EL AÑO QUE EL CHARPAZO GANÓ LA CHAMPIONS
Y sé que
poniendo un titulo futbolero, me aseguro lectores de varias edades, que la
verdad falta hace.
Fue a
mediados de los noventa cuando el último sábado de aquellas fiestas del
Rosario, era el turno de uno de los concursos con más participantes de todas
las fiestas y que hoy en día ha caído a los últimos puestos en participación.
En la peña
de El Charpazo este concurso estaba marcado en rojo en el calendario de las
fiestas, quizás porque era lo único que se nos daba bien a todos los miembros
de la peña, dado que en los deportes hemos puesto siempre mucho empeño pero
poca efectividad, que le vamos a hacer, no se puede ser buenos en todo.
El año
anterior en el concurso del tirón de soga, logramos llegar a la final y
perderla contra los grandes favoritos, que año tras año se hacían con el jamón
del premio, además de vacilarnos a los finalistas y decirnos que todavía nos
quedaban muchos años para poder ganarlos. Esta peña no era otra que la famosa
“Bulla”, que viendo a los miembros de su equipo, era muy normal que se alzaran
con la victoria.
Esa mañana
en nuestra peña se respiraba aire de concurso y lejos de tomárnoslo a broma
como todo, estábamos cada uno concentrados esperando a que terminaran las
capeas de por la mañana, para a continuación, dieran paso al famoso concurso.
Durante las
capeas nos dedicamos a confeccionar el once, colocar a los participantes en la
mejor posición que pudiera ayudar al equipo y lo más doloroso, dejar a alguno
de los componentes fuera del equipo, aunque bien es cierto que a quien le
tocaba quedarse fuera no le sorprendía en absoluto, puesto que éramos casi
siempre los mismos que tirábamos.
En el sorteo
nos tocó por la parte contraria a los favoritos, así nos asegurábamos si
lográbamos ir pasando de ronda, enfrentarnos a ellos solo en la final.
La primera
ronda nos tocó contra “los rebeldes” a los cuales ganamos sin sufrir mucho, hay
que decir que son los concursantes más cercanos a nuestra edad y eso significa
que las fuerzas podían estar más o menos parejas. En semifinales nos tocó la
peña “El taponazo” a los cuales vencimos con algún que otro apuro. La otra
semifinal enfrentó a “La Bulla” contra un grupo que se juntaba y que eran de
diferentes peñas, con el único requisito de pesar más de cien kilos o estar más
fuerte que el vinagre. Esa semifinal estuvo muy reñida y los contrarios de los
favoritos, llamados “La comisión”, los pusieron contra las cuerdas. Se tiraron
varios minutos con la cuerda más tensa que la de un violín. Nosotros seguíamos
con mucha expectación dicha tirada pues de ella saldría nuestro rival. La
verdad que nosotros pensábamos que contra más rato estuvieran así era mejor
para nuestras posibilidades de ganar. Y casi cinco minutos después “la Bulla”
ganaba su semifinal.
Sin tiempo
casi para que descansaran, nosotros nos encarrilamos hasta la soga y comenzamos
a tomar posición. Ellos protestaron un rato con razón, puesto que el cansancio
acumulado jugaba a nuestro favor. Pero había prisa por terminar el concurso y
nuestro once estaba ya posicionado en el terreno, con toda la intención del
mundo nos colocamos en el que tiene un poco de pendiente a favor, que en
tiradas igualadas siempre te da un plus.
Nuestro once
estaba compuesto por: Maleta, Fonta, Chicho, Cavila, Pino, Alberto y Vito (Mané),
Yupi, Socio, Milindre y Alberto Cartero. En frente teníamos a los famosos:
Zarito, Mauro, Javi (DEP) y Miguel Beato, su hermano Elías, Javi Higuera, Vale
Porrito, Domingo, Jose Chicho, Isidro y Pepe Canalejas.
Que
relatando con la boca pequeña, tomaron posesión de su lado de la soga. La final
era a dos tiradas ganadas, por lo que teníamos alguna posibilidad de por lo
menos ganarles una de ellas.
Al lado
nuestro, haciendo de director, estaba nuestro amigo Kuko que a la voz suya de “ahora”
teníamos todos que tirar a la vez. Y eso hicimos, tirar con todas nuestras
fuerzas intentando no caernos ninguno al suelo, porque eso sería sinónimo de
perder.
Al estar el
segundo en la fila podía ver el pañuelo que marcaba el medio de la soga en todo
momento y la verdad es que estaba más cerca de nuestra línea del suelo por
momentos, pero no éramos capaces de acabarles de ganar, hasta que en otro
arreón conseguimos vencerles. El publico nos aplaudía al vernos que habíamos
logrado ganar a los favoritos, pero todavía quedaba otra tirada y la verdad que
las fuerzas estaban escasas.
Cambiamos de
terreno de juego y ahí sabíamos que sería más complicado ganarles, más aun con
las pocas fuerzas que nos quedaban. Pero comenzamos a tirar como si no hubiera
un mañana todos a una y la verdad que los tuvimos a centímetros de ganarles,
pero se rehicieron y al final nos tumbaron.
La final se
ponía empatada y quien ganara el último tirón, se haría con el titulo de campeón
del tirón de soga.
Hubo que
sortear el campo pues los dos equipos sabíamos que el de la izquierda tenía un
plus de ventaja, así que se tiró una moneda y ganamos el sorteo. No sé si el
triunfo de poder elegir campo nos dio alas o qué, pero el caso es que una vez
todos en nuestro lugar correspondiente y a la voz de nuestro amigo Kuko, empezamos
a tirar como no habíamos hecho antes. El pañuelo venía demasiado deprisa hasta
nuestro campo y no podíamos creer que lo estuviéramos logrando. Ellos al ver
que se les iba el triunfo intentaron reaccionar, pero les habíamos ganado
demasiado trozo de cuerda para dejarnos ir el triunfo.
Y así fue,
aquel año logramos vencer a los campeones y lejos de alegrarnos por ganar el
jamón del premio, nuestra mayor victoria fue ganar a nuestros amigos de “la
bulla”, a los que nunca antes habíamos logrado vencer.
Felices
fiestas.
Fonta.