miércoles, 28 de septiembre de 2016

Capitulo 765: Un Huerteño de Ávila o un Abulense de Huertas.



Siguiendo con la propuesta de enseñar a la gente de fuera del pueblo, los artículos escritos en nuestro libro de fiestas, hoy le toca el turno a un escritor nobel, el cual desde hace tiempo tenia metido entre ceja y ceja el poder quedar reflejados sus sentimientos.
Creo que sin duda el gran beneficiado de estos artículos es el pueblo de Huertas, al cual con la que está cayendo, le viene de maravillas tanto piropo.

Algo de culpa de ello la tenemos todos los habitantes de Huertas, que debemos de seguir empeñados en que la gente que nos visita, pueda disfrutar como nosotros o mas si cabe, de nuestras fiestas. Las fiestas de todos y para todos. Seguid tan acogedores y hacer que nadie se sienta forastero entre nosotros....
Gracias Javi por tu escrito.





HUERTEÑO DE ÁVILA          UN ABULENSE DE HUERTAS. 
Antes de entrar en harina, quiero explicar de donde soy. 

Nací en un pueblecito de la Sierra de Gredos, en Ávila que se llama El Arenal (algunos ya lo conocen y saben de lo que voy a hablar).  
Mi pueblo nada tiene que ver con Las Huertas de Ánimas, se podría incluso decir que son, casi, antagónicos pues uno es montañoso y verde prácticamente todo el año, con ríos y arroyos que riegan sus tierras de forma constante y el otro es ondulado y en verano se vuelve amarillento por los efectos del clima y su ubicación geográfica, por algo será que a esta tierra la llaman Extremadura. 
No voy a juzgar cuál es más bonito o más feo porque cada lugar tiene su encanto, lo que sí que está claro es que son muy diferentes. 
Quizás por eso, me gusta tanto venir a Las Huertas porque nada tienen que ver con mi tierra y ya me considero un huerteño más aunque y me duele decirlo, todavía no lo soy al cien por cien ya que sigo diciendo canicas en vez de bolindres y garaje y no cochera, pero si hace un poquino de frío me pongo el chaleco, si  me hago una herida me sale una postilla y si ocurre cualquier cosa a mi alrededor, voy a visorear para ver qué pasa. 

Y hablando de gustar, voy a escribir sobre algo que me gusta mucho de este pueblo y no es otra cosa que las Fiestas en Honor a la Virgen del Rosario pero antes, ahora sí, me voy a identificar para aquellas personas que no saben quien soy. 

Me llamo Javi, esto no os dirá nada, pero si os explico que estoy casado con Celia, la hija de “Josemari gachura” y de Angelines “migueliche”, algunos y algunas ya me habréis puesto cara. 

Pues una vez hechas las presentaciones, a lo que iba. 
Cuando alguien habla de las fiestas de su pueblo, siempre dice que son los mejores por esto o por aquello. Las suele comparar con las de los pueblos de los alrededores y siempre suelen salir vencedoras. Pero cuando uno viene a las Fiestas de Las Huertas, se topa con la cruda realidad y es cuando te das cuenta de que las comparaciones son odiosas y el concepto que se tenía de lo que son unas FIESTAS (sí, con mayúsculas) cambia radicalmente.  

Tengo que decirlo, me encantan las Fiestas de Las Huertas, tanto es así que todos los años me guardo una semanita de mis vacaciones para poder disfrutarlas. Y eso que mi relación con ellas, al  principio, no fue muy positiva quizás porque no las vivía como las vivo ahora pero me pasaba como a los niños pequeños con la comida cuando no quieren más, se me hacían bola. 

La primera vez que me acerqué a las fiestas del Rosario estaba estudiando y vine con la que ahora es mi mujer, Celia. Estuvimos en la capea de esa tarde y nos quedamos un rato por la noche, tanto fue así que casi llegamos de “empalmada” a la clase de las 8:30. Menudo día tuve, estaba como unos zorros. Estuve acordándome de las capeas, de Borde, del chunda chunda” y de la familia del que se le ocurrió organizar las “malditas” fiestas. Tal vez esta fue la razón de que no me entraran por el ojo, no por ellas en sí, si no por el diíta que pasé después.   

Mi primer contacto real, y el que creo que me hizo ver en perspectiva las dimensiones de las fiestas, fue el año que a “mi prima” Patricia la nombraron Dama de Honor de Las Fiestas. Ese año empecé a empaparme de verdad del ambiente y la forma de celebrarlas.  
Debo decir que me encantó la Tuna y desde aquel momento, cada vez que cantan me callo, escucho y aplaudo todo lo dan de sí mis manos. 
  
Lo que me agrada mucho, es la humildad y la dedicación que se emplean para la realización de cualquier actividad durante las fiestas, ya sean las oficiales u oficiosas.  
Que se recuperen juegos tradicionales como la rana, la herradura y otros, y poder participar en ellos provoca que la dinámica de las fiestas sea diferente, se hagan mucho más amenas que si sólo estuvieras de cañas y esperando a que llegue la tarde para las capeas, por lo tanto “chapeau” por todas las peñas que organizan estos entretenimientos empleando parte de su tiempo de ocio por un bien común.  

No voy a descubrir nada que no sepáis vosotros y vosotras de vuestras fiestas, ya las mías también, por eso no voy explicar nada sobre el funcionamiento de las mismas puesto que sabréis bastante más que yo. 

Sobre las actuaciones del primer fin de semana, tampoco me voy a entretener porque las ha habido, y las habrá, que agraden más unas que otras y como eso es cuestión de gustos… Eso sí, la labor que hacen, y han hecho, las comisiones de fiestas es asombrosa y su trabajo es impagable. 

En lo que sí que me gustaría entretenerme un poquino más es en los encierros (la subida y la bajada) y las capeas. 

Me llama mucho la atención el respeto que se tiene por el lugar en el que se colocan las peñas, nadie que sea del pueblo se coloca en el sitio que no le corresponde. Otra cosa son los “forasteros” que vienen que no tienen el porqué saber donde se colocan cada una de las peñas, pero no se lo tenemos en cuenta. 
Una vez que empiezan las capeas, se produce una situación que hace que me parta de la risa y es cuando está la vaca en la otra punta de la plaza y se adentra alguien en ella para echar un vistazo, o para lo que sea, y se oye aquello de:-“Fulano, no arriesgues”. No puedo más que partirme risa, por no decir otra cosa. La verdad es que es uno de mis momentos preferidos de las fiestas.  
Después está la incertidumbre, tanto en la subida como en la bajada, de qué estará pasando con las vacas, por qué tardan tanto, que si una se ha dado la vuelta y ha revolcado a no sé quién y esas cositas que le dan chicha a las fiestas.  

Y hablando de vacas, recuerdo que las primeras veces que me dejé ver por Las Huertas, allá por el año 2002, la gente me preguntaba que de dónde era y les contestaba que de un pueblo de Ávila y siempre que me veían, me decían aquello de:-“Adiós avileño”. Y yo les contestaba:-“Hasta luego blanca cacereña”. Y ahí era cuando les explicaba que avileñas son las vacas y las personas, abulenses. 

Bueno, después esta batallita personal, sólo me queda desearos que paséis unas fiestas formidables, no sin antes mandar un saludo a mis amigos/as de Las Huertas (ellos y ellas saben quiénes son). Y como dice uno de ellos, una persona bien bebida y bien comida aguanta muchos días sin trabajar así que, a beber y a comer y aguantar todo lo que se pueda. 

¡Ah!, ¡¡¡¡VIVA LA VIRGEN DEL ROSARIO!!! ¡¡¡¡¡VIVAN LAS HUERTAS DE ÄNIMAS!!!! 


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