jueves, 27 de abril de 2017

Capitulo 827: Miradas que enamoran.




Agarradas del brazo caminan en busca de la penúltima cuesta que les queda, antes de llegar a la plaza de Trujillo. Su andar es lento y seguro, hace tiempo que cambiaron las prisas por la seguridad de no caer al suelo. La cara de la mujer mas alta es seria, sin embargo la otra mujer, la mas bajita, a pesar de tener un caminar mas lento y torpe, lleva una gran sonrisa en su rostro.

Me fijo en ellas ante la estrechez de la calle debido a una zanja que estamos haciendo para instalación de agua. Aunque pasan bien, prefiero ayudarlas a esquivar la valla que tenemos colocada.
Las dos mujeres aprovechan la ocasión para a la vez de enterarse de lo que andamos haciendo, paran a coger algo de aire para el tramo que les queda por andar.
No hace calor, pero tanta cuesta arriba cansa. Me doy cuenta que de las dos mujeres es una, la mas alta, la única que habla. Me comenta que van a la peluquería y que les han dado hora a las cuatro y media. Miro el reloj y veo que no han dado las cuatro todavía y pienso que van bien de tiempo.

Me quedo mirando a la mujer mas bajita y sigue con su sonrisa angelical en su cara. Vas a ponerte guapa!! la digo sin obtener respuesta alguna. Tan solo su eterna sonrisa se muestra mas grande aun. La mujer mas alta me dice apenada que su hermana tiene alzheimer y que ya hace tiempo que va de mal en peor. Que los enfermos de esta enfermedad, mueren dos veces y que su pobre hermana ya ha muerto una vez.

Una vez que han descansado, vuelven a agarrarse del brazo, pero antes la señora mas alta saca su pañuelo y limpia la cara de su hermana, a la cual por la comisura de los labios, le cae un poco de saliva. Vamos niña, que llegamos tarde!! le dice su hermana a la vez que se despide de nosotros.
Bueno, que os pongan mas guapa de lo que estáis, les digo a las dos mujeres. La mayor se ríe a la vez que comienza a caminar y su hermana pequeña de mala gana, comienza a seguirla caminando y mirando hacia atrás. La guiño un ojo y la digo adiós con la mano sin que su hermana me vea, y ella me despide con una gran sonrisa blanca y pura, de las que se te clavan en el corazón y duran unos cuantos días.

Mucha fuerza a todos los enfermos de alzheimer y sobre todo a sus familiares.

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