jueves, 24 de marzo de 2016

Capitulo 725: En primavera, junquillos.

Y aunque este año para no ser menos que los anteriores, las temperaturas invernales tienen confundida a la naturaleza, en mi casa entra la primavera en el mismo instante que por la puerta entran estas peculiares flores amarillas conocidas por aquí como junquillos, aunque por otros pueblos se les conoce por diferentes nombres.


El caso es que teniendo la suerte de tener a pocos kilometros de casa varios ríos, uno no puede dejar hacer esta peregrinación a cualquiera de ellos, en busca de estas olorosas flores. He pensado muchas veces que este ritual podía ser considerado fiesta de interés turístico, como otras muchas que hay declaradas y que empezaron nuestros ancestros como cosa normal, y ahora sus descendientes siguen celebrando.
Aunque pensándolo bien, tanta gente en mitad del campo al lado de un rio puede convertirse en un estercolero dicha fiesta, como otras tantas que hay.


Saliendo bien tempranito para que el amanecer nos pille andando, ponemos rumbo hasta la dehesilla, donde después de echar paja a los novillos, continuamos en busca de la fuente del Caño, la cual luce sin sus zarzales alrededor, los cuales se ha tomado la molestia de limpiar un vecino del pueblo. Cuantos gestos de estos se pueden hacer y que pocos hacemos.


Una vez echado el correspondiente trago de agua de dicha fuente seguimos peregrinando dirección hasta el río Merlinejo, donde nos recibe desperezándose, un grupo de vacas que pastan en mitad del cordel. Sueltas por el amo o escapadas a su libre albedrío, vete tu a saber. Mi compañero de rutas las espanta y alguna le hace retroceder hasta mis pantalones, como si yo fuera mas valiente que el.


El puente sin barandilla que cruza este río es precioso, no me canso de fotografiarlo cada vez que delante suya me encuentro. Sin duda es un buen lugar para ir cualquier tarde primaveral dando un paseo y si te llevas un muerdino, pues haces la tarde completa.


Rio abajo alcanzamos la finca del Barranco, celebre en el pueblo de Huertas dado que antiguamente eran varias familias las que allí vivan y trabajaban. Hoy los cortijos aquellos que en su interior albergaron tanta fatiga, a la vez que penas y alegrías, han dado con sus maderas en los suelos, sin que el amo haya puesto nada de su parte por mantenerlos en pie. Debe ser muy triste ver tu infancia destruida en un momento cuando vuelves al sitio donde te criaste. Donde jugabas con tus vecinos linderos y donde tus padres te enseñaron a dar tus primeros pasos, mientras ellos se dejaban la piel para poder tener un cuscurro de pan que llevarse a la boca.


Y desde allí comienza la procesión de los junquillos, los tres primeros que veo ya me huelen de manera primaveral y me hacen retroceder en el tiempo un montón de años atrás, justo cuando iba con mis padres a por ellos. Aquellas tardes primaverales donde mas de una vez acabábamos metidos de patas en el río, por culpa de algún inoportuno resbalón o quien sabe si de manera voluntaria.

Cuando creo que los que he cogido llenaran mi casa de su fragancia, me descuelgo la mochila y con mi compañero inseparable nos comemos el muerdino. Que mejor lugar que este para llevar a cabo otra buena tradición que no debemos de perder nunca, a pesar de que, con tanto anuncio de acoso y derribo contra las carnes encerradas, metiendo el miedo en el cuerpo al personal con la palabra colesterol, muchas personas ni prueban ya los embutidos. Pues no sabéis lo que os perdéis!!

Y toca volver por otro camino distinto. Que suerte tenemos de poseer tantos cientos de kilometros de caminos y callejas a nuestros alrededores, aunque siempre haya algún caradura que quiera apoderarse de ellas poniendo puertas al campo, las cuales sintiéndolo muy poco, "quito y jondeo".


Alcanzando de nuevo la dehesilla el cielo luce espectacular y son numerosas las nubes que apetecen guardar en la memoria de mi cámara, la cual he estrenado en esta ruta. Espero hacer "taitantas miles de fotos con ella".



Y unos diez y pocos kilometros después, doy por terminada la procesión de los junquillos, la cual toca a su fin cuando en la cocina de mi casa, estas flores lucen en la encimera desprendiendo su característico olor por todas las habitaciones de la vivienda.

Qué, ¿la declaramos fiesta de interés aromático regional?

Nos vemos por las callejas.





























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