sábado, 4 de marzo de 2017

Capitulo 814: Cuando salimos de la caverna.



Por hacer un favor, simplemente eso, esta mañana dejé de ejercer mi profesión antes de lo que tenía pensado. Corriendo tuve que realizar alguna de las tareas previstas y a las once y media estaba en la puerta del pabellón polideportivo de Huertas de Ánimas. El cual necesita una reforma urgente, pero eso da para otro capitulo.
Se median el equipo local, Atlético San José, contra el Zurbaran. En el partido de la primera vuelta me comenta mi hijo, que juega en el San José, el resultado fue de 3-3, me cuenta emocionado que empataron en el ultimo segundo.

Por lo visto no había arbitro y el partido estaba condenado a suspenderse. Me fastidia mucho que la gente se desplace tan lejos de sus pueblos para tener que regresar sin jugar. Solo por eso me ofrecí rápidamente para arbitrar el encuentro. La federación por lo visto no podía mandar a ningún arbitro que ejerciera su oficio.

Los niños que se enfrentaban tienen entre nueve y diez años y no es difícil arbitrarles, siempre y cuando los familiares no estén muy cerca de ellos.
Hoy no fue el caso y desde el pueblo de Zurbarán, vinieron con los chavales un buen numero de padres, madres y abuelos.
Después de conversar amigablemente con el entrenador visitante y comentarle que yo no era arbitro profesional, me comentó que mejor jugar con un arbitro voluntario que viajar para no jugar.
Es cierto que ya me ha tocado arbitrar alguna que otra vez mas y que no me disgusta hacerlo, soy un amante del deporte y sobre todo del fútbol sala el cual he practicado muchísimos años, jugando sobre todo de portero.

El partido comenzó muy bonito, de poder a poder y demostrando los dos equipos que saben jugar a este deporte. Pronto me di cuenta que el entrenador visitante era de los típicos entrenadores que últimamente me encuentro en varios pueblos que voy a ver a mi pequeño (pocas veces voy), que vive el fútbol demasiado apasionado, para mi gusto dando demasiadas voces a los niños y no acatando las decisiones arbitrales, cosa que parece ser normal dentro de cualquier deporte. Yo soy el primero que mas de una vez no estoy de acuerdo en algún partido con las decisiones arbitrales e insulto alegremente al colegiado. Intento hacerlo cada vez menos, eso si.
 Después de reprocharme alguna decisión en algún que otro saque de banda, he tenido un roce con él en una decisión de un mal saque de portero de puerta, al hacerlo con el pie sin poder ser así. Me ha dicho que no tenia ni idea del reglamento y se ha quedado tan a gusto.

Al pitar el final del primer tiempo al cual se ha llegado con empate a cero en el marcador, me he ido derecho hacia él para decirle que si seguía con esa aptitud, dejaría de arbitrar, que yo lo único que estaba haciendo era perder tiempo en mi trabajo. Desde la grada alguna madre y padre me han dedicado piropos mientras discutía con el entrenador rival, que seguía sin venirse a razones. De nuevo me reprochaba el saque de puerta y le he vuelto a decir que lo mirara esta semana en el reglamento.
Otros dos adultos acompañaban a este señor en el banquillo, cosa que no se puede hacer y que yo he pasado de reprocharles. Uno de estos dos me daba la razón al comentarle yo, que a los niños no se les podía enseñar estas cosas y que había que animarles a divertirse y punto. Ninguno de ellos sacaran de pobres a sus acalorados padres, ni mucho menos a sus abuelos.

El segundo tiempo ha estado mas fácil de arbitrar, el entrenador no ha vuelto a decirme nada y solo un par de faltas pitadas en contra del equipo visitante, han desatado de nuevo la furia del respetable...Respetable???? juassss, me descojono de la palabra.

Un par de abuelos se han encarado conmigo pidiéndome que pitara el final, cuando todavía quedaban tres minutos, al haber estado detenido el tiempo para atender al portero visitante (porterazo) que se había hecho daño en una magnifica intervención.
No he podido callarme y les he plantado cara, seguro que mal hecho por mi parte, pero es que no es justo que por hacer un favor a estas mismas personas, encima puedan venir a desahogarse y ponerte a caldo tan alegremente, como si uno se ganara la vida arbitrando.

Al pitar el final (1-1), el entrenador visitante me ha saludado y punto. Los abuelos, padres y madres aplauden a sus familiares y como si se hubieran quitado un peso de encima, vuelven caminando a sus coches para volver a su pueblo, con el deber cumplido de haber puesto a caldo al arbitro que en todo momento ha intentado hacer disfrutar a sus nietos e hijos, enseñándoles lo que se puede hacer y lo que no, dialogando siempre e intentando enseñar a disfrutar, que es de lo que se trata a los pequeños.

Ya en el coche mi pequeño me ha preguntado que me había pasado con el entrenador visitante, él sin duda que no ha disfrutado del partido escuchando como cualquier personaje puede poner a parir a su padre, sin conocerle de nada y sabiendo que yo lo único que estaba haciendo, era un favor.

Cuando estos partidos se celebren sin publico, luego, os acordaréis de cuando salíais de vuestras cuevas, a desahogaros de vuestras historias cotidianas....

Firmado: El arbitro de hoy, un orgulloso albañil que no cambia su profesión por esta, ni por todo el oro del mundo.

Fotografías: María Luisa Vega.







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