sábado, 21 de abril de 2018

Capitulo 908: Elvira, mi tía, mi madrina y una gran mujer.



Y a pesar de ser ley de vida, uno no llega acostumbrarse a ello. Noticias tristes que uno se va preparando para asumirlas pero que los recuerdos hacen difícil tal ofrenda.
Como si de telepatía se tratara llevo una semana acosado por las malditas migrañas que cada vez me dan mas fuertes y me quedan mas secuelas; aparte del dolor de cabeza últimamente me queda mal estar general, como si mi cuerpo supiera que un ser querido fuera abandonarnos.

Fue recibir la noticia de su muerte y mi mente empezar a trabajar a marchas forzadas, recopilando un montón de vivencias a su lado pero sin ser capaz de ordenarlas. Una sensación que no recuerdo haberla sufrido antes. Y mira que llevo rato delante del ordenador sin saber por donde empezar.
En el silencio de mi estancia un pajarillo quiere ser participe de este recuerdo y con su cante me anima y a la vez empuja a comenzar a escribir.

Que dolor saber que no nos volveremos a ver, pero por otro lado uno se siente orgulloso de haber formado parte de tu familia, a la cual siempre tuviste en un pedestal. Siempre pendiente de cualquier detalle por mínimo que fuera, felicitando cumpleaños de todos y preocupándose siempre por como nos iba la vida a los demás. La suya no fue fácil ni mucho menos, solo hace falta escuchar a mi padre contar el hambre que sus cinco hermanos pasaron de pequeños. Y aunque ahora cuando se lo cuenta a sus nietos estos parecen creer que están oyendo historias de siglos pasados.

Como tantos huerteños por aquellos años no tuvieron mas remedio que emigrar para no morir entre la miseria y se de su boca que le dolió mucho dejar su pueblo, puesto que a su Virgen del Rosario siempre la llevaba consigo.
Y era precisamente el día del Rosario cuando venían al pueblo, junto a mi abuela Vitoria eran incondicionales de su rosario, procesión y por supuesto la puja, la cual no solían perderse.
Como buena madrina con su ahijado no tenía reparo y yo siempre vacilaba de ello delante de mis amigos del pueblo. !Mira lo que me ha traído mi madrina! y ellos se morían de envidia.

Hoy como homenaje fui a coger unos cardillos porque se que a ti te encantaba cogerlos. A la mas mínima que podías solías escaparte en las pascuas junto a tu marido Alfredo, que hace algunos años decidió subir solo a la luna sin esperarnos. Malditas enfermedades que roban la mente a nuestros seres queridos. Me vinieron a la mente tus sonoras carcajadas que siempre repartías con la gente que tenías a tu lado; muchas veces pienso que tu sonrisa la ha heredado mi hijo Daniel, puesto que sigue tus pasos repartiendo alegría con quienes tiene a su lado.

Cuando sin duda ejerciste de madre para conmigo fue en mi época militar, donde fui llamado allá por el año 92 cuando media España se repartía el ir de vacaciones a Barcelona o hacerlo a Sevilla, me tocaba quedarme en el maldito cuartel del Goloso, sabiendo que Tía Elvira estaba pendiente de mi en todo momento. Me trató como un hijo mas, lavando ropa y sobre todo dándome los consejos que por aquellos años yo necesitaba lejos de mis padres. Aquella frase de "se lo que te duele estar lejos del pueblo" me retumba todavía en la cabeza. Tú que pasaste por lo mismo en peores condiciones sabías siempre dar el ánimo justo para estar toda la semana contento. Con el dinero siempre me hacías mentirte y decirte que tenía suficiente, porque así y todo siempre me dabas más preguntando si tendría bastante con ello.

La vida te arrebató a una hija dándote una puñalada donde más duele y ejerciendo de matriarca te recuperaste sabiendo siempre mostrar tu mejor cara dejando el dolor por dentro, dolor del que ninguna madre se recupera jamás. La enfermedad de tu marido fue otra prueba de esta caprichosa vida que no es justa con la gente buena y de la mejor manera lo fuiste asumiendo.

Te vas dejando un vacío muy grande en la familia la cual te despedirá unida como a ti te hubiera gustado ver. Siempre decías que a pesar de ser cada uno de una manera, a la hora de recibir las penas y celebrar las alegrías, esta familia siempre fue un referente.

Me duele tanto escribir esto que siento haberme quedado corto al describirte. Tía Elvira allá donde estés siempre te llevaré presente en mi corazón, que la tierra te sea leve.
Te quiero.






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