Con el teléfono fijo en una mano y el móvil en la otra, no se da abastos a responder tanta llamada. ¿Quién será ahora? se pregunta cuando vuelven a sonar alguno de los dos. Que hubiera sido de ella en esta pandemia sin las redes sociales y las nuevas tecnologías que sus nietos la fueron enseñando poco a poco y día a día para que no se quedara atrás en esta vida. Ahora se alegra enormemente de saber manejar su tablet y poder hacer videollamadas que hace cuatro días solo lo conocía de verlo hacer a sus nietos.
Es un día duro para ella, su cumpleaños nunca fue tan triste como el que le ha tocado vivir este año. Otros años este día siempre fue acompañado de besos y abrazos por parte de toda su familia y en su casa se celebraba por todo lo alto, es más, fue el ultimo que se celebró el año pasado en la familia donde no faltó de nada.
Ahora el miedo se apodera de ella y hay momentos donde dice que la falta el aire para respirar. La televisión no deja de dar malas noticias y es imposible abstraerse de lo que pasa ahí fuera. Cuando lee en redes sociales los contagios de su pueblo el estomago la da un pequeño latigazo que se convierte en un fuerte dolor cuando le dan la noticia de algún nuevo fallecido. En ese momento no puede dejar de pensar en las familias de los que se van y el agobio comienza de nuevo. Cuando la mayoría nos hemos acostumbrado a escuchar cada día el tremendo numero de victimas, ella no consigue hacerse a la idea del drama que estamos viviendo.
Cuando llegan sus nietos a felicitarla echa mucho de menos no poder comérselos a besos y achucharlos con esos abrazos que solo ella sabe dar y que tanta faltan nos hacen a todos. Las mascarillas esconden las caras de felicidad y alegría de ellos y en ningún momento relajan las medidas de seguridad a pesar de estar en casa de sus abuelos.
Y el teléfono no para de sonar, sus sobrinas de Madrid, sus cuñadas, sus sobrinos andaluces y así va pasando el rato y su mente se distrae para no volver a pensar en lo mismo. El año que viene lo celebramos doble, la dicen sus nietos, pero ella va perdiendo la fe en que esto acabe algún día y cada vez lo ve mas lejos.
Su hijo la recuerda que este año será el segundo cumpleaños que no pueda celebrar él, puesto que justo el día de su cumpleaños nos confinaron a todos. Sin duda que ese hecho no la relaja y no deja de pensar en su hija a la cual lleva mas de seis meses sin poder ver. Menos mal que tengo internet vuelve a pensar cuando en su tablet suena el tono de una nueva videollamada. Las hijas de su sobrino Roteño la alegran la tarde aunque por dentro desearía poder achucharlas hasta hacerlas de rabiar, se conforma con ver lo deprisa que crecen y lo cambiada que están. Y es que esta pandemia nos está haciendo perdernos muchas cosas que nunca antes dimos la importancia que tenían y que ahora añoramos y deseamos que todo vuelva a ser como antes aunque en fondo todos sabemos que eso no volverá a ocurrir.
Cuando la familia decide irse, ella lo primero que hace es ventilar el salón y la ventana se abre para recibir aire nuevo, mientras la despedida de este año cambia con respecto a la de años atrás, cuando simplemente se decía que Dios nos de salud para el año que viene. Hoy hay que añadir la coletilla de que esto termine pronto y al año que viene podamos estar todos juntos y besarnos y abrazarnos como si no hubiera un mañana.
Al cerrarse la puerta un vacío queda en su interior y las ganas de volver a llorar llegan de nuevo, no pasa nada, si el cuerpo pide llorar se llora, que cuando nos pida alegrías debemos de dárselas ...
Cuando en la televisión vuelven a hablar del mismo tema decide apagarla y dar las gracias uno por uno a los amigos de las redes, eso por lo menos la entretiene y distrae mientras Antonio, su marido, termina de quitar la mesa.
Ojala al año que viene estemos todos y podamos recordar lo que nos quitó esta puta pandemia.
Orgulloso de tener la familia que me ha tocado. Un beso para todos.