sigue su curso y los afortunados que son capaz de dormir algo lo hacen., otros sin embargo entre canción y canción van diciendo lo que les viene a la cabeza o recordando viejas batallas o anteriores viajes que ya son unos cuantos los que llevamos en las nalgas.







Un par de horas antes de llegar decidimos parar para desayunar antes de llegar a nuestro destino y la verdad que el lugar no es de los mejores que te puedes encontrar en la carretera. Pero es lo que hay después de la pandemia se han reducido muchísimo los lugares donde parar y los que hay cuentan con poco personal y muchas veces son novatos, por lo que si les entran cincuenta personas de golpe pues hora larga te toca esperar hasta que te atiendan...






Cuando amanece el viaje cambia de un plumazo, el paisaje te hace emocionarte y ya vamos estando inquietos en los asientos deseando de que el bús pare en nuestro destino.

La temperatura es inmejorable y las ganas de caminar aumentan a pesar de que sabemos que hay varios cientos de escaleras que subir y bajar, además de una gran cuesta que a primera hora bajamos alegremente.

Todos juntos y en la hora concretada entramos dentro del recinto de la ruta, el paisaje es espectacular y el olor a mar pronto nos embadurna a todos.

Las primeras vistas son espectaculares y uno se "jarta" de hacer fotografías desde cualquier lugar de la ruta. La subida de las famosas escaleras no se hace mal, cada uno a su paso y descansando las veces que sean necesarias vamos descontando peldaños hasta llegar a la ermita.

Allí la gente va de un lado al otro haciendo fotos y guardando recuerdos para la eternidad. Mejor lugar que ese para abrir las mochilas y sacar los productos extremeños no hay en toda la ruta. Un par de tragos de la famosa bota de Roberto que es fiel compañera nuestra de viajes y un cacho de chorizo y queso además de jamón y lomo nos calman el hambre y nos da fuerzas para la vuelta.

Y si, las escaleras uno las baja rápido, pero al llegar a la cuesta uno suda todo lo ingerido un poco antes. Hay que parar varias veces y nos da tiempo a bromear con los visitantes que van en dirección contraria y con caras alegres, nada que ver con la cara que se te pone a la vuelta.


Una cervecita fresca en el primer restaurante hace que uno deje de sudar, el bochorno se apodera del clima y lo que antes era una temperatura ideal para caminar, ahora le sobra algún grado.

Camino del autobús nos reunimos en el restaurante que hay nada mas llegar al lugar y allí comentamos la ruta entre cerveza y cerveza. Nos ponemos en camino de Bilbao para llegar al hotel donde tenemos las habitaciones.

El olvidar la cartera en el bús me hace andar otros pocos de kilómetros hasta llegar al mismo y en el camino nos sorprende el famoso chirimiri que la verdad se agradece para dejar de sudar un rato. La gente opta por irse de pichos y así comer algo antes de irnos a las habitaciones para una ducha relajante y echar un piconcino antes de recorrer la ciudad que tan buenos recuerdos me trae siempre que vuelvo.



El primer recuerdo que me viene es del primer viaje que hice en compañía de otros cuatro amigos que montados en una "renault express" nos plantamos en Bilbao para conocer por primera vez "la Catedral" este recuerdo hace que me olvide de todos los que tengo alrededor en ese momento y solo voy caminando y recordando detalles de aquel fin de semana inolvidable que siempre vendrá conmigo a pesar de que la tristeza me envuelve a recordar a mi amigo Carlos, uno de los acompañantes de aquel primer viaje que hicimos al Botxo.




La ciudad está preciosa y aquel Bilbao que conocí treinta años atrás a este, casi no tiene nada que ver. El museo es una pasada, los alrededores y por su puesto sus gentes que siempre me han querido y acogido en sus brazos como si fuera uno mas de aquella hermosa ciudad.

Recorrer la calle Pozas hasta San Mames me vuelve a traer recuerdos y los pelos se me ponen siempre de punta cuando me acerco al campo. Demasiados recuerdos se agolpan en mi mente y me da miedo recordarlos todos a la vez, puesto que me vuelvo a quedar aislado en mi mundo sin atender a nadie de los que vamos caminando.

En una excursión tan corta es muy difícil atender a todo lo que te hubiese gustado, pero así y todo pude tomarme unos tragos con viejos amigos que siempre es un placer volver a ver y abrazar, además de volver a recordar alguna de las batallitas vividas juntos alrededor de nuestro querido Athletic que tanto me ha dado en esta vida.



El cansancio se apodera de nosotros y lo mejor es volver al hotel, con el chirimiri en pleno apogeo uno camina de manera alegre a pesar de tener los pies doloridos debido a la tupa de andar que llevo encima.

El domingo toca desayunar consistente para volver a recorrer la ciudad y acercarnos al casco viejo para tomar unos tragos y enseñar esta parte de la ciudad a los nuevos turistas que es la primera vez que se dejan caer por Bilbao.

Y la vuelta la tenemos a las cuatro, por lo que en el mercado nos comemos unos pinchos y vamos lentamente acercándonos hasta el hotel, donde nos espera el bús y la maleta. A eso de las tres asistimos al diluvio universal y una tormenta de granizos y agua nos hace tener que buscar refugio antes de llegar al sitio acordado. Muchos llegan igual que sopas y no les queda mas remedio que abrir maletas y cambiarse de ropa antes de montarnos de nuevo en el autobús y poner rumbo a casa.

La pena siempre me invade cuando dejo Bilbao pero una sonrisa asoma pronto al pensar que si todo va bien, volveremos pronto a disfrutar o sufrir con nuestro querido Athletic.



La vuelta como siempre es un cachondeo recordando el intenso finde y todas las anécdotas que hemos vivido en tan pocas horas, incluyendo el ya habitual "Baile de los pajaritos" con música en directo...

Una parada para evacuar y tomar algún refresco y volver a nuestros asientos que nos queda otro rato de carretera para llegar al pueblo donde justo el bús dijo que ya no andaba más, teniendo que volver algunos en sus coches hasta sus casas. Una suerte y otra anécdota mas para nuestro curriculun de viajeros el cual le tenemos lleno de miles de kilómetros desde que embarcamos la primera vez camino de Málaga y que unos cuantos años después seguimos paseando la maleta con este grupo de gente cojonuda el cual es un verdadero placer compartir tantas horas de autobús, siempre comandados por nuestra Paqui que está empeñada en que no se nos escape ninguna provincia española sin patear.

Próxima estación: Cuenca.

Nos vemos por los caminos.









Capítulo 1.021: Finde de las tres "S"

  Santoña, Santander, Santillana del Mar. Nos volvimos a poner en carretera cuatro meses después de haber hecho el anterior viaje a Portugal...