lunes, 20 de octubre de 2014

Capitulo 607: Por quién lloran los ladrillos.



Lunes, mal día según las estadísticas para dedicarte al mal pagado y poco defendido, oficio de la construcción. Polvo en el ambiente. Sudor y lágrimas, hoy sin duda mas que cualquier lunes. Impotencia, esa es la palabra que mejor define días así. Incredulidad...Y el día después. Ese día que todavía no has asimilado lo ocurrido y te crees que fue todo un mal sueño, una terrible pesadilla que te despertó de tu habitual sueño.

Gente como Manolo queda poca. Y esto lo sabemos bien los compañeros de oficio. Esas manos poco cuidadas despejaban cualquier tipo de dudas al verle trabajar. Paciencia en sus trabajos. Buen humor ante las adversidades y mira que es difícil, pero él era un maestro en ese aspecto. Herreros, yesistas, pintores, encofradores, todos conocían a Manolo. Como les iba a pasar desapercibido si era un señor dentro de las obras. De los pocos maestros albañiles que hacen que el trabajo de los demás, transcurriera dentro de la mayor de las comodidades.

Mira por donde ha tenido que ser un puto lunes, esos a los que cada semana te enfrentabas a base de insultos, el que te dijera que hasta aquí basta. Que dejes ya de trabajar que tú ya habías cumplido con esta mierda de sociedad, en la que unos se tupen de currar para no llegar a jubilarse y otros trabajando mucho menos, llevan jubilados casi desde que empezaron a trabajar. Injusticias que varias veces habíamos comentado y que justo al finalizar esas conversaciones, rematábamos los dos con la misma frase," Que les den por culo, ¿no te parece?".

Va a ser duro salir con el coche y no verte en la esquina, esperando a que te recojan para ir al curro. Desde hoy te has unido a la mejor cuadrilla de albañiles que existió, existe y existirá en Huertas. Tiene que dar gusto veros a todos trabajar donde quiera que esteis. Seguramente que no faltaran esos bocadillos de patatera con su correspondiente "gurguruto" de vino.

Siempre nos quedará tu obra y todos los que te conocíamos y te apreciábamos, jamas nos cansaremos de enseñarla a todos los que quieran venir a visitarla. No hace mucho, un grupo de amigos de Bilbao, al conocer "La abadía" en lugar de preguntarme cualquier otro cosa, se refirieron al lugar preguntándome por las manos que habían hecho esa obra de arte. Normal pensaba yo, es muy difícil que nadie pueda acercarse ni tan siquiera un poco, al saber estar y el trabajar que Manolo siempre desprendía.

Una verdadera pena tener que despedirte así, pero en está vida nadie elige su final, aunque nos duela.

Hasta siempre camarada, descansa en paz que te lo tienes bien merecido. Un abrazo a toda la familia.

Ahora ya sé, por quien lloran los ladrillos.








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