domingo, 12 de julio de 2015

Capitulo 668: Ruta en el Torno.



Otro domingo mas a pesar de las altas temperaturas, no podíamos quedarnos en casa. Por eso a las siete de esta mañana, hora oficial para salir a comernos nuestra comunidad, nos dábamos cita en la plaza de Huertas, donde en este tiempo, solemos emparejar con jóvenes que a esa hora llegan a sus casas. Eterna juventud!!! a otros ya nos da por otras cosas...

Allí nos hemos dado cita cuatro amigos senderistas que anteponemos el salir a caminar, a otras obligaciones y luchamos por conseguir que nuestra tierra no caiga en el olvido, ademas de intentar pasar nosotros buenas jornadas dominicales. Lo primero lo vamos consiguiendo poco a poco y lo segundo... no tengáis ninguna duda de que no hay domingo alguno, que no logremos desconectar de la rutina semanal y de los problemas de todos los días. Caminar, conocer, charlar, reír, sudar, aconsejar, ayudar..son algunas de las cosas que cada día de ruta es de obligado cumplimiento realizar.

Con el pan del motor a buen recaudo, ponemos rumbo hasta Plasencia. Es otra de las cosas habituales ya en nuestras rutas el conducir con el olor a pan en nuestras narices.
Hoy decidimos pasar por Monfrague sin saber que cualquier día puede ser bueno para contemplar la naturaleza, sin apenas bajarse uno del coche hoy hemos disfrutado de un enorme jabalí, que tranquilamente nos ha cruzado delante del coche. Quiero recordaros a todos que es importante pasar por el parque a velocidad reducida, no sabes que en cualquier momento te puede sorprender cualquier animal y meterse debajo del coche, con el daño que podría conllevar tal hecho. Unos metros mas adelante una cierva de gran tamaño nos esperaba en la cuneta, sin apenas darnos tiempo a sacar los móviles para fotografiarla. Aunque un poco mas adelante, otra cierva daba de mamar a su joven cervatillo, que al vernos ha decidido desaparecer en la maleza. Con algunos avistamientos mas de ciervas y sus crías hemos acabado de cruzar el parque, con la satisfacción de todo lo visto.


Conversando sobre todo lo vivido en el viaje, hemos cruzado Plasencia rumbo hasta la localidad de El Torno, a la cual hacia justo un año que no volvíamos. Por sus calles la gente mayor ya venia de vuelta de sus paseos y los últimos recogedores de cerezas, apuraban las ultimas que quedan ya en los arboles. Es verdad que una vez acabado dicho trabajo, es cuando el Valle y sus pueblos cobran vida. Durante la cosecha allí trabaja todo el mundo y nadie tiene tiempo para disfrutar de una jornada de descanso, menos aun este año que la calor reinante a adelantado varios días el final de la recogida cerecera.


Llegar a cualquier pueblo del Jerte obliga a entablar conversación con cualquier vecino. Existe poca gente tan amable y dicharachera con los forasteros como los residentes del Valle. Hoy sin ir mas lejos hemos emparejado con Manolo, el cual venia ya de sus tareas tirando de un burro. Este hombre por lo visto es uno de los que se encarga de tener un poco cuidadas las rutas que hay marcadas por los alrededores del pueblo. Después de comunicarle la ruta que teníamos pensado hacer, nos ha contado varias anécdotas y otro montón de historias a velocidad de crucero. Un par de plumas de buitre que yo llevaba en la mochila de adorno me las ha pedido, diciéndome que coleccionaba plumas de cualquier pájaro. Así que regalandoselas, hemos conseguido despedirnos de él, antes de que la calor nos adelantara en la ruta.


La ruta es corta, unos nueve kilometros escasos los cuales en su parte mas dura te hace sudar un poco. El muerdino nos le hemos comido en el mismo sitio que el año pasado, con la excepción de que este año en la zona existían mas mosquitos y algo menos de agua. Ya nos lo había advertido nuestro amigo Manolo...


Después de comer viene el tramo mas duro hasta llegar a la parte de arriba de la garganta "Puria", hemos preferido hacerla a buena velocidad para de esa manera quitarnos toda la calor que vendría después con el paso de las horas.
Visitando un hermoso chozo de piedra hemos seguido caminando en busca del pueblo, donde teníamos previsto refrescarnos en su piscina natural. Allí hemos vuelto a comprobar en nuestras carnes el agua fría del Jerte, la cual nos relaja de forma significativa una vez terminadas nuestras rutas.


Con la misma pena de todos los domingos hemos abandonado el lugar para tomarnos un refrigerio antes de poner tierra de por medio y regresar a nuestras casas. Pudiendo comprobar como la temperatura puede variar hasta cinco grados de una comarca a otra.
Otra ruta mas por nuestro querido valle del Jerte, el cual nunca dejará de sorprendernos en cualquier época del año.


Nos vemos por las callejas mientras se pasa el calor...



La ruta.












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