martes, 29 de enero de 2013

Capitulo 428: Si la envidia fuera tiña.





Desde bien pequeña, siempre quiso ser la protagonista de su familia. Era la mayor de tres hermanos y hasta que nacieron ellos, fue feliz
. Una vez que los ojos de sus padres, miraron para los más pequeños de la casa, su odio y envidia fue creciendo a medida que pasaban los días. En ese momento fue cuando quizás un par de cachetes, la hubieran hecho reflexionar sobre aquello, pero esas tortas, no vinieron a su debido tiempo. Y un día por otro, sus padres la fueron toreando como buenamente pudieron. Aprendieron a convivir con ella, a pesar de sus enfados y su mal humor cuando ella, no era la principal protagonista de cualquier cosa.

Los años fueron pasando y sus dos hermanos la iban conociendo mejor. Sabían como enfadarla y como hacerla sentirse mal. Por eso durante muchos días, esa era la forma que tenían de jugar con ella. Todo acababa siempre con ella llorando y sus padres riñendo a sus dos hermanos.

En el colegio lo pasaba igual de mal. No era buena estudiante y cuando les daban las notas y sus compañeros de clase las sacaban mejores que ella, llegaba llorando a casa. En los recreos muchas veces acababa sola en un rincón, cuando sus compañeros y amigas, no jugaban a lo que ella decía y así poco a poco, se fue encerrando en su mundo del cual a día de hoy, no ha sido capaz de salir.

Después del colegio, llegó el instituto y aunque parecía que su estado de envidia había remitido un poco, nada más lejos de la realidad. Llegaron nuevas amistades que al no conocerla bien, la dieron una tregua para ganarse su amistad. Pero con el paso de los años, todos acababan por darla de lado, según la iban conociendo mejor.

En el tema de los amores, siempre la pasó lo mismo. Acabó mezclando la envidia con los celos y aunque es verdad que era atractiva, su forma de ser acababa por catalogarla ante los ojos de los chicos, como un cardo borriquero, como decían ellos. El primer chico con el cual empezó a salir, tan solo la aguantó un par de meses, aunque ella creía que sería el chico de su vida. Un par de encontronazos y muchas preguntas absurdas, bastaron para que aquel chico se hartara de ella.

Cuando acabó sus estudios, estuvo un tiempo en casa sin hacer nada, sin duda fueron los peores meses que sus padres pasaron. Todo era mal carácter, malas contestaciones y siempre la envidia detrás de todo. Su padre por medio de un buen amigo, logró encontrarla un trabajo, que aunque no era de lo que ella había estudiado, podía defenderse bien. De esa manera, lograron quitársela de encima las horas que su trabajo la requerían.

Con el paso de los años, conoció a un chico. También era de su mismo pueblo y aunque no compartía el mismo carácter que ella, supo llevarla todo lo bien que pudo. Sin duda, mucha culpa tuvo el ver cómo los años pasaban y ese hombre, no encontraba a su media naranja. Así que aguantó los arrebatos que a su chica le daban a menudo, cuando las cosas no salían como ella querían.

Después de algunos años de noviazgo, decidieron contraer matrimonio. En la lista de invitados se pudo comprobar que la mayoría venían por parte del novio. Ella, casi no conservaba ningún amigo de la infancia y los pocos que tenia, se inventaron alguna excusa para no ir a dicha boda. Sin duda ese día fue uno de los más felices en la vida de sus padres, que sabían el hueso que se quitaban del medio.
Muy pronto tuvieron familia, un niño que vino al mundo sano y fuerte. Su madre desde muy temprana edad, le fue malmetiendo los mismos defectos que ella tenía y pronto los resultados no se hicieron esperar. Los amigos de su hijo no eran buenos compañeros según ella. Le escogía con quien debía de juntarse y no era nada raro verle muchas veces jugando solo, como hacia algunos años la paso a su madre. Aunque su padre impedía muchas veces que a su hijo le pasara lo mismo. Le apuntaba a todo donde hubiera más niños. Futbol, baloncesto, ingles, cursos de música, etc. Pero todo era inútil, en todos los sitios iban conociendo a su hijo y le iban dando de lado.

Su padre lejos de ocultar el problema, logró hablar con los profesores de su hijo, a escondidas de su mujer y todos coincidieron en lo mismo. El carácter del niño no era el más apropiado para su edad. Así que le recetaron la medicina que a su mujer no dieron de pequeña, las dos tortas.
El primer día, aparte de dárselas a su hijo cuando se las mereció en casa por una mala contestación, estuvo a punto de dárselas a su mujer también. Aquello le costó estar sin hablarse con ella bastantes días, pero poco a poco su hijo fue cambiando su carácter, eso sí, ayudado de su padre y de los maestros y a escondidas de su madre.

Hoy en día, hay veces que por culpa de su madre pierde algún amigo, porque ella sigue con el mismo problema de siempre. Así que no es muy raro verla enzarzada con alguna otra madre que se queda asombrada al ver dicha reacción, la cual hubiera tenido una cura bastante barata y sencilla en su día y que hoy cuesta mucho mas.

Esperemos que ese niño siga los pasos de su padre y no se fije mucho en su madre, pues le puede costar acabar de la misma forma que ella y todo, por no darle dos guantazos a tiempo.
Si la envidia fuera tiña…cuanto mejor nos hubiera ido a todos.

1 comentario:

  1. Mala cosa el actuar con una sobreprotección e instintos maternales que llevan a una malcrianza que, claramente perjudican y condicionan el futuro de los hijos.
    Otro muy buen capítulo. Saludos, txapeldun.

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