domingo, 29 de mayo de 2016
Capitulo 738: Ruta por Navaconcejo-Piornal-Peña Negra-Navaconcejo.
Algo mas de un año después y con ganas de mejorar aquella ruta que hicimos en Navaconcejo, subiendo hasta Piornal y coronando la peña negra, decidimos volver en la mañana de ayer.
Si hace un año fuimos cinco compañeros de grupo, ayer uno de ellos no pudo venir y los cuatro restantes emprendimos la marcha hasta la localidad de Navaconcejo, donde comienza esta difícil ruta.
A las siete de la mañana y desde la plaza de Huertas, fuimos a buscar el pan al mismo sitio de siempre y una vez puestos a buen recaudo, comenzamos el viaje que ya de por si, forma parte de la ruta. Mas aun si estos son un poco mas largo de lo habitual, nos da tiempo para hacer un repaso a la actualidad local, nacional e incluso hablamos hasta de Venezuela.
Una hora y media después de montarnos en el coche, estábamos aparcando en la bonita localidad Jerteña de Navaconcejo, la cual forma parte ya de nuestra historia, después de haber andado por todas sus tierras tantas veces.
El día amenazaba lluvia y diferentes partes meteorológicos así lo aseguraban. De momento tan solo nos había chispeado un poco cerca de Plasencia, pero una vez en el Jerte no llovía nada.
Con las mochilas un poco mas cargadas de lo habitual, emprendimos la marcha buscando las primeras rampas de la misma, sabiendo que debíamos de ascender mil metros en algo mas de diez kilómetros.
Las primeras cerezas de la temporada han aparecido y numerosos vecinos de la localidad, trabajaban en su recolección. Una tarea dura que ellos hacen con agrado y sabiendo que su fruto sera degustado por toda la nación y parte del extranjero.
La temperatura era la ideal para caminar, sobre todo viendo el terreno que nos esperaba tras ir subiendo una a una las cuestas que nos separan del pueblo mas alto de Extremadura, Piornal.
De vez en cuando aparecía una fina lluvia que amablemente nosotros recibíamos dando las gracias, puesto que lograba esta misma refrescarnos nuestros sudores. Y así, tras una nube venia un claro y luego otra nube y de pronto la preciosa cascada del Caozo desde la parte de arriba, lugar menos frecuentado por turistas y eso se nota a la hora de disfrutar el lugar. El agua abunda todavía por todas las callejas y los pies lo iban notando.
Las ultimas rampas hasta coronar Piornal son las mas difíciles ademas de las mas bonitas, puesto que transcurren por una antigua calzada romana que se encuentra en perfecto estado de conservación.
Y así llegamos a Piornal, un poco cansados y deseando de comernos el muerdino, el cual nunca antes habíamos degustado dentro de un chozo de escobas, que se encuentra en el lugar donde el año pasado pasamos tanto frió. Después de comprobar que podíamos caber los cuatro dentro de el, de gatas pasamos al interior y colocándonos como piezas de tetris para estar a gusto, nos comimos el muerdino entre risas. Mientras en la calle comenzaba a llover y no fiándonos mucho de nuestro refugio, comprobamos que no entraba casi nada de agua en su interior.
Recogido el chozo y un poco entumidos, logramos salir y ponernos de nuevo en pie, sin saber lo que nos esperaba un poco mas adelante, donde justo cruzando el pueblo, una tormenta de granizos y agua fuerte nos sorprendía a nosotros y a los puestos del mercadillo, que sujetando los hierros lograban que no salieran volando. Los granizos nos atizaban fuerte en el rostro y se hizo un suplicio salir del pueblo caminando contra viento y marea.
Si creíamos que esa iba a ser la única nube que nos cayera encima, unos cinco minutos después aquello parecía el diluvio universal. Agua a manta y los trajes que ya no aguantaron mas y el liquido elemento nos entraba por todos lados. Una pequeña caseta abierta y con un tejado, nos vino como anillo al dedo y en su interior, dejamos pasar esta marea que apunto estuvo de acabar con las ilusiones nuestras de seguir hacia la Peña negra.
No había dejado de llover pero el agua no era tan fuerte, por eso y sabiendo que nos quedaba un mundo por andar, decidimos continuar caminando bajo la lluvia, que por suerte para nosotros iba amainando. Y kilómetro a kilómetro y empapados por todo el cuerpo, continuamos hasta la peña negra, la cual por culpa de las nubes bajas existentes, no divisábamos todavía.
Con veinte kilómetros en nuestros mojados pies y sobre las dos del mediodía, estábamos coronando la parte mas alta de la ruta, donde por arte de magia desaparecieron las nubes y con ellas la lluvia. Una temperatura agradable nos empezaba a secar nuestras ropas y pronto, después de echar un trago de vino, decidimos comenzar el descenso, el cual el año pasado nos costó tanto.
Con la lección aprendida cambiamos el lugar de descenso y un poco liados con varias callejas que nos encontramos, logramos encontrar la que debíamos de continuar para volver a Navaconcejo.
Los últimos kilómetros son de bajada por lo que las rodillas sufren bastante. entre cerezos a punto de convertirse en oro rojo y muchos castaños y robles, vamos acortando el camino. Prácticamente con nuestras ropas secas y con una temperatura muy agradable logramos llegar al coche.
Con treinta kilómetros justos andados nos disponemos a refrescarnos en uno de los bares del pueblo donde una vez dentro, pudimos comprobar como otra nube volvía a descargar agua a mansalva. Resoplando tras ver de la que nos habíamos librado por pocos metros, pusimos rumbo hasta nuestro pueblo, con la sensación de haber realizado una difícil ruta en unas condiciones muy duras, pero estos tres amigos que me acompañan pueden con todo,
Que grande son y que bueno haberos conocido, os quiero cabritos!!!
Nos vemos por las callejas, llueva, truene o granice, como nos pasó en el día de ayer.
La ruta.
lunes, 23 de mayo de 2016
Capitulo 737: Ruta por el Almonte, V etapa. Roturas-Navezuelas.
Siguiendo con nuestro afán por recorrer la orilla de nuestro querido río Almonte, ayer domingo nos volvimos a poner en camino para realizar la quinta etapa que teníamos diseñada recorriendo las orillas del Almonte, desde las famosas cataratas, hasta su nacimiento. Allá por el pueblo de Navezuelas, el cual visitamos ayer.
La anterior etapa la habíamos finalizado en la vecina localidad de Roturas, hasta donde ayer nos desplazamos con el coche, para iniciar en ese mismo punto, la nueva ruta.
El día pintaba nublado y algo fresco, lo cual por lo menos a mi me sorprendió y acudí a la cita en mangas de camisa, por lo que a primera hora estaba deseando de comenzar a caminar para de esta forma entrar pronto en calor.
A las siete de la mañana nos juntamos los tres magníficos que andamos realizando esta hazaña. Pasando por la panadería compramos el chusco para el muerdino, que tanto agradecemos los domingos.
Una vez los cinturones abrochados, pusimos rumbo hasta la localidad de Deleitosa, para desde allí buscar el cruce en donde debemos de desviarnos hasta la carretera de Roturas.
Según nos bajamos del coche una especie de niebla espesa comenzó a caernos encima. Pensábamos que seria pasajero y que pronto el sol se apoderaría de las nubes, pero nada mas lejos de la realidad, el agua a lo largo de la mañana nos acompañó durante bastante rato, haciendo la ruta mas impactante si cabe de lo que ya era.
Aunque al principio nos costó decidir porque lado del río comenzábamos a caminar, pronto un hombre mayor que andaba ordeñando unas cabras, nos puso al corriente de cual era la mejor opción.
Nosotros habíamos pensado que la mayor parte de la ruta tendríamos que hacerla casi que por la carretera,al contemplar los bosques cerrados que existen por esta zona, pero haciendo un homenaje al desaparecido Miguel de la Quadra-Salcedo, optamos por realizar una especie de ruta Quetzal pero mucho mas cerca, justo desde Roturas a Navezuelas, y por cierto, menuda ruta...
Esquivando grandes helechos que parecían estar sembrados, nos dábamos de frente con un campo lleno de jara, mucha de ella quemada hace algún tiempo, por lo que se juntaba lo pringoso de su resina, con el color negro, así que os podéis imaginar como acabamos ayer dicha ruta. Si a este brebaje le sumas el agua que por momentos parecía engordar, la pócima era catastrófica para nuestras ropas.
En uno de los pocos claros de la ruta a las diez y media de la mañana, nos comimos el famoso muerdino por si las cosas venían mal dadas. El agua se hizo constante y optamos por recoger las cámaras de fotos, puesto que seria imposible captar alguna imagen que mereciera la pena.
El agua nos salia por todos sitios y la hierba tan alta que existe esta primavera, nos ayudaba a mojarnos por arriba y por abajo, por lo que pronto notamos que el agua andaba dentro de nuestras botas.
Y así un kilómetro tras otro buscando el final de la ruta, pero las fuerzas se nos iban terminando y la meta estaba muy lejos. Nuestro ángel de la guarda y amigo Darta andaba ya hacia rato por Navezuelas, por lo que optamos por ponernos en contacto con él y quedar en uno de los bares del pueblo para coger fuerzas y refrescarnos un poco, antes de volver a casa. Con el deber no cumplido de terminar nuestra experiencia. Pero no nos importa, esto hará que volvamos de nuevo no tardando mucho a coronar el nacimiento y entonces podremos decir los tres aventureros, que logramos nuestro objetivo, a pesar de que en días como los de ayer, nos hacen ser mucho mas fuertes a todos si logras no arrojar la toalla, cosa que hubo momentos en los que estuvimos a punto.
Que hubiera dicho el gran Miguel de nosotros si lo hubiéramos hecho. Él no se merecía tal menosprecio por lo que aguantamos como jabatos en tu honor.
La ruta
La anterior etapa la habíamos finalizado en la vecina localidad de Roturas, hasta donde ayer nos desplazamos con el coche, para iniciar en ese mismo punto, la nueva ruta.
El día pintaba nublado y algo fresco, lo cual por lo menos a mi me sorprendió y acudí a la cita en mangas de camisa, por lo que a primera hora estaba deseando de comenzar a caminar para de esta forma entrar pronto en calor.
A las siete de la mañana nos juntamos los tres magníficos que andamos realizando esta hazaña. Pasando por la panadería compramos el chusco para el muerdino, que tanto agradecemos los domingos.
Una vez los cinturones abrochados, pusimos rumbo hasta la localidad de Deleitosa, para desde allí buscar el cruce en donde debemos de desviarnos hasta la carretera de Roturas.
Según nos bajamos del coche una especie de niebla espesa comenzó a caernos encima. Pensábamos que seria pasajero y que pronto el sol se apoderaría de las nubes, pero nada mas lejos de la realidad, el agua a lo largo de la mañana nos acompañó durante bastante rato, haciendo la ruta mas impactante si cabe de lo que ya era.
Aunque al principio nos costó decidir porque lado del río comenzábamos a caminar, pronto un hombre mayor que andaba ordeñando unas cabras, nos puso al corriente de cual era la mejor opción.
Nosotros habíamos pensado que la mayor parte de la ruta tendríamos que hacerla casi que por la carretera,al contemplar los bosques cerrados que existen por esta zona, pero haciendo un homenaje al desaparecido Miguel de la Quadra-Salcedo, optamos por realizar una especie de ruta Quetzal pero mucho mas cerca, justo desde Roturas a Navezuelas, y por cierto, menuda ruta...
Esquivando grandes helechos que parecían estar sembrados, nos dábamos de frente con un campo lleno de jara, mucha de ella quemada hace algún tiempo, por lo que se juntaba lo pringoso de su resina, con el color negro, así que os podéis imaginar como acabamos ayer dicha ruta. Si a este brebaje le sumas el agua que por momentos parecía engordar, la pócima era catastrófica para nuestras ropas.
En uno de los pocos claros de la ruta a las diez y media de la mañana, nos comimos el famoso muerdino por si las cosas venían mal dadas. El agua se hizo constante y optamos por recoger las cámaras de fotos, puesto que seria imposible captar alguna imagen que mereciera la pena.
El agua nos salia por todos sitios y la hierba tan alta que existe esta primavera, nos ayudaba a mojarnos por arriba y por abajo, por lo que pronto notamos que el agua andaba dentro de nuestras botas.
Y así un kilómetro tras otro buscando el final de la ruta, pero las fuerzas se nos iban terminando y la meta estaba muy lejos. Nuestro ángel de la guarda y amigo Darta andaba ya hacia rato por Navezuelas, por lo que optamos por ponernos en contacto con él y quedar en uno de los bares del pueblo para coger fuerzas y refrescarnos un poco, antes de volver a casa. Con el deber no cumplido de terminar nuestra experiencia. Pero no nos importa, esto hará que volvamos de nuevo no tardando mucho a coronar el nacimiento y entonces podremos decir los tres aventureros, que logramos nuestro objetivo, a pesar de que en días como los de ayer, nos hacen ser mucho mas fuertes a todos si logras no arrojar la toalla, cosa que hubo momentos en los que estuvimos a punto.
Que hubiera dicho el gran Miguel de nosotros si lo hubiéramos hecho. Él no se merecía tal menosprecio por lo que aguantamos como jabatos en tu honor.
La ruta
martes, 17 de mayo de 2016
Capitulo 736: El soldado y su trompeta.
Entró en el campo de batalla como elefante en una cacharreria. Contra mas aligeraba la marcha, mas deprisa tocaba su trompeta. Miró hacia ambos lados para ver a sus compañeros y pronto se dio cuenta de que estaba solo. Sus camaradas habían ido cayendo uno a uno en acto de servicio, sirviendo a su bandera.
El enemigo al ver solo al de la trompeta, dejó de disparar y ante el asombro de todos, pronto comenzaron a escucharse una carcajada detrás de otra. Aquella imagen de un único soldado sin su arma con tan solo una trompeta era sin duda para reírse y bien del asunto.
Él, al ver que los disparos habían cesado no dejó de tocar su trompeta puesto que sabia que su hora final había llegado. Pensó que lo mejor que podía hacer antes de su muerte, era tocar su instrumento favorito.
Las carcajadas fueron cesando a la vez que aquel soldado iba tocando una tras otra las mejores canciones que sabia. Lo que antes eran risas en los rostros del enemigo, ahora comenzaban a ser lagrimas. Todo el frente andaba emocionado y por un momento aquel soldado pensó que podía salvar su vida. Cuando el soldado que mandaba al frente del pelotón se dispuso a ordenar que arrestaran al único enemigo que quedaba para salvarle la vida, uno de los soldados enemigos se puso en pie, cargo su arma y disparó a quemarropa al chaval de la trompeta, el cual cayó arrodillado mientras un hilo de sonido de su trompeta se escuchó por ultima vez.
Todos miraron con cara de mal humor hacia la dirección desde donde había salido el disparo y agarrándose la cabeza exclamaron a la vez, !!!la que ha liado el puto sordo!!! ....
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