domingo, 28 de febrero de 2016

Capitulo 721: Ruta de las cuatro fuentes y un puente. (Huertas de ánimas)



Sin saber muy bien hacia donde partir esta mañana, me acerqué al pueblo de Huertas de Ánimas donde tenia ganas de realizar una ruta de la cual me habían hablado hace tiempo y la tenia aparcada en mi agenda senderistas para en cualquier momento realizarla.


Sin madrugar mucho, a eso de las nueve de la mañana estaba aparcando el coche en la calle del Pilar Viejo, cuyo nombre se debe a una antigua fuente redonda que allí hubo muchos años. Con la mochila a la espalda me encaminè a buscar la carretera de los perales, recientemente arreglada y por lo que me cuentan los vecinos de la zona, no están muy contentos con ella, puesto que faltan que reconstruir las paredes de piedra que había, sin tener que poner las feas alambradas. Duras disputas entre asociaciones y el ayuntamiento de Trujillo. Todavía recuerdo cuando me dijeron hace años que estuvieron a solamente una firma de independizarse de la muy noble y leal, cosa que por lo que me cuentan los vecinos huerteños, parece ser que les hubiera venido mejor que no como andan siempre, pidiendo limosnas al ayuntamiento trujillano el cual mande quien mande, se hace el remolón para darlas.

Delante de la carretera recién asfaltada giro a la izquierda y me pongo delante de un cruce de callejas, tiro por la paralela a la carretera la cual llaman calleja del Espino, nombre que debe a la fuente y lavadero que a dos kilometros justos de donde aparqué a primera hora, se encuentra dicho lugar.
Me cuentan los lugareños que antiguamente las mujeres iban allí a lavar, a pesar de estar algo retirado del pueblo. Hoy en día te lo encuentras totalmente abandonado, lleno de zarzales y con una horrorosa alambrada que pusieron cuando después de varios pleitos, la asociación de vecinos de Huertas, logrò que los linderos que se habían apropiado del lugar ilegalmente, lo volvieran a incluir como terreno publico. Yo creo que se podía hacer algo para dejar un precioso lugar apto como merendero y poder ir hasta allí dando un tranquilo paseo.

Continuamos calleja adelante y nos topamos con la primera puerta que da paso a la dehesa del pueblo o como la llaman en Huertas, la Dehesilla. Su nombre me recuerda a aquella copla que tantos quintos hemos cantado y que decía "Venimos de la dehesilla, de echar paja a los novillos. Y vamos a sortear, a la ciudad de Trujillo..."
Justo en frente de la puerta que hemos abierto y como a unos cincuenta metros, nos encontramos un paso canadiense el cual cruzamos y giramos bruscamente a la izquierda, por donde seguimos andando por una pista bastante ancha y llena de baches por toda ella. Unos doscientos metros mas adelante nos encontramos un cruce con varias puertas y pasos canadienses. Giramos a la derecha y nos encontramos un antiguo chozo pastoril en avanzado estado de derrumbe. Una pena que estas maravillosas construcciones no se la de el valor que tienen y el servicio que podrían hacer a senderistas que como yo, pasamos delante de ellas.


Mas adelante un puñado de vacas en medio del camino esperan a que su dueño las venga a echar el poco pienso que les hace falta, viendo la hierba que hay por toda la dehesa Huerteña. Un poco mas adelante, otro cruce de puertas y un puente que atraviesa la inútil inversión de autovía Caceres-Trujillo, que tanto dinero costò su construcción y tanto daño produjo la misma al pueblo de Huertas. El cual sufrió en sus carnes una cantidad abusiva de explosivos que bombardearon canchos de su majestuoso berrocal el cual quedo herido de muerte en las especies de la zona. No te encuentras ni un solo conejo andando por allí a pesar de ser la cuna de toda la vida de esta especie.
Pues cruzando por encima del puente puedes leer una de las frases que mejor expresan el daño ocasionado al lugar y que dice: "Si esto es el progreso, que vuelvan los carros".

Al terminar de cruzar giramos a la derecha atravesando un pequeño charco y cogemos un camino bien marcado que nos lleva a la segunda fuente y quizás la mas nombrada por los huerteños, que es la fuente del Caño, donde cada vez que se pase por ella hay que probar su agua. Tiene pinta también de haber sido utilizada como lavadero en los años del hambre, aunque nadie me lo sabe afirmar. Desde allí se ve estupendamente la fortaleza trujillana la cual casi no dejas de ver en toda esta ruta.
Seguimos caminando y a unos trescientos metros nos encontramos una puerta a la derecha, la cual abrimos, cruzamos y volvemos a cerrar. Pegados a una pared de piedra descendemos esquivando el agua que por allí corría en el día de hoy. Unos metros mas adelante nos sale una calleja a la izquierda la cual tomamos para llegar hasta un molino antiguo que existía en el Arroyo Caballo, justo antes de desembocar en el Rio Merlinejo, al cual llegamos luego. Antes dejamos a la izquierda la cerca de San Anton, la cual coge su nombre de un antiguo pozo que allí existe y que cuentan algunos historiadores, que fueron los primeros asentamientos huerteños del lugar, hasta que les envenenaron dicho pozo y tuvieron que emigrar.

A poco mas de medio kilómetro nos encontramos con el Rio Merlinejo y con un precioso y recientemente restaurado puente sin barandilla. Hay que aplaudir estas obras porque son necesarias las ejecute el partido que sea. Es buen lugar para hacer una parada y comisquear algo, pero el aire frío sopla cada vez mas fuerte y no existe ningún refugio que nos abrigue, por lo que decidimos volver por nuestros pasos de nuevo hasta San Anton, y desde allí seguir rectos por el camino que està bien señalado.

Volvemos a la dehesilla y al llegar debemos de girar a la derecha, volver a abrir una puerta y continuar rectos hasta unos cuantos de almendros los cuales todavía hoy conservaban alguna flor. Una casa muy coqueta les protege, me cuentan que sus moradores son habitantes de Huertas que los fines de semana y fiestas de guardar, aprovechan para disfrutar de este magnifico lugar.

Seguimos subiendo la única cuesta que nos encontramos y ponemos rumbo hasta el famoso cancho de la Gaita, el cual no acabo de ver dicho instrumento por mucho que le mires por uno u otro lado. Lo que es verdad que hace gracia esta roca al ver su forma.
Justo en linea recta podemos observar el tejado de otro chozo antiguo, el cual tiene mas suerte que su compañero de dehesilla. Este luce restaurado y me cuentan que también están al cuidado de el un grupo de amigos de Huertas, que también aprovechan los días festivos para disfrutar de el. Muy cerca de allí se encuentra la tercera de las fuentes de esta ruta, pero antes buscando un cancho que me sirve de refugio, saco el trozo de pan y la patatera de la tierra y doy cuenta de ella, regada con un poco de vino de Cañamero, que esta buenísimo en días frescos como el de hoy.


Recogido el campamento sigo caminando por el lugar mas verde de toda la ruta, que va desde el chozo blanco hasta la tercera de las fuentes, la cual es la que mas me gusta como la llaman. La fuente de los Borrachos cuyo nombre se cree que existe al beber de ella mucho de los jóvenes y no tan jóvenes que trabajaban por las fincas linderas al pueblo y que a la vuelta de los días de fiesta era obligatorio el pasar por ella y saciar así las resacas de los días de baile.
Desde este lugar pongo rumbo hasta otra de las puertas que me saca de la dehesilla, pero antes tengo que pasar por el gracioso cancho con patas, donde delante de el me echo unas risas. Seguramente que muchos de los habitantes de Huertas ni siquiera le conocen, bueno, ni este cancho ni muchos de los sitios de la ruta de hoy.


Saliendome de la dehesilla muy pronto me encuentro con la cuarta y ultima fuente, la cual es nombrada como el "Charco de Tía Rentera". Tiene bastante agua y también me cuentan que era usado el lugar como lavadero por aquellos años de miseria.
Saltando de piedra en piedra logro no mojarme los pies y por la calleja que sigue de frente, voy caminando hasta llegar a una pista bien arreglada y ancha, desde donde vuelvo a ver bien presentero el castillo de Trujillo, lastima los dichosos cables eléctricos que tanto joden las fotos.
Dejando a la izquierda tres bonitas encinas encima de una buena machorra, sigo caminando hasta un amplio lugar que los lugareños llaman el resbaladero, donde hay un parque infantil y una gran piedra donde se puede apreciar que se ha resbalado por ella infinidad de gente. Un lugar precioso que anda un poco descuidado. No estaría de mas echarle un ojo a quien le corresponda hacerlo.


Y desde allí vuelvo al pilar viejo donde cargo la mochila en mi coche y me acerco a la plaza del pueblo, donde en un bar me tomo una coca-cola fresquita con un buen aperitivo que me pone su camarero llamado Andres, al cual pregunto por la ruta que he hecho y como muchos de los huerteños del pueblo les suena a chino.


Espero que una vez escrito esto se anime mas gente a realizarla, puesto que la ruta es fácil de andar y consta de apenas quince kilometros que uno si va bien acompañado, ni los nota siquiera.

Nos vemos por las callejas.
La ruta









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