domingo, 5 de mayo de 2013

Capitulo 478: Ruta en Benquerencia.



Seguramente que hace un año y poco atrás en el tiempo nos hubieran dicho que un domingo cualquiera, íbamos a pasar un día estupendo en el pueblo de Benquerencia, al que nos lo hubiera dicho, le hubiéramos llamado loco. Más aun si encima nos hubiera dicho, que íbamos a tener una guía alemana y encima dueña de un precioso camping, en el cual nos ha hecho sentirnos como verdaderos huéspedes, por su caluroso recibimiento, además de su riquísima comida.

Así esta mañana a eso de las ocho, nos volvíamos a juntar un domingo más en la plaza de Huertas, para disponernos a realizar una nueva ruta senderista. La cual iba a transcurrir por tierras del municipio de Benquerencia, localidad que debe de ser de las más pequeñas en densidad de habitantes de toda Extremadura, puesto que solo cuenta con ochenta vecinos censados. Allí nos esperaba nuestra amiga Karin, la cual muy gustosamente, había preparado la ruta a conciencia, sabiendo muy bien los caminos que debíamos de coger, además de aconsejarnos que ropa llevar.

Algo resfriado por estos cambios de temperatura y alguna senderista también algo lesionada, nos disponíamos a emprender la marcha por las primeras callejas, las cuales estaban abarrotadas de gran cantidad de hierba, quizás más alta de lo habitual, seguramente por culpa de no haber ganado que se la coma por la zona. Un peligro para este verano que sin duda alguna va a ser de alto riesgo en incendios. Esperemos que entre todos sepamos minimizar los riesgos.

Entre la hierba alta y el aguazo caído la noche anterior, las zapatillas rápidamente se calaban y era incomodo andar con ellas mojadas, pero no nos ha quedado otra, que seguir la ruta. Los ocho senderistas que la hemos realizado, nos quedamos admirados con los colores que nos ofrecía nuestro campo. Si en unas cercas era el color amarillo el que predominaba, en otras, era el color violeta y más adelante el color blanco. Una preciosidad de la naturaleza.

Siguiendo el arroyo Santa María alcanzábamos una presa antigua, la cual perdía bastante agua por su desembocadura. Además que había síntomas de que dicha charca, recibía vertidos ganaderos, por lo que el agua estaba bastante turbia y olía más de la cuenta. Debajo de la misma, un molino antiguo bastante bien conservado, servía a un puñado de murciélagos de dormitorio. Una vez pasada dicha charca en la que también hemos podido ver tres garzas, nos hemos encaminado por unas callejas bastante bien señaladas, aunque a nosotros en esta ruta, no nos hacía falta GPS ninguno, gracias a nuestra guía alemana.
A eso de las diez y media buscábamos un lugar bueno para degustar nuestro bocadillo habitual, el cual por ser vísperas de feria quesera, abundaba dicho manjar más de la cuenta.

Una vez repuestos los estómagos y dispuestos a emprender la marcha, la guía se daba cuenta de que había perdido sus gafas de sol. Así no nos ha quedado otra que volver en su busca, aunque hemos de decir que no ha habido suerte ninguna y no hemos logrado recuperarlas.

De vuelta sobre nuestros pasos nos topábamos con gente conocida de Huertas, que en todos lados existe, así nos hemos alegrado de poder saludarle y echar un rato con él.
Más adelante, Karin nos guiaba por un amplio cordel por el que podíamos alcanzar algún kilometro después, la presa del Prado, de donde el pueblo de Valdefuentes se abastece de agua para su consumo. Es un pantano bastante grande en el que hemos podido apreciar los patos con sus crías, además de ver desovar alguna que otra inmensa carpa en la orilla del mismo, todo un espectáculo digno de ver.

Rodeando el pantano hemos alcanzado de nuevo nuestro punto de partida, que no era otro que el camping de nuestra amiga. En el que hemos podido degustar unas riquísimas cervezas frescas, que con el calor que hacía, apetecían doblemente. Así mismo, hemos sido agraciados con unas pizzas caseras, cocinadas en horno de leña, las cuales estaban para chuparse los dedos, como más de uno ha hecho. Después de probar algún licor alemán, el final le hemos rematado con dos tartas riquísimas, cocinadas también por nuestra amiga, la cual se ha portado con nosotros como si nos conociéramos de toda la vida.

Dando una vuelta por su camping, el cual tiene el doble de valor al saber que ella con sus propias manos ha decorado entero. Además de haberle construido a medias con otra persona en su totalidad, toda una verdadera obra de arte, la cual merece la pena de visitar. Y si te gusta la naturaleza, no puedo nada más que recomendarte que le visites un fin de semana. En el te perderás en mitad de un bosque de encinas en el que el único animal raro que vive es el hombre.




Gracias Karin y espero que esta amistad que tenemos, no se pierda nunca.

1 comentario:

  1. Para haber sido aconsejados en cuanto a lo de la ropa a llevar, el de la "zurigorri", lo ha clavado.

    Un saludo, crack.

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