jueves, 14 de diciembre de 2017

Capitulo 879: Ensuciar los jueves por decreto.


Y es que si no lo escribo reviento. Me parece vergonzoso que la ciudad aspirante a patrimonio de la humanidad, tenga que soportar todos y cada uno de los jueves, día de mercado, una cantidad inhumana de basura y residuos que los comerciantes que han tenido montados sus puestos, quieran dejar.

Y no se como será en otras ciudades, pero aquí es un atropello total a la limpieza y aseo, tan solo porque a estos señores les plazca hacerlo. Según ellos bastante pagan por montar el puesto y con esta cuota por lo visto, tienen derecho a dejar en medio de las calles donde se celebra este antiquísimo mercado todos los plásticos, cajas, perchas, bolsas y también restos de bocadillos y litronas que han degustados estos señores en plena calle, sin que hasta la fecha haya habido alguien que les ordene dejar su puesto del mismo modo que le habían encontrado a las ocho de la mañana, hora en la que comienzan a montar los puestos.
No me parece una barbaridad estar al pie de ellos cuando desmontan y si me apuras, dejarles unas bolsas grandes para que metan dentro de ellas toda la basura que han generado. Se han acostumbrado a que el servicio de limpieza vaya tras ellos dejando las calles en perfecto estado, generando un gasto inútil a las arcas municipales. Esos obreros deberían estar a esas horas, barriendo otras calles de la ciudad o arrabales.

Fue en el puente pasado cuando trabajando en una de las calles donde se celebra dicho mercado pude presenciar la conversación de un autobús lleno de turistas, los cuales accedieron andando a la plaza por la calle Sofraga. Al pasar por encima de toda la suciedad se preguntaban que había pasado en dicha calle y el porqué se encontraba en ese estado. Un servidor que andaba amontonando sacos llenos de cascotes para llevarlos al centro de reciclaje bajo la cuota correspondiente que tenemos que pagar, tuve que defender a la ciudad y explicar a los turistas que el estado en que se encontraba la calle era fruto del mercadillo que se había celebrado a lo largo de la mañana. Defender lo indefendible no va conmigo y pronto me puse de parte de los turistas, los cuales tacharon de cerdos y varios insultos más a todos los causantes de dicho atropello con toda la razón del mundo. Con su acento andaluz se dirigieron a mi varios de ellos sugiriéndome que sacara mis sacos allí también, para que cuando pasara el servicio de limpieza se los llevara. Y la verdad que pensándolo bien creo que tengo el mismo derecho que estos señores de ensuciar, puesto que nosotros también pagamos licencias de obras seguramente mas cara que la cuota que pagan ellos por sus puestos.

Creo que va siendo hora de pararles los pies y hacerles limpiar a cada uno su parte correspondiente. Que ya está bien de tener que aguantar sus guarrearías porque ellos quieran, así sin más. Escudándose en no se que ley que ellos han inventado y que nuestro consistorio y sus gobernantes, han pasado siempre en todas las legislaturas por alto. Que no es justo este trato a unos cuantos porque sí, no vaya a ser que nos de a todos por hacer lo mismo los jueves, día en el que si vives en alguna de las calles del mercado, puedes ensuciar lo que te de la gana y nadie te reprenderá por ello.

Hagan algo y háganlo ya, antes de que otros cientos de turistas, se lleven para sus pueblos la imagen de Trujillo que este puente se han llevado unos cuantos, gracias a los miramientos que los "mercaderes" tienen en esta ciudad, aspirante a Patrimonio.



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