lunes, 18 de diciembre de 2017

Capitulo 881: Volver a los Canchos del Vadillo.



Cuatro años después de haberlos conocido por vez primera, ayer volvimos a uno de los lugares mas espectaculares que existen en el geoparque Villuercas_ Jara.
Tal y como nos sucedió aquel día, ayer había la misma helada que cuatro años atrás, por eso con una temperatura de -3 grados, tocaba abrigarse bien.
A las siete de la mañana en la plaza de Huertas hacía un frío de cojones, pero pronto pusimos rumbo hasta la panadería del motor para hacernos con el pan del posterior muerdino, sin duda el mejor rato del domingo, incluso de la semana diría yo.



Hace cuatro años cuando fuimos a este lugar hicimos una ruta mas corta y mas llana, ayer decidimos hacer otra ruta mas larga y con una subida bastante pronunciada. Por eso la ruta hay que catalogarla de moderada, porque una vez que pasas de 20 kilómetros se puede decir que de fácil tiene poco; si a eso le añades que debes bajar por un cortafuego muy empinado y luego subir por el mismo, la ruta es para estar un poco preparado.

Hace cuatro años

Al llegar a la localidad de Castañar de Ibor, debes cruzar el pueblo entero y como dos kilómetros mas adelante sale una pista a la derecha, donde al comienzo de la misma decidimos dejar el coche para comenzar a caminar. La verdad que el camino hasta allí no fue como todos los domingos, donde solemos contarnos nuestros sucesos de la semana, ayer el tema de conversación fue solamente uno y no fue otro que lamentar la muerte de nuestro amigo Kiko, por eso hubo momentos ayer donde los tres que fuimos estuvimos mas veces en silencio que de costumbre, pensando tan solo en esta gran perdida. Sin duda alguna que la ruta de ayer fue un homenaje hacia su persona, y allí subido en uno de los lugares mas impresionantes de Extremadura, mirando al cielo le dediqué unas palabras de admiración a la vez que le guiñaba un ojo, seguro que él me hizo lo mismo en aquel instante, puesto que una bocanada de aire fresco me daba en pleno rostro....



La ruta ademas de larga es bastante llana, transcurre casi toda por una pista por donde se camina muy cómodo, de no ser por la decena de coches que nos adelantaron los cuales iban a recoger aceitunas. Nos sorprendió gratamente la cantidad de olivos que hay en la zona y los que se están sembrando, eso asegura ganancias a los lugareños, aunque hay que decir que la mayoría de los obreros eran Magrebíes. Con el hielo encima todavía vareaban los olivos a mano para que las aceitunas cuernicabras, bastante pequeñas este año, cayeran en las redes dispuestas en el suelo. De allí a los sacos y de estos a los remolques; una tarea dura y no sabemos como estará remunerada, puesto que no pudimos hablar con ninguno de los trabajadores.




Si vais a realizar esta ruta debéis de averiguar si en la zona hay alguna montería, puesto que es zona de caza mayor y es mejor prevenir que curar. Nosotros tuvimos la suerte de encontrarnos de frente con varias ciervas las cuales nos iban alegrando el paseo que llega a ser un poco monótono por momentos al ver tan solo cientos y cientos de olivos.




Llegar hasta los canchos que llevan el nombre de la ruta es espectacular, el corta fuegos es bastante empinado y restos de la helada hacían que fuéramos con las orejas tiesas para no resbalar. Entre risas fuimos descendiendo pensando en que el muerdino debía de ser una vez que volviéramos a coronar el cortafuego, porque si te le comes abajo, cuando subas la cuesta puede salir el chorizo antes de tiempo....
Un rato contemplando los buitres que allí anidan y que han crecido con respecto a la ultima vez que estuvimos allí, la colonia es bastante numerosa y alegra ver sus vuelos sobre nuestras cabezas, por eso hay que evitar ir en época de reproducción, para no molestar a estas majestuosas aves.





La vuelta es por el mismo sitio y comienza con la subida que anteriormente habíamos bajado y que debe ser de las mas empinadas que hayamos hecho hasta la fecha, según hablábamos los tres. A nuestro ritmo parando las veces que haga falta, así fuimos ascendiendo. Una vez arriba solo quedaba buscar un buen lugar donde no nos diera mucho el aire frío que corría por aquella zona y que podía hacer que nos resfriáramos después de la sudada que nos habíamos pegado.



Una casa aparentemente abandonada y no terminada nos vino al pelo para recostados a una de sus paredes, sacar las viandas y degustar con ellas un buen trago de vino, el cual encerré hace pocos días y está cojonudo. (Gracias Víctor)

Una vez recogido el campamento nos pusimos en pie algo acalambrados después del esfuerzo que habíamos hecho minutos antes en la rampa, pero pronto estábamos caminando otra vez a buen ritmo en busca del coche, pasando por el mismo lugar que horas antes, donde el manto blanco se iba deshaciendo gracias a un tímido sol que no calentaba demasiado.




Y recortando camino fuimos sumando kilómetros, hasta 24 llegamos en la jornada de ayer, un buen entrenamiento para nuevos retos que nos esperan en el año que viene y que si todo va bien iremos contando.

Nos vemos por las callejas aun estando heladas.

La ruta
















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