domingo, 16 de noviembre de 2014

Capitulo 612: Ruta en Arroyomolinos de Montanchez, 2.014.





Como recordábamos hoy tomándonos un refresco al terminar la ruta, uno espera con bastantes ganas que la fecha del calendario se tiña de rojo y marque el día como domingo, puesto que es sin duda el mejor día que los componentes del grupo de senderistas de Huertas, pasamos.
Hoy no podía ser de otra manera y a las siete y media de la mañana, nos dábamos cita en el lugar de costumbre, la plaza de Huertas, donde siempre iniciamos la mañana de los domingos. Allí solemos esperar un rato por si a alguno de los senderistas se le pegan las sábanas y unos diez minutos después de la hora acordada, ponemos rumbo a la panadería del pueblo donde compramos el pan para el posterior muerdino.


Hoy nos hemos juntado siete valientes y una vez en el pueblo de destino, se nos ha unido nuestra amiga Karin y su perro Salva, un verdadero placer contar con ellos en nuestras rutas, en las cuales, siempre acabamos aprendiendo cosas de Alemania, todo menos el idioma el cual es bastante difícil de memorizar.

Una vez en la plaza de Arroyomolinos y colgadas nuestras mochilas en los hombros, comenzábamos una de las rutas mas bonitas que todos los años nos gusta hacer, mas aún si el día esta con la niebla que existía hoy. Esta ruta está bastante señalizada aunque no estaría demás dar un repaso a dichas señales todos los años, además de controlar los posibles atropellos que la mano del hombre, suele cometer por donde quiera que pasa. No gusta ver atropellos como el ocasionado por cazadores y sus señales para acotar el terreno, queda bastante cutre el ver dichas señales clavadas en alguno de los antiguos molinos, los cuales deberían estar declarados patrimonio de Extremadura.


La ruta de hoy comienza con una leve ascensión la cual se va haciendo mas pronunciada según vas contando kilómetros en las piernas. A la vez que vamos ascendiendo nos vamos encontrando antiguos molinos a pocos metros de separación unos de otros, con lo cual nos damos cuenta de la cantidad de familias que antiguamente, debían de vivir de dichas construcciones. No creo yo que en toda la península existan muchos lugares como este, la pena es que no sabemos enseñarlo a los que nos visitan. Estoy seguro que si este lugar se encontrara en alguna otra comunidad, se hubiera invertido mas dinero en su conservación y probablemente que hubiera gente viviendo de nuevo de dichas construcciones, aunque no fuera haciendo el mismo oficio de molinero. Lo de siempre y como siempre...


Una vez que coronamos el último molino o primero según se mire, el terreno se nos vuelve favorable y ya solo es cuestión de seguir andando buscando la localidad de Montanchez, donde en sus calles siempre hay gente. Parece ser que vivir de los jamones y del vino, no les va mal hablando de turismo. Después de cruzarnos con una excursión y algún que otro turista despistado, hemos subido la pronunciada cuesta que nos lleva hasta el castillo de la localidad referida, el cual debe de ser uno de los puntos geográficos que mas hemos visitado en nuestras rutas, dado que muchas de las que hemos realizado pasan por allí.
En dicho castillo es costumbre de hacer la parada obligatoria para comernos el muerdino de pan, lugar donde siempre nos apenamos al ver el mal estado de conservación que existe en el, aunque hoy hemos visto como había indicios de estar haciendo algo de obra dentro del mismo. Que importante sería invertir dinero en su restauración y conservación, aunque visto lo visto, el dinero en Extremadura se invierte en otros asuntos menos importantes.


Una vez recogido el campamento hemos continuado nuestra ruta pasando de nuevo por la plaza mayor de Montanchez camino de una de las calzadas romanas que mejor estado de conservación posee. Un verdadero placer andar por ella y hacer volver a nuestras mentes en el tiempo y pensar la cantidad de gente que ha debido transitar por la misma.

La bajada hasta el pueblo de Arroyomolinos es preciosa. Transcurre muchos metros por callejas estrechas y con mucha vegetación, por lo que poseen un aspecto de selva que te hace creer que vas caminando por otro lugar mucho mas lejano del que en realidad, lo vamos haciendo.


Así quince kilómetros después alcanzábamos de nuevo la plaza del pueblo donde teníamos aparcados nuestros coches, con la satisfacción de haber pasado un buen domingo con una temperatura inmejorable para caminar y viendo que nuestras mascotas habían pasado también una buena jornada dominical, solo hace falta verles a estas horas de la noche.


Un placer haber hecho de nuevo esta ruta con una inmejorable compañía. Deseando de que el calendario vuelva a vestirse de rojo para volver a patear nuestros campos, los cuales se encuentran rebosando de agua por donde quiera que vayas y eso, eso hay que aprovecharlo amigos.

Nos vemos por las callejas.



la ruta


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