lunes, 15 de septiembre de 2014

Capitulo 600: Ruta por el pantano de Santa Lucia.




Quiso la casualidad que mi entrada en el blog numero seiscientos, consistiera en explicar la ruta realizada ayer. Con mas agujetas que de costumbre y sentado delante del ordenador me dispongo a intentar que no se quede nada de lo de ayer sin contar. Sé que dicho ejercicio será difícil, puesto que fueron tantos los hechos acaecidos que seguramente algo se nos quede por el camino.
Para empezar he de decir que dicha ruta fue consensuada por varios de los senderistas que estábamos dispuestos ha hacerla. Sin percatarnos muy bien, de lo duro que tenia esta ruta, no tanto por el terreno, que también, sino por la longitud que hay que recorrer. Algo mas de veinte kilometros en un autentico rompe piernas el cual hace mella al final de la ruta en los senderistas.


Nueve fuimos los que nos dimos cita, algunos habituales que tenían descuidado el senderismo y algún que otro que a última hora decidió no realizarla. Montados en los coches y marcando el reloj algo mas de las siete de la mañana, parábamos a comprar pan en el motor y poníamos rumbo hasta la localidad de Cabañas del Castillo, donde dejábamos los coches para empezar dicha ruta.



El destino nos tenia preparada una sorpresa antes de llegar, y un par de coches al lado de la cuneta, ponía alerta a los conductores y a todos los ocupantes. Un coche un poco raro se había salido de la carretera y su conductor, algo perjudicado por la fiesta nocturna, estaba siendo ayudado por vecinos de algún pueblo cercano. Una bella persona de hombre de los que no quedan muchos por la faz de nuestras tierras. Entre todos fuimos capaz de regresar el coche a la cuneta, donde entre todos leímos la cartilla al joven conductor, el cual seguramente  que no se acordará de nada a estas horas. Una vez puestos a buen recaudo los conductores, nosotros seguimos la marcha hasta el lugar donde dejamos siempre los coches, cuando hacemos esta ruta.



Mochilas al hombro nos recibía la primera cuesta que había que subir. Aunque no sería la mas dura de todo el recorrido, ni mucho menos. Amanecía y el día parecía que seria caluroso, por lo que la ruta podía ser el doble de dificultosa si no se nublaba el día. Los primeros kilómetros la conversación no podía ser otra que el accidente presenciado y la suerte del conductor. Ademas de reconocer al vecino de la localidad de Solana, el merito de ayudar sin recompensa ninguna.



Con el poco fresquito que quedaba en la mañana, seguíamos caminando a buen ritmo, con el objetivo de alcanzar el pantano sobre las diez de la mañana, donde en el merendero que existe, nos comeríamos el bocadillo. Después de fotografiar el nivel de agua que nos queda para consumo humano en nuestro pantano, nos acoplamos en los bancos del merendero, donde un banco mal clavado, nos hizo echar unas buenas risas al aterrizar uno de los senderistas sin consecuencias graves, aunque a día de hoy, tengo doloridas las nalgas todavía.



Lo duro de la ruta empezaba después de comer, cuestas mezcladas con falsos llanos nos iban alejando del pantano y poniendo rumbo a la parte mas alta del lugar, donde las vistas son espectaculares. El agua iba menguando en nuestras cantimploras y debíamos de intentar condurar los últimos tragos. La flora empezaba a dejarnos ver varios tipos de arboles. Desde algún alcornoque, pasando por madroños, nogales, castaños, cerezos y olivos, todos ellos conviviendo en poco espacio de terreno.



El terreno nos era favorable durante algún par de kilómetros, donde se unió a nosotros otro amigo senderista que no quería perderse parte de la ruta. Entre todos juntamos las ultimas fuerzas que nos quedaban y abordamos la parte final de la ruta, casi sin agua y con mucha calor, logramos coronar la ultima cuesta donde todos nos mirábamos y sin decir nada, podía verse como nos sentíamos orgullosos de haber logrado acabar una de las rutas mas duras que solemos hacer.



Una vez alcanzado los coches y después de ver la bonita estampa de ver pasar un buen numero de motos de alguna concentración de la zona, quisimos acercarnos al pueblo de Cabañas, por lo menos para refrescarnos con algún liquido. En un nuevo bar abierto hace poco tiempo, tuvimos la suerte de encontrarnos con las cervezas mas frías de todas las Villuercas y aunque nos dijeron que el pueblo estaba en fiestas y que daban algo de comer a todos los visitantes, nos descuidamos lo justo para que cuando llegaos a la plaza del pueblo, la comida había volado. Así que solo nos quedaba despedirnos de la zona y volver a montarnos en los coches para regresar al pueblo. Cansados, si. Pero con la sensación de haber sido mas duros que nuestros cuerpos y nuestras mentes a las cuales volvimos a vencer un domingo mas.

Nos vemos por las callejas.












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