lunes, 18 de julio de 2016

Capítulo 748: Ruta Navaconcejo-Cabezuela del Valle-Navaconcejo.



Un domingo mas para no perder la sana costumbre de hacer senderismo, decidimos acercarnos hasta el querido Valle del Jerte, donde teníamos previsto realizar una ruta nueva desde Navaconcejo a Cabezuela del Valle, localidades que las separa por carretera apenas cuatro kilómetros. Como se nos hacia poca distancia, decidimos buscar una ruta algo mas larga, que nos hiciera sudar un poco para el posterior baño en las aguas del Jerte.
Encontramos una que contaba con algo mas de catorce kilómetros, por lo que todos de acuerdo nos comprometimos a realizarla.


Así que a la hora de siempre, las siete de la mañana, nos dábamos cita en la plaza de Huertas, donde se unía a nosotros nuestro amigo Carlos, el cual propuso comprar el pan él, en la panadería cercana a su casa de Trujillo.
Por eso con la tarea de la compra del pan hecha, pusimos rumbo hasta Plasencia, para desde allí alcanzar la localidad de Navaconcejo, la cual sin duda que es una de las mas visitada por todos nosotros. Como si estuviéramos en nuestro pueblo, buscamos una buena sombra para el coche, para una vez terminada la ruta, le tuviéramos fresquito.




Ya solo quedaba buscar el principio de la ruta, el cual nos dio la sorpresa de ser el mismo por donde bajamos de la ruta de la Peña Negra y Piornal. Así que con las duras rampas que existen, pronto entramos en calor. Allí la temperatura no era tan alta como la que habíamos dejado atrás en Huertas, por eso no molestaba mucho la calor para seguir andando.



Los cerezos andaban ya casi todos despojados del oro rojo y los propietarios comenzaban a podar y limpiar el terreno de pastos, para que ningún inoportuno fuego, les amargue el verano.
Tuvimos la suerte de entablar conversación con uno de ellos, el cual con una desbrozadora en mano, estaba limpiando las cunetas que pegaban a su finca. Este paisano se quejaba de que dicho trabajo no tenia porque hacerle él, a lo que nosotros contestamos que eso pasa en todos los pueblos, no solo en Navaconcejo. Le seguimos preguntando por la cosecha y nos contaba apenado que este año no había sido buena, y solo había recogido unos cinco mil kilos, entre él y su mujer. El año anterior nos contaba, que recogió veinticinco mil kilos y que tuvo que contratar mano de obra. El tiempo no ha venido bueno para la cereza. Poco frío y mucha agua cuando no la hacia falta. Los últimos granizos han hecho el resto para joder la cosecha. Lejos de estar hecho polvo, pronto recuperó su sonrisa y nos indicó por donde debíamos de seguir.
Una vez terminada la conversación, nos despedimos de él deseándole mas suerte para el año que viene, a lo que nos contestó que contra la naturaleza, poco se puede hacer.


Las cuestas se empezaban a hacer un poco pesadas y todavía nos quedaban tres kilómetros mas, según nuestro amigo.

Coronando el cerro nos encontramos con la carretera vieja y llena de baches, por lo que estaba poco transitada. Los grandes robles nos daban buenas sombras y a esa altura, los castaños ganaban terreno a los cerezos. Aunque bien es verdad que todavía quedaba alguno, ademas de poseer alguna que otra cereza que no había sido recolectada, quizás por tener poca categoría, el caso es que a nosotros nos sirvieron para refrescarnos nuestras gargantas, antes de en un lugar precioso, parábamos para el famoso muerdino. El agua corría detrás nuestra y la sombra era abundante.

Una vez recogido el campamento y algo mas de basura que no era nuestra (como siempre), seguimos por entre las sombras de los robles, casi hasta llegar a el pueblo de Cabezuela, el cual lucia precioso desde el cerro. Podíamos ver su piscina natural la cual nos estábamos saboreando nosotros desde hacia tiempo. El baño era obligatorio para quitarnos la calor.
Pero antes en un coqueto chiringuito, nos vimos obligados a degustar en sus jarras congeladas, una sabrosa cerveza, !como hacer ese feo!



Y ahora si, puestos los bañadores todos al agua, la cual nos sorprendió gratamente al no estar tan fría como esperábamos. Se podía soportar.Y ahora venia lo peor, salirnos del agua y seguir caminando hasta Navaconcejo, donde teníamos el coche.
Pero todo no iba a ser malo, en el mismo lugar teníamos también otro recién abierto bar donde repetimos operación, antes de volver a probar la piscina de Navaconcejo, la cual estaba a tope de gente. Pero a nosotros no nos importó, puesto que llevábamos los bañadores puestos, justo para recién llegar, meternos en esta rica agua.



Una vez secos los bañadores, cosa que en este tiempo sucede rápido, tocaba volver al pueblo, con la alegría de haber conocido otra ruta y otro pueblo. Otras gentes y otras maneras de vivir. En definitiva, seguimos adquiriendo cultura a pasos agigantados.



Nos vemos por las callejas y piscinas naturales, que en este tiempo nos dan la vida.

La ruta.















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