sábado, 8 de noviembre de 2014

Capítulo 609: Granizada histórica.



Todo estaba transcurriendo como otro domingo cualquiera. La fecha hacía indicar que los vivos, rendían pleito a sus muertos y muchos de los vecinos de Huertas, habían optado por volver otro día mas al cementerio, aunque la mayoría, lo había hecho el día anterior, fecha señalada en el calendario como el día de todos los Santos.

A nosotros, y digo nosotros incluyendo a mi familia y alguno de los amigos, nos sorprendió dicha granizada estando de campo. Las sobras del día anterior optamos por consumirlas el día de los difuntos, aunque algunos no repitieron visita campestre.

Amaneció el nuevo día de otra guisa que el anterior. Mucho mas fresco y algo lluvioso, aunque el agua en algunos teléfonos móviles, se esperaba para bien entrada la tarde. El sábado tuvimos un día estupendo para estar en el campo y disfrutar de nuestro entorno, pero el domingo no pintaba de la misma manera.

La mañana avanzaba en el tiempo y entre tragos de vino y alguna cerveza que otra, asistíamos a ver pasar el día. Los niños se divertían jugando al fútbol y sin dejar de mirar al cielo, daban patadas al balón con la incertidumbre de tener que salir corriendo, en busca de refugio.
Me animé a jugar con ellos y echamos un rato bueno entre risas, algún que otro resbalón y su correspondiente caída. Cuando mas entretenida estaba la "pachanga", comenzó a chispear.
Las madres rápidamente comenzaron a llamar a sus hijos, estos parecían omitir dicha llamada y continuamos jugando algún que otro minuto mas, bajo las primeras gotas de agua.
En cuestión de pocos minutos, el agua empezó a engordar y no nos quedó mas remedio que salir corriendo a doscientos por hora, camino de la casa.
Una vez refugiados, logramos secarnos un poco la lluvia que nos había caído encima y puestos a buen recaudo, observábamos como la lluvia cada vez era mas fuerte.
Con los teléfonos móviles  nos divertíamos intentando fotografiar el momento y la verdad que la nube que se aproximaba al pueblo, acojonaba un poco en su tamaño y forma. El aire comenzó su baile al mismo compás que el agua y el refugio del porche de la casa, dejó de ser seguro por lo que tuvimos que adentrarnos en la misma.
Una voz nos alertó de que comenzaban a caer granizos y como pocas veces caen del cielo por estas zonas, nos divertíamos viendo como rebotaban en el suelo. El tamaño de los primeros granizos no nos llamó la atención, pero a menudo que la tormenta seguía empeñada en asustarnos, un ruido ensordecedor nos hacía mirarnos unos a otros para ver si alguien lograba tranquilizar al resto, contándonos la proveniencia de dicho sonido. Cada vez caían mas fuertes y el tejado de la casa pasó a convertirse en una cueva sin estalactitas, pero goteando como si las hubiera. Entre risas, cada vez menos frecuentes, buscábamos cacharros para poner debajo de las cien goteras que teníamos allí dentro.

 Cuando uno de los presentes logró capturar uno de los granizos mas grandes que estaban cayendo y le enseñó al personal, las risas se fulminaron de repente. Ver un granizo como una pelota de pin pon, no alegra nadie y lo primero que se viene a la cabeza, son los cristales de los coches.
El ruido seguía siendo ensordecedor y los granizos iban cubriendo de blanco el verde de la dehesilla.
Agobiados de tanta gotera y pensando en nuestras casas del pueblo, suspirábamos porque dejara pronto de llover para poder acercarnos a ver los daños acumulados.
Los móviles echaban humo y las llamadas de familiares para alertar a los allí presentes no se hicieron esperar. Fue difícil arrancar con los coches sobre la capa blanca de granizos, la cual se parecía mas a una nevada que a lo que en realidad había caído del cielo.
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Unos nos íbamos y otros se quedaban acabando de hacer la comida, que por cierto, no habíamos hecho todavía a esas horas.
La llegada al pueblo me hizo recordar las escenas de varias películas. Era totalmente indescriptible presenciar los ríos de agua mezclados con granizos que corrían por todo el pueblo. Vecinos asomados a sus puertas, muchos de ellos cepillos en mano conduciendo al agua que tenían dentro de casa hacia la puerta de fuera. Otros tan solo eran meros espectadores y la mayoría de ellos se acercaban a los lugares donde mas falta hacia su presencia. A eso lo llaman solidaridad y una vez mas en Huertas se volvió a demostrar que de eso, andamos sobrados. Gracias a todos los que de una manera u otra, os implicasteis para que la normalidad volviera a nuestro pueblo












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Con esto último me voy a quedar. El domingo pasado presenciamos todos un hecho histórico que faltó poco para convertirse en tragedia. Por suerte no fue así y casi una semana después de lo ocurrido, quiero plasmar en mi blog dicho acontecimiento acompañado de todas las fotos que he podido recapitular por redes sociales y telefonía móvil.




Gracias a los autores de las mismas.

1 comentario:

  1. Espectaculares alguna fotos. Me alegro del hecho de que no haya tenido graves consecuencias según interpreto de tus palabras.

    Como siempre, un cordial saludo.

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