martes, 13 de junio de 2017

Capitulo 839: Fin de semana en Galicia.

Recuperando poco a poco e intentando volver a la rutina, uno se va acordando de todos los momentos vividos durante este intenso fin de semana que hemos tenido la suerte de vivir por tierras gallegas. Y es que cada vez tengo mas claro que el viajar culturiza mas a las personas que cualquier libro que podamos leer. Las historias y momentos que uno vive en primera persona quedan para siempre en nuestras memorias a pesar de ser muchos los que por ejemplo este fin de semana nos hemos traído para nuestras casas.

El viaje estaba planeado como casi todos los que hacemos con tres meses de antelación, para que de esta manera podamos ir pagando cómodamente el coste. La verdad que para todo lo que incluyen estos paquetes sus precios son verdaderas gangas.
A las doce de la noche del viernes para el sábado, salía el autobús de las cocheras para ir recogiendo viajeros por varias zonas de Trujillo. Para las doce y cuarto o así recogernos a los que montamos en Huertas. Tenemos suerte de haber compartido viaje con la mayoría de los que vamos, de esta forma ya hay cierta confianza para aguantarnos tantas horas mutuamente, aunque bien es cierto que este viaje ha sido en el que mas gente nueva hemos conocido, pero con el mismo resultado una vez nos bajábamos anoche del bus.

Viajes tan largos hay que tomárselos con mucha filosofía, aunque bien es cierto que nos vamos convirtiendo ya en verdaderos especialistas después de haber recorrido un buen numero de ciudades españolas. Este ha sido el mas largo de todos los realizados pero no por ello menos intenso.
Intentas hacerte al hueco rápido y cierras los ojos esperado poder dormir algo aunque casi siempre es en balde el intento. Una cabezada, un murmullo, alguna canción, los auriculares pegados a las orejas y al final siempre lo que mas entretiene es hablar con los compañeros de al lado. A las tres horas primera parada y es ahí donde todos nos vamos saludando. No son horas de tomar nada o son horas de tomarlo todo. Cafés, algún dulce, cervezas y refrescos. Hay algún privilegiado que va dormido y no se baja, que suerte. Los demás nos volvemos a montar de nuevo haciendo propósito de enmienda para esta vez si, dormir algo. Poco y mal unos, otros sin embargo se bajan en la segunda parada diciendo que se han dormido todo este rato y otros tantos como un servidor, seguimos haciendo guardia.

Refrescos, agua y cafés, no es hora todavía de desayunar algo mas fuerte y preferimos hacerlo en una tercera parada que realizamos un par de horas antes de llegar al destino. No tenemos suerte con el bar elegido y nos retrasa mucho su lentitud a la hora de servir. (Otro día hablaremos de este tema que da para un capitulo seguro). Por lo que cuando nos queremos montar de nuevo en el bus, vamos con una hora de retraso sobre el horario previsto. No importa mucho dicho retraso porque la temperatura es espectacular para caminar, hubiera sido en otra zona hubiéramos pasado mal camino,pero Galicia es otra historia. Dieciocho grados a las once de la mañana que a los mas frioleros invita a tirar de manga, otros preferimos decir que hemos pasado frío una vez lleguemos al pueblo, aunque no nos crean.

La ruta la iniciamos con guía aunque no por mucho rato, no importa puesto que la ruta está bien señalizada en casi todo su recorrido. Consta de varios molinos los cuales algunos dejaron de funcionar hace pocos años. El dueño de uno de esos molinos nos enseña cual era su trabajo haciéndonos una demostración, en sus ojos se nota cierta tristeza al contarnos como había sido su vida de molinero. Seguimos caminando y dada la hora que es decidimos algunos parar en un precioso merendero a comernos el muerdino. Luego puede ser tarde para ello y mejor sitio que ese no vamos a encontrar. Otros deciden seguir caminando y parar mas adelante o no parar. La ruta es muy corta puesto que no llega a los siete kilómetros. Por eso debemos disfrutar de cada paso que damos aprovechando la increíble temperatura. El recorrido de la ruta no me impresiona, es verdad que es un lugar con mucho encanto pero aquí en Extremadura tenemos varios lugares como este, lo único es que como siempre, no sabemos valorarlo ni explotarlo. Así a bote pronto me acuerdo del bosque galería de Hervas, la ruta de los molinos en Arroyo molinos de Montachez, alguna ruta por Guadalupe y varias mas por la comarca de la Vera.
Esto no quiere decir que no disfrute del momento y los lugares, soy especialista en quedarme eclipsado con cualquier cosa que me parezca diferente.

Seguimos caminando dentro de un precioso bosque que impide al sol que nos de en nuestras cabezas. No hace calor pero se agradece caminar por grandes sombras. Varios molinos mas en ruinas y poco a poco alcanzamos el final, cruzándonos con bastantes senderistas que realizan la ruta al revés que nosotros al ser mas fácil el recorrido.
En Meis podemos visitar su monasterio aunque algunos preferimos arrimarnos a una terraza donde vendían ricas cervezas acompañadas de garbanzas de aperitivos.

Y cuando todo el personal terminó la ruta, nos fuimos caminando al autobús donde nos esperaban nuestros dos chóferes al pie del cañón siempre. Da gusto que te toquen estos conductores puesto que a su profesionalidad unen el trato exquisito con los viajeros, y mira que a veces no es fácil aguantar a cada uno de su padre y de su madre.

Pusimos rumbo a O Grove donde teníamos el hotel concertado. Y nada mas llegar antes de hacer otra cosa nos dispusimos a comer. Langostinos, Pescado y un codillo que alguno no fue capaz de comerse.Todo regado con vino blanco de la tierra y de postre rematamos con una deliciosa tarta de Santiago.
Con el estomago lleno recogimos las llaves de las habitaciones y subimos a ellas. Preciosas y amplias con un buen baño para antes de descasar un poco, darnos una ducha. Un fin de semana parece corto, pero bien organizado te da tiempo a muchas cosas.
Un par de horas de siesta y de nuevo nos echamos a la calle. La temperatura seguía siendo espectacular y el paseo marítimo de O Grove estaba lleno de tiendas de artesanía. Celebraban la fiesta del desembarco y mientras esto ocurría y no decidimos dar un paseo hasta la isla de La Toxa. Precioso lugar que ya conocí hace diecisiete años y que como todo en esta vida ha cambiado mucho.
Un refrigerio por aquellos espectaculares hoteles y vuelta para el paseo marítimo, donde la gente lo ocupaba entero. Muchos lugareños vestían de piratas y el lugar estaba muy colorido.

A las nueve y media quedamos para la cena y volvimos a recuperar el cuerpo para seguidamente acicalarnos un poco y salir al encuentro de unos paisanos que tienen la suerte de vivir por aquellas tierras, por lo menos en estas fechas. Pronto nos encontramos y fuimos a tomar unos tragos a una terraza donde se estaba de maravilla. Que gusto pasar un poco de fresco en estas fechas. Nos contamos nuestras historias recientes poniendo al corriente de todo lo ocurrido por el pueblo y levantamos el campamento a eso de la media noche.
Antes de ir a dormir nos cogía muy cerca del hotel la zona de la marcha y hubiera sido un insulto no tomar la espuela en alguno de los garitos.

Dormir con esa temperatura es espectacular acostumbrado a no bajar últimamente de los "veintimuchos".
Al día siguiente desayunamos a las nueve y media y poco después desalojamos nuestras coquetas habitaciones para coger el bus y pasar el resto del día en la localidad de Combarro. Otro pueblo que conocí hace diecisiete años y que nada tiene que ver con lo que es ahora.
Totalmente dedicado al turismo tiene dos calles abarrotadas de tiendas y bares, donde la verdad que comimos de lujo en uno de ellos y nada caro para mi entender calidad-precio.



A las cuatro teníamos prevista la salida para "África" y antes de eso tuvimos la suerte de emparejar en una de las terrazas con un grupo que andaba tocando en directo y que no lo hacía del todo mal. Allí con el calambuco en la mano apurábamos los últimos minutos antes de montarnos de nuevo en el bus y poner viaje de regreso.

Tranquilamente y digiriendo bien todo lo vivido íbamos descontando kilómetros, parando de nuevo un par de veces para refrescarnos y cenar algo la ultima de ellas.
El regreso es mas tranquilo y mucha gente logra dar alguna cabezada y los que no, recordamos todo lo vivido durante nuestro periplo gallego que podemos catalogar como todo un éxito. En organización y en acompañantes. Así da gusto salir a conocer nuevos lugares aunque nos cojan donde Jesucristo perdió el mechero, pero a nosotros ya no nos asustan las distancias.

Gracias Juan y Loli y amigos gallegos, un placer.
Gracias Paqui por cuidar de nosotros y preparar todo con este esmero.

Próxima parada Portugal. Deseando!!!



































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