sábado, 21 de junio de 2014

Capitulo 585: Ruta en Garganta la Olla-Yuste.



El pasado domingo nos volvimos a poner en ruta y esta vez, huyendo del calor, el destino pensado era la zona de la Vera, donde por lo menos existe una diferencia de tres o cuatro grados con respecto a la temperatura de nuestro pueblo. Por ese motivo en época de calor, a mejor solución para evitarlo y no dejar de andar es esta. Encima tenemos a suerte de poder llegar en poco mas de una hora.

Así a las siete de la mañana quedábamos en el lugar de siempre, de nuevo volvíamos a juntarnos varios miembros del grupo que por unas cosas u otras, hacia bastante que no andábamos juntos. En tres coches particulares cabíamos todos y sin esperar a que fuera mas tarde, nos poníamos en marcha rumbo hasta la preciosa localidad de Garganta la Olla, desde donde empezaba esta ruta.

Los que conocemos este pueblo desde hace bastantes años, no dejamos de sorprendernos del cambio que ha sufrido el mismo, quizás por culpa del turismo. El caso que no tiene nada que ver dicho lugar con aquel pueblo que veinte años atrás, era poco conocido y menos visitado.


Con las mochilas en los hombros nueve senderistas nos poníamos en ruta. Algunos de los acompañantes prefirieron buscar la garganta y pasar allí el día. Luego nos reuniríamos con ellos en aquel precioso lugar.

Sin saber muy bien el comienzo de la ruta, en la plaza de pueblo, que por cierto a esas horas estaba bastante concurrida, preguntamos a los lugareños la calle que debíamos de tomar para realizar la ruta, amablemente nos indicaron exactamente la calle, para llegar al inicio de la misma.



Cruzando un puente romano empezamos a ver las marcas de la ruta y ya todo fue mas fácil. La temperatura era muy agradable y el andar tan cerca de la garganta producía un fresquito que algunos de los senderistas decían tener frío. Poco les duró esa sensación, puesto que muy pronto, la ruta comenzó a empinarse y el frío desapareció de sus cuerpos.
Los primeros cerezos que salían a nuestro encuentro estaban viudos de cerezas, sus dueños las habían recogido y pocas se habían quedado en los arboles. Aunque bien es verdad que un poco mas adelante si fuimos capaces de probar dicho manjar, en varias ramas que a poca distancia del suelo, poseían el oro rojo.
La verdad que es un lujo el poder ir andando y de vez en cuando comerte alguna que otra cereza, eso si, con cuidado de saber parar a tiempo de comerlas.


Volviendo al lugar de la ruta de vez en cuando nos cruzábamos con algún que otro senderista o ciclista, el lugar es bastante transitado por todos y los caminos invitan a ello.


El muerdino de pan optamos por comerlo en un lugar privilegiado como es la explanada que existe en el monasterio de Yuste. Un lugar idílico donde en un bonito merendero estuvimos un rato muy a gusto. Antes de ese momento, estuvimos visitando un curioso lugar como es un cementerio alemán, que existe justo antes de llegar a dicho monasterio.
Antes de terminar el desayuno nos encontramos con nuestros amigos senderistas de Almoharin, que también habían escogido la misma ruta que nosotros. Es un placer volverte a reencontrar con amigos que comparten la misma afición que nosotros.



Después de recoger todo y despedirnos de nuestros amigos, continuamos la ruta por una senda preciosa y llena de helechos, por donde era necesario ir en fila de a uno. La calor iba siendo cada vez mas notable y las ganas de llegar al final iban en aumento. Claro era que la recompensa iba a ser muy agradable, bañarnos en la garganta donde nos esperaban nuestros amigos que optaron por no hacer la ruta.
Cogiendo las ultimas cerezas que nos salieron al paso, llegábamos de nuevo a Garganta la Olla donde su plaza estaba abarrotada de turistas y lugareños. En una de las tiendas mas famosas que existen en el pueblo, aprovechamos para refrescarnos con alguna que otra cerveza fría y barata, ademas de aprovechar para intercambiar unas palabras con la dueña de dicha tienda, la cual era muy simpática.



Un cuarto de hora después y con quince kilómetros en nuestras piernas, llegábamos a la garganta, un lugar precioso y con bastantes valientes bañistas que desafiaban a un agua poco menos que congelada, y que alguno de nosotros hicimos lo mismo. Un baño muy reconfortante y sobre todo refrescante para afrontar el camino de regreso a nuestro pueblo.




Otra ruta mas en nuestros pies y otro pueblo visitado y conquistado. Sin duda una ruta muy recomendable que se puede realizar en cualquier época del año.
























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