domingo, 8 de agosto de 2021

Capitulo 988: Forasteros en su propio pueblo.



 Era llegar agosto y llenarse los pueblos de coches raros que usurpaban los aparcamientos a los cuatro coches que pululaban por el pueblo. Los cuatro latas que se cruzaban con los seat y que veían venir los flamantes renault 9, 11, 14, 18 y los primeros 19 que eran dignos de admirar por todos los muchachos que nos sacaban de mirar un Sinca 1200 y un renault 6 y todos nos parecían unos verdaderos cochazos.

Dentro de alguno de estos que venían en agosto estaban algunas de nuestras amigas de verano que ansiábamos ver para ya por aquellos años, intentar ligar con ellas. No era fácil los primeros días de vacaciones congeniar con los nuevos inquilinos que poblaban las calles, pero en cuestión de una semana o poco más, éramos todos amigos.



El pueblo se llenaba de olor a humedad de casas recién abiertas después de todo el año cerradas, aunque muchas de esas casas eran revisadas por familiares y vecinos por lo menos una vez al mes, pero no era suficiente para que desapareciera ese olor. Ir a llamar a los amigos forasteros a sus casas era pasar un examen por parte de sus padres antes de dejarlos salir. Que si donde íbamos a ir, que tuviéramos cuidado con los coches a lo que nosotros los del pueblo, nos mirábamos perplejos pensando que los coches que había en el pueblo los teníamos todos controlados y pocos andaban por las calles una vez que las bombillas que quedaban vivas en las calles, se encendían.

Cuando los venidos de fuera se juntaban entre ellos y comenzaban a contar sus vacaciones en las playas, los del pueblo pasábamos a un segundo plano, la mayoría de nosotros solo conocíamos la playa cuando en el telediario de la primera salían llenas de gente y para contrarrestar sus batallas, los invitábamos a venirse a bañar con nosotros en alguna de las charcas que por agosto le quedara algo de agua, que no eran muchas, pero siempre había alguna aunque estuvieran llenas de cieno y de alguna que otra sanguijuela.



Cómo íbamos a pensar nosotros que a ellos y ellas les iba a dar asco bañarse en esas aguas, donde nosotros éramos felices, ellos se limitaban a vernos salir llenos de lodo con los gayumbos mas negros que el picón de encina que casi siempre terminaban en el zarzal mas cercano a las charcas.

Esos zarzales eran testigos de nuestros concursos que en agosto realizábamos, cuando estos estaban repletos de moras. El concurso era fácil, ponerse al lado del zarzal y comenzar a coger moras y meterlas en la boca, el que mas lograra meterse era el ganador. Yo no se como mas de uno no terminaba atorado de moras y si es cierto que una vez hubo un percance que derivó en posterior operación de apéndice.



Estas cosas nuestras eran admiradas por nuestros amigos foráneos como si de extraterrestres nos tratásemos, aunque a la segunda semana pudiéramos ver sus bocas repletas también de moras y sus gayumbos llenos de cieno, al bañarse en nuestras "playas"......



Hoy cuando llega agosto el pueblo sigue igual de vacío, lo único que cambia es el ver coches raros con matriculas que los autóctonos no conocemos y que por los nombres de los concesionarios, sabemos averiguar de donde provienen. Este puto virus ha cambiado nuestros hábitos y en lugar de dar besos y abrazos a quienes vienen por época estival, son mirados con caras de pocos amigos por muchos, pensando que de donde ellos vienen hay mas virus que por los pueblos, aunque todos sabemos que esta afirmación es falsa. Los que se criaron en el pueblo y tuvieron que abandonarlo no merecen que nadie les mire mal, ni que se le niegue el saludo, aunque sea guardando las distancias. Muchos de los que nunca faltaban en agosto han preferido ni venir, renunciando a su relajada y merecida estancia en su pueblo de siempre, donde nacieron, crecieron y sin duda que pasaron los años mas felices de sus vidas y que hoy no pueden volver a recrear aquella felicidad por culpa de lo que nos ha cambiado la vida a todos. Esa desconfianza que se ve en los ojos de la gente tardará años en desaparecer y de aquellos años de felicidad, solo nos quedaran estos recuerdos que hay que escribirlos para que, los que vienen detrás sepan, que hubo uno vez donde nadie fue forastero viniera de donde viniera y mucho menos en su pueblo.







Capítulo 1.021: Finde de las tres "S"

  Santoña, Santander, Santillana del Mar. Nos volvimos a poner en carretera cuatro meses después de haber hecho el anterior viaje a Portugal...