sábado, 5 de julio de 2014

Capitulo 587: Ruta en el Torno.



Siguiendo con la sana costumbre de salir los domingos a caminar, el pasado lo volvimos hacer por tierras del Jerte, donde sus espectaculares paisajes nos tienen a todo el grupo enamorado.

Esta vez la ruta que preparamos discurría por el pueblo de El Torno, muy famoso en Huertas por ser de allí el cura de nuestro pueblo. Nuestro objetivo ademas de conocer otro pedazo de nuestra Extremadura, era también volver a traernos unas pocas de cerezas y cambiar comentarios con los habitantes del pueblo. La verdad que conseguimos hacer las dos cosas.



Así a las siete de la mañana volvíamos a quedar en la plaza de Huertas, desde donde nos poníamos en marcha dirección el Torno. Este domingo nos volvíamos a juntar varios senderistas habituales, los cuales por un motivo u otro, hacia tiempo que no emparejábamos en alguna ruta, y aunque parezca mentira, se echa de menos a los habituales.
Once componentes poníamos dirección al Jerte, donde hora y media después, llegábamos al pueblo del Torno.Una vez allí, optamos por preguntar a los vecinos para saber el lugar exacto por donde comenzaba la ruta.



Así estuvimos charlando un buen rato con tío Lucio, el cual nos dijo que conocía a algún que otro de los senderistas que íbamos. Este hombre por lo visto había sido conductor de un camión, recorriendo toda la comunidad. Conocía mucha gente de Huertas y Trujillo ademas de conocer muy bien a Don José, nuestro cura. Después de unas convincentes explicaciones y echar unas risas con el le hicimos caso y pusimos rumbo dirección el Rebollar, donde empezamos a ver las primeras marcas de la ruta.



Los primeros cerezos se dejaban ver abarrotados de su fruto. Sabíamos que durante la ruta no nos abandonarían por eso decidimos coger algunas cerezas a la vuelta. Según empezamos la ascensión, nos topamos con otro vecino de la localidad, el cual nos iba contando que todos los días se daba este paseo hasta la primera garganta. Tío Antonio nos decía que tenia ochenta y dos años, vecino de El Torno poseía también algunas tierras de cerezos, pero nos contaba que él, ya no las recogía, que solía adjudicar la recogida a personas que se dedicaban a ello. Con ganas de conversación el tío Antonio no nos dejaba despegarnos de su lado, por eso decidimos alguno de los del grupo, aflojar el ritmo y andar con él un buen rato, hasta la primera garganta, donde este señor optó por finalizar su paseo. Con alguna que otra foto nos despedimos de él y continuamos la ruta.



Está claro que con la ruta realizada en Navaconcejo todavía en nuestra retina, era difícil que otra ruta nos volviera a sorprender tanto. Aun así, esta ruta discurría por paisajes muy bonitos y las risas y el buen ambiente que se daba en el grupo, hacia que la mañana fuera hasta el momento bastante entretenida.
Sabíamos que alguna garganta con varias cascadas nos encontraríamos a nuestro paso, pero antes de eso decidimos bajar hasta un bonito y acogedor merendero donde aprovechamos para comernos el muerdino de pan. Con tanto senderista aquello parecía una boda con "bufett" libre, chorizos, patateras y alguna que otra golosina de postre, llenaron nuestros estómagos.
Olvidándonos que debíamos de subir una gran cuesta que anteriormente habíamos descendido, algunos nos acordamos tarde de ello y el bocata nos hacia sudar mas de costumbre.



En ese momento comenzaba lo mejor de la ruta, la garganta dejaba oír desde lejos el rugir del agua y las primeras cascadas salían a nuestro encuentro. Un lugar muy bonito y muy recomendable para la vista.
Seguimos ascendiendo hasta que coronamos, un lugar donde otro bonito merendero nos salia al paso. Desde allí todo era descenso. Los habitantes de El Torno se afanaban en la recogida de cerezas. Los coches y furgonetas llenos de ellas nos adelantaban dirección hasta la cooperativa donde entregaban dicho fruto. Nosotros íbamos degustando todos los cerezos cuyas ramas caían hasta el camino por donde íbamos andando. Alguna que otra cereza de recuerdo y llegada al pueblo, donde otras dos señoras nos enseñaban el lugar donde nació y vivió nuestro sacerdote, ademas de hablarnos muy bien de toda su familia.





Después de hacernos algunas fotos para el recuerdo en el monumento construido a los caídos y olvidados en la guerra civil, nos volvíamos a Huertas con la sensación de haber conocido otro pedazo de nuestra comunidad, ademas de haber charlado con gente sana y noble de la cual debemos estar orgullosos de haber conocido.












La ruta.



1 comentario:

  1. Una lástima comprobar que siempre habrá indeseables, incapaces de respetar incluso esa placa con una leyenda tan hermosa.
    Espectacular por otra parte el aspecto de los cerezos. Creo que pasar por ahí, haría inevitable el salir con el estómago lleno..........

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