lunes, 7 de enero de 2013

Capitulo 414: Otra sobre la sanidad.





Por suerte para mí y para los míos, no había vuelto a acudir a las urgencias de Trujillo desde hacía varios meses. Hoy después de llamar para pedir cita, para que el día de mañana atendieran a mi hija de una posible luxación en un dedo de la mano y ver que no quedaban horas libres en la consulta de su pediatra, hemos decidido ir a urgencias.

Antes de nada quiero decir que es un lugar al que no voy de buen agrado, puesto que las veces que he tenido que ir, he esperado demasiado tiempo para ser atendido, cosa que llevo muy mal. Por eso si no es muy necesario, paso de ir.

Allí habría esta mañana como unas cinco personas delante nuestra, algunas de ellas conocidas por lo que la espera ha sido más a mena que si no conoces a nadie. Un par de pequeños con síntomas de catarros, normal para estas fechas, otra señora que salía en silla de ruedas con un pie escayolado. Una señora más con un dolor en el cuello y no recuerdo quien más había.

El caso es que en el mostrador de la entrada he entregado la tarjeta sanitaria de mi peque, diciendo a la señora que allí se encargaba de coger los datos y abrir informes, el daño que traía mi hija y por lo que queríamos que fuera atendida. No estoy muy seguro, pero creo que ha dicho unas palabras las cuales no he podido escuchar y ante ese hecho la he pedido que me repitiera dichas palabras, a lo cual la señora, no ha accedido. Así que hemos tomado asiento en las sillas de la desesperación, que allí hay ubicadas.
Los allí presentes iban entrando al escuchar su nombre. Unos al box uno, otros al dos, incluso en el tres también atendían. Cuando los que habían llegado antes que nosotros estaban todos atendidos, nos hemos llevado la primera sorpresa al ver como llamaban a otra señora que había llegado detrás nuestra y con solo síntomas de constipado. Mucha tos, demasiada diría yo después de haber estado aguantando allí sus toses más de media hora.

Por eso tampoco me ha resultado extraño que la atendieran a ella antes que a nosotros. Pero al igual que a esta señora, han llamado a otras tres más, las cuales habían llegado detrás nuestra y con los mismos síntomas, es decir, constipadas. Cuando después de más de hora y media allí sentados y no recibir ninguna llamada con el nombre de mi hija, he optado por levantarme y preguntar a la funcionaria que allí había, la cual en lugar de pedir disculpas por el retraso que solamente ella había causado, se ha excusado señalando a los médicos como únicos culpables de la tardanza en atendernos.

_ Usted sabe que son los médicos los que van llamando a los pacientes.

A lo que yo he contestado demasiado pacifico diría yo, aunque no me arrepiento, que no era normal que habiendo venido después que nosotros más de cinco pacientes, todos ellos hubieran entrado antes que mi peque.

Voy a ver que ha podido pasar, me dice. A lo que yo la apunto, que lo más seguro, es que ella no había pasado los datos de mi hija a los doctores. Cosa que ella ha vuelto a negar volviendo a echar la culpa a los compañeros médicos.

Una vez dentro de la consulta en la que había una doctora, la cual he de decir que nos ha atendido con un trato exquisito y mucha educación, nos ha preguntado que le pasaba a la niña. Ella dejándome hablar a mi ha puesto su dedo delante de la doctora mientras yo le iba explicando los dolores que tenia y como se lo había producido. Todo esto con la enfermera allí presente, la cual junto con la médica, se miraban extrañadas ante tales palabras, como si fuera lo primero que oían de dicho caso.

Yo me he dado cuenta y he preguntado si todo estaba bien. Ellas me han contestado que era lo primero que oían de lo que yo les iba explicando, que la funcionaria de la puerta no les había dicho nada antes.
Miren ustedes, yo no sé quien tiene la culpa, lo único que se, es que llevo una hora y media ahí fuera esperando. Totalmente en silencio y aguantándome las ganas de protestar y pedir explicaciones. Lo único que me ha dicho vuestra compañera que está en el mostrador de la puerta, es que son ustedes quien llaman a los pacientes, por lo que la culpa era de ustedes.

Ya, me ha dicho la enfermera que acompañaba a la médica. Si la compañera de la puerta no nos pasa los datos, como vamos a llamar a nadie.

El caso que lo importante es que mi hija no tenía nada roto, tan solo el golpe. Así que después de darme el informe, hemos abandonado urgencias, pasando por delante del mostrador, donde se encontraba nuestra “amiga” celadora, la cual en lugar de pedir disculpas, ha bajado la cabeza como refugiándose de mi mirada. Después me ha contestado con un “buenos días” a lo que yo me he negado a responder. Lo siento, no soy nunca así, pero me ha enfadado mucho su desplante y su reacción, porque está claro que todos somos humanos y nos podemos equivocar, pero no cuesta nada de trabajo pedir perdón y disculparse.

Hoy si hubiera sido otra persona, seguro que monto un escándalo del copón, pero estoy contento con no haberlo hecho así, aunque me ha dolido el no recibir tan siquiera una simple disculpa de la celadora, la cual no parece que haya empezado con muy buen pie el año.
 Con lo que daríamos alguno por estar sentados en dicho puesto….

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