lunes, 10 de octubre de 2016

Capitulo 767: Un japones en los encierros.


Una vez concluidas las fiestas y con los dedos de mis manos, mejor que mi garganta, quiero comentar algunas de las cosas en las que me he podido fijar estas fiestas y a las que he prestado mas atención que otros años.
Sabiendo como todos, que el buen tiempo nos ha acompañado todos los días, esto ha hecho sin duda que venga mas gente que otros años en los que la climatología, hace echarse para atrás a los visitantes. El ultimo fin de semana ha sido espectacular y cuentan los mas viejos del lugar, que nunca antes vieron la plaza tan llena como este año, y no me refiero solo a la parte de arriba, sino que abajo los allí habituales, nos vimos sorprendidos ante la magnitud del personal que poco a poco se fue acumulando.

La catedral de la capea como bien ha sido nombrada este año en su cartel anunciador de los eventos taurinos, recibió gente de todos los pueblos de alrededor. A los ya habituales amigos y algunos familiares de Almaraz y Miajadas, se han ido uniendo gente de Cañamero, Zorita, Herguijuela, Madroñera, Moraleja, Coria y a lo largo de las fiestas hemos tenido la suerte de acoger a visitantes internacionales, como ingleses, alemanes y ayer un Japones nos sorprendió a varios huerteños en la subida, con la suerte de poder hablar algunas palabras con él.

Fue por pura casualidad su presencia y no pudo evitar las ganas de correr el encierro para sentir, según palabras suyas, la sensación de estar delante de un animal bravo, aunque bien es cierto que corriendo a mi lado, poco cerca estuvo en todo el recorrido.
Nos preguntaba que si no teníamos nervios justo antes de escuchar el ultimo cohete que tiran, para anunciar la salida de los astados. Al contestarle que si, el Japones (tac) o algo así, se quedó mucho mas tranquilo. Sin perder su sonrisa en ningún momento, corrió todo lo deprisa que pudo e incluso antes de entrar en la plaza, dio las voces que todos damos fruto del miedo que llevamos, diciendo la típica frase de que ya están aquí, o corre y no mires atrás que nos pillan. Eso si, sus palabras no había dios que las entendiera y eso que hablaba el español de manera admirada por todos los que pudimos hablar con él, ese breve espacio de tiempo.

El encierro

Me hubiera gustado poder verle después de la subida, pero no lo conseguí. Me preguntó que si podía torear conmigo alguna de las vacas que subieron, aunque pronto me quité el marrón de encima al ver a mi amigo Gustavo, el cual se ofreció encantado en poder ayudarle a lograr algún pase.
Lastima que no pudiera cumplir su sueño....

Pues otra anécdota mas para contar a nuestros nietos.

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