lunes, 30 de noviembre de 2015

Capitulo 699: Ruta en Madrigal de la Vera. (Chorro de la Ventera)



Otro de los lugares que nos quedaban por conocer de nuestra comarca extremeña, decidimos ir este domingo en busca suya. Dejando aparcados a un lado todos los problemas semanales que uno pueda tener, los domingos los dedicamos tan solo a disfrutar de nuestras rutas, de los paisajes, del clima y de la buena compañía que solemos juntarnos domingo tras domingo. Aunque esta vez tan solo pudimos disfrutar de la ruta cuatro senderistas, una pena sin duda por los demás, puesto que la ruta de ayer la hemos catalogado como una de las mas espectaculares que hemos hecho hasta la fecha.
Seguramente que las fotografías que aquí publique hoy, tan solo os darán una idea del lugar tan impresionante que ayer tuvimos la suerte de conocer, pero lo suyo por mucho que os cuenten es ir a verlo en directo. Cerrar los ojos, oír el agua caer. Abrir los ojos de nuevo y ver la colonia de buitres que allí al lado, han encontrado acomodo, y a la vez, respirar el olor entre mezclado de romero, con la jara y algunas hierbas mas que este otoño primaveral, por allí abundan.


El caso es que a las siete de la mañana nos volvimos a dar cita en la plaza de Huertas, lugar desde donde salimos habitualmente. Esta vez con el pan comprado ya por parte de uno de los del grupo, no hizo falta pasar por la panadería. Por lo que pusimos dirección Madrigal, del cual nos dista una hora y cuarto de viaje, el cual le hicimos casi entero por autovía.


El pueblo de Madrigal es conocido como la Galicia chica, por la abundancia de agua y sus pastos verdes durante casi todo el año. Sin duda tiene suerte de tener en su entorno dos gargantas conocidas. Una, la de los Minchones la cual hace de frontera con sus vecinos de Villanueva de la Vera, donde hace algún tiempo ya hicimos una ruta. La otra garganta es la de Alardos, la cual hace frontera con la provincia de Àvila, y donde en verano se refrescan los vecinos y visitantes.
Este pueblo tiene unos mil setecientos vecinos los cuales son llamados "Madrigaleños".

Pues a unos cuatro kilometros hacia el norte, arranca la ruta que ayer realizamos y que tanto nos sorprendió. El pueblo de Madrigal nos recibió con tres grados de temperatura y aunque el sol había salido ya, todavía no calentaba lo suficiente como para quitarnos algo de abrigo, por lo que los primeros kilometros los hicimos bastante arropados.
El primer contratiempo le tuvimos muy pronto ayer, puesto que después de llevar andados mas de seiscientos metros, nos acordamos de que el pan se había quedado en el coche, por lo que hubo que darse la vuelta en busca de el. "Un muerdino sin pan ni es muerdino, ni es na"


Con el pan en las mochilas tuvimos que acelerar un poco la marcha para no andar muy tarde, aunque bien es cierto que cuando uno sale a practicar senderismo, no puede llevar prisas ninguna, puesto que no sabes que contratiempos te pueden surgir.
Los tres primeros kilometros de la ruta son de bajada y como sabíamos que la ruta no era circular y había que volver por el mismo sitio, íbamos bromeando sobre la cuesta arriba que nos esperaba a la vuelta, como si no estuviéramos ya acostumbrados a subirlas mas duras que las de ayer.
Con buen firme en el camino, pronto llegamos a un puente donde las cristalinas aguas de la garganta, nos invitaban a echar un trago de ellas, cosa que hicimos un poco mas adelante, en un chorro de agua que caía de entre dos piedras. Da gusto ver el agua correr por cualquier lugar en este pueblo.


Una vez refrescadas nuestras gargantas, seguimos andando y fotografiando el lugar. Las vistas son impresionantes y la Sierra de Gredos con su pico mas alto en la lejanía nos dejaba ver algunos neveros de anteriores nevadas caídas.


El camino se empinaba por momentos y el desnivel iba acumulándose poco a poco pero de manera ligera al estar el camino construido en zigzag, la subida parecía mas ligera de lo que en realidad es. Y seguimos acumulando kilometros y de repente nos encontramos con un cartel que nos prohíbe el paso hasta donde queríamos llegar. Aunque ya estábamos avisados de tal prohibición, decidimos continuar sin salirnos del camino en ningún momento y sin apenas hacer ruido, por si nos descubrían y nos invitaban a darnos la vuelta, pues la única manera de acceder al "chorro" es garganta arriba con la dificultad que ello conlleva.

Todo el camino es privado y si vais alguna vez, es mejor no ir en grupos grandes para no armar mucho escándalo y por supuesto no salirse en ningún momento del camino. que te lleva directamente hasta el lugar donde finaliza la ruta, que es el "chorro de la Ventera", aunque del final del camino hasta dar con el, hay que andar un trozo campo a través, quizás la parte mas dura de la ruta, aunque una vez que llegas al lugar, lo único que salia de nuestras bocas eran las palabras "merece la pena".

Y por supuesto el muerdino tenia que ser allí. Un lugar privilegiado que enamora nada mas conocerlo. Que nos queda sin palabras al ver la longitud del salto de agua. Que hace que hagamos cientos de fotos y que las miradas vuelvan una y otra vez hasta dicho lugar.
Allí sentados comiendo nuestras viandas el tiempo parece detenerse y sin darnos cuenta se nos hace tarde, es una pena pero hay que volver y dejar atrás este lugar mágico que nos conquistó ayer a los cuatro privilegiados que disfrutamos de el.


La vuelta al ser por el mismo lugar podía parecer un poco monótona, pero solo con las vistas que hay en este lugar, se hace con ganas e ilusión. Lástima que una lesión de uno de los componentes del cuarteto, nos hizo ir un poco mas rápido a los otros tres, para bajar con el coche en su busca. Suerte que tenían acceso los coches, si no, hubiéramos tardado algo mas en acabar la ruta de ayer, que tenia una longitud en total de casi dieciocho kilometros. Por eso decimos que de senderismo hay que ir sin prisas y preparado para cualquier contratiempo. Y la verdad que hasta la fecha hemos tenido mucha suerte en este aspecto, esperemos seguir contando con ella.


Una vez en el coche y ya de vuelta a casa, vamos comentando lo vivido durante la ruta y la suerte que tenemos de poder conocer regalos de la naturaleza, casi al lado de casa.
Si alguna vez os atrevéis a ir a conocer este lugar, seguro que os causará la misma impresión que a nosotros nos causó en el día de ayer, donde de nuevo decidimos cambiar la cama o el sofá, por naturaleza en estado puro.

Nos vemos por las callejas, montes o ríos.

La ruta



















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